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-¡Minnie!

Un chico de no más de veinticinco años corría rápidamente por el largo pasillo que daba lugar a la sala donde se encontraba al que no dejaba de mencionar.

-Hyung... - un fuerte sollozo salió de los labios del menor, el mismo que se aferró al cuerpo del pelinegro, quien no dudó dos veces en acogerlo con el mayor calor posible - Mi padre...él ha... -su fina voz se quebró como un pequeño cristal que cae al suelo, sin embargo, eso no era lo más doloroso.

-Yoon...gracias por venir a verle. - un hombre de mayor edad llegó hasta ellos con una atmósfera triste y desesperada sobre sus hombros.-  Él quiere verte, está dentro.

El pelinegro sonrió, tratando de dar algo de apoyo a la pequeña familia. Tras ello, soltó a su menir, quien se había calmado tras unas caricias en su cabello.

No parecía seguro de lo que haría, pero entró en la sala donde todo el dolor parecía nacer.
Un hombre sin pelo sobre su cabeza, cubierto por sábanas y conectado con numerosos cables a diferentes máquinas a sus espaldas.

-Yoon...hijo, ven aquí. - los ojos del pelinegro comenzaron a aguarse, en fin... ¿Cómo no hacerlo al ver así al padre de tu pareja?

El tembloroso cuerpo del pelinegro se acercó a un lado de la camilla, lugar en el que el enfermo cogió su mano. El tacto se sentía muy frío, casi tanto como la sala donde se encontraban.

-Yoon...no voy a durar demasiado, lo sabes. - la primera lágrima descendió de los ojos gatunos- Quiero que cuides de mi hijo... Por favor, te lo ruego, amalo con tu vida, no le dejes convertirse en quien nunca quiso...llévatelo, iros muy lejos de aquí...yo haré lo mismo.

-¡No...! Por favor, no digas eso. - una gruesa lágrima calló sobre el agarre de sus manos, eso fue lo que le rompió el corazón al que sostenía sus pálidas manos.

-Yoon...¿sa.sabes? Siempre hiciste feliz a nuestro mo.mochi. - al de mayor edad le parecía costar respirar, por lo que el nombrado apretó su agarre, como si se pudiese marchar en cualquier momento- No...no quiero que estéis tri.tes por m.mi...

-Porfavor...no te vallas.- un fuerte sollozo salió de los labios más finos, siendo desgarrador incluso para él mismo.

-Tú siempre... - los ojos más ancianos comenzaron a cerrarse al mismo tiempo en el que una de las tantas máquinas comenzaba a hacer un extraño ruido, como si la vida estuviese abandonando todo el lugar- siempre has sido como un hijo...para mí.

-Siempre has sido como un padre para mí...les protegeré, le amaré para siempre, aunque me cueste la vida...te...te lo prometo.

El menor dejó de sollozar para el momento en el que el otro dejó salir una sonrisa, sin embargo, el insistente sonido de aquella máquina taponó sus oídos.

Le había visto morir.

Había visto como aquel hombre se iba, sin más, era como...si de verdad hubiese pasado.

No parecía un simple sueño, pero esperaba que lo fuese.

-JiMin, sigues sin regresa.r-miré nuevamente a la ventana que tanta atención se había estado llevando estos días y no había nada... ningún rastro de vida.- Te extraño...¿Sabes? Me estoy dando cuenta de muchas cosas sin tí aquí.

-Es mi deber protegerte...

-Tenemos que hablar y espero que sea pronto, porque - me reí de mi mismo, como si eso pudiese hacer que algo cambiase- creo que perderé la cabeza como siga así...

-'Capítulo 178. Nunca dejarte.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora