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En 1930, Sorabji compuso la que es hasta la fecha la pieza para piano más larga jamás compuesta, con 4 horas de duración aproximadamente.
Esta obra de doce movimientos comprende una capacidad técnica y un esfuerzo inmenso, quizás por eso sólo ha sido grabada por cinco pianistas en todo el mundo.
Pasajes con cinco pentagramas simultáneos para sólo dos manos, fugas con cuatro motivos distintos superpuestos y el contrapunto exacerbado le valen al Opus Clavicembalística la medalla de oro a la pieza para piano más difícil.

Y así es, allí me encontraba yo, la sexta persona que llegaría a conseguir tocar esta estruenda y profunda melodía.
Tras cuatro horas de rápidos movimientos a sólo dos manos, los vecinos del barrio, alarmados, comenzaron a grabar la sinfonía que formaban mis dedos, nota tras nota, símbolo tras símbolo.

Cuatro horas pasaron, y él seguía observándome.

Y al fin finalicé, mi frente sudaba al igual que mis dedos que, por fin se separaron de las teclas empapadas de aquel líquido que sigue fluyendo de mi cuerpo, como si acabase de correr una maratón.

No sabría decir que es más difícil.

No había silencio, solo aplausos y, ¿como no? Intrigado, coloqué mi tapabocas color negro y me apoyé en la ventana, donde se podía ver perfectamente, a pesar del flequillo que tapa mis ojos, a todo el vecindario aplaudiendo al unisón.
Postrados ante mi, hice una pequeña reverencia y me senté  en la acolchada zona bajo la ventana para que el aire que entraba por la misma diese directamente en mi persona.

Debería dar gracias por las brisas de estaciones primaverales...

La gente empezó a esparcirse con el tiempo, hasta quedar aquel rubio que se ve tan pequeño a esta distancia, que dando pequeñas palmas se acercó a mi hogar, lanzando lo que parecía un avión de papel. Entró perfectamente por el pequeño hueco de la ventana, cayendo no muy lejos de mi.

'Cuento los días para romper esta distancia,
la que hay entre tus notas y las mías.
Cuento los silencios y los espacios,
para poder volver a tu lado.

-Park JiMin-'

Miré de nuevo hacia su dirección, pero ahora estaba completamente vacío...ni siquiera había una sombra presente.

Me asomé un poco más, pero aún así no pude verle. Como no podía ser de otra manera, por la misma brisa que antes me deleitaba, mi tapabocas salió volando en una de las fuertes olas de viento

No pude hacer otra cosa que ver como desaparecía entre los bufidos del viento.

Entonces, una luz cegó mi mirada por unos segundos.

Mierda...un paparazzi.

Cerré las persianas, las cortinas y todas las salidas o entradas a la calle de forma rápida.

El timbre de la puerta no dejaba de sonar una y otra vez, no me dejaban otra opción que comenzar a escribir como distracción.

Entonces, la pluma se volvió a posar sobre aquel pequeño libro en blanco...

-'Capítulo 11. Acordes. '

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora