Capítulo 150

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La algarabía general anticipaba los resultados de aquella despampanante noticia

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La algarabía general anticipaba los resultados de aquella despampanante noticia. Algunos lo veían como una oportunidad única, a partir de la cual su nombre pasaría a la inmortalidad o, al menos, a los principales títulos de los telediarios, adquiriendo una fama de la que no podrían regodearse desde el inframundo. Otros, y es aquí en donde me incluyo, palpitábamos aquella situación de un modo diferente; conscientes de que un suicida es un suicida y que no hay otra vida para arrepentirse. Ambos bandos proferían comentarios defendiendo su postura, llegando algunos de ellos a los oídos del propio capataz, quien no pudo evitar esbozar una sonrisa socarrona. Abandonó su rictus en el momento en el que solicitó silencio en la sala.

—El elegido debe tener un porte robusto, mas lo suficientemente enjuto como para no llamar la atención de los demás. Asimismo, debe osar de una buena presencia, para no levantar sospechas. Seamos honestos, vivimos en un mundo en donde las apariencias lo son todo y los juicios de valor se multiplican más rápido que las deudas de nuestras cuentas bancarias —se oyó una tímida risita.

»Además, debe tener determinación, aquella capacidad para ceñirse a su objetivo y llegar hasta las últimas consecuencias para conseguirlo. No podemos permitirnos cobardes en esta organización. El mundo precisa de seres poderosos que lo controlen.

Me desconcentré por unos instantes de su sermón cuando percibí a Nemo subiendo las escalerillas que lo conducirían a la tarima principal. Nathaniel cernió su mano contra la mía con mayor fuerza. Los latidos de su corazón se transparentaban en el pulso de sus muñecas, y eran casi tan desbocados como los míos. Nemo no tardó demasiado en alcanzar a su compañero, el cual ya estaba concluyendo su idea, a punto de revelar al (des) afortunado.

—... y de este modo corromperemos a un sistema injusto y perverso para instalar un gobierno justo para América y el resto del mundo —hizo una pausa y la sala estalló en vítores y aplausos, a los que él respondió con un leve asentimiento de cabeza—. ¡Por la Patria! —vociferó.

—¡Por la Patria! —recibió la réplica de las miles de voces que descansaban en el respaldar de sus asientos.

—Y ahora sí, el momento de la verdad —habló Nemo por primera vez, sin molestarse siquiera en dirigirle unas palabras previas al auditorio—. Tenemos el honor de informar que nuestro nuevo héroe será...

El muchacho de pelo rapado ya podía intuir la elección y no se mostraba reticente a clavarme la mirada de soslayo, al igual que su pequeño séquito. Supuse que estarían alegres con la noticia; después de todo, aún no pasarían por la fiambrería y podrían disfrutarse en una sola pieza por más tiempo. El capataz se habría enorgullecido de la capacidad de observación de sus alumnos.

Había olvidado que Nathaniel había tomado mi mano hasta que sentí que me la estrujó con una fuerza sobrehumana para su edad, lo que me obligó a contener una mueca para evitar traslucir el dolor que acababa de causarme. Antes de que todo acabara y el destino se decidiera por separarnos, pude escuchar sus últimas palabras, las que replicarían en mi mente por las próximas veinticuatro horas. Allí, musitándolas a un volumen demasiado bajo, se despidió de mí.

THEMMA © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora