Capítulo 22

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El miércoles a primera hora aporeó la puerta Michelle Rogers, de la columna de policiales

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El miércoles a primera hora aporeó la puerta Michelle Rogers, de la columna de policiales. Cuando abrí la puerta (aún con mi camiseta de Dragon Ball Z que usaba para dormir) me la encontré a ella, sola, vistiendo una cómoda calza y una sudadera deportiva. Mi madre acudió también al encuentro, emocionada por todo lo que estaba ocurriendo.

—Necesito estar a solas un tiempo con su hijo —aseguró la joven reportera, sin perder nunca sus buenos modos ni abriendo los hoyos de su nariz más de lo requerido.

Seguí su melena oscura mientras nos encaminábamos hacia la sala de huéspedes. Una vez allí, Michelle sacó de su mochila colorada un anotador y un bolígrafo de esos que cambian de color.

—Bien —comenzó con su interrogatorio, cruzando su pierna derecha sobre la izquierda—, tengo unas cuantas preguntas para hacerte. La primera de todas es si te gustaría hacer un programa de televisión sobre esto. Estamos seguros de que al público le encantará —aseguró, tal vez, con demasiado interés.

Me detuve a meditar la respuesta. Consideré que sería bueno dar a conocer la imagen de Clary por todos los medios, mas, a su vez, consideraba peligroso informar de cada uno de nuestros pasos en público, lo cual alertaría a los fugitivos.

—Considero —rebatí— que aquel sería un plan muy osado, hasta tal punto de que nuestros blancos llegaran a inferir nuestros próximos pasos. Preferiría, en su lugar, una cobertura especial del caso, si no le es mucha molestia.

—¿Está seguro? —volvió a interpelarme—. Mire que estamos hablando de mucho dinero. Y el dinero...

—Mueve al dinero. Sí, sí, yo también lo sé —confesé—. Pero preferiría, por esta vez, perder un poco de dinero a cambio de recuperar una de mis pertenencias.

—Es una pena que se haya negado usted, señor —dijo, fingiendo apesararse—. Ya teníamos todo preparado para el primer capítulo. Pero, podría reconsiderarlo quizá.

—¿Por qué lo dice?

—Verás... —comenzó a dar vueltas su bolígrafo sobre la mesa, obligándome a concentrar mi atención en él—. Ayer llamó una señora mayor diciendo que vio a dos personas hospedándose en la casa de una anciana. Afirmó, sin dudarlo dos veces, que aquellos sujetos tenían rasgos muy similares a nuestros sospechosos.

La revelación me llegó de repente junto a una corazonada. Algo me decía que quizás aquella mujer estuviera en lo cierto. Saqué mi teléfono en plena conversación y busqué el usuario de Thiago, para hurgar las ubicaciones de sus fotos. En muchas de ellas aparecía junto a sus amigas, una supuesta novia y una simpática abuela. Respecto a las ubicaciones, no variaban entre lugares famosos del sector y unas cuantas postales de un viaje a Japón. Una de las locaciones se repetía en incontables ocasiones.

THEMMA © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora