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-Min YoonGi, tienes que ducharte ¡Ahora!

Por sexta vez escuché aquello en lo poco que llevábamos de día Park y yo, aquella frase no dejaba de salir de los labios del menor, y junto a sus palabras mis negaciones, como un continuo bucle.

¿Quién demonios se metería en aquel lugar si no hay agua tibia siquiera?
Menos aún con está estúpida y sensible piel que me tocó tener.

-Oh, por Dios, ya hueles a muerto, Min-le miré mal por unos segundos. Bueno, puede que tenga razón, pero eso no justo que me llame por mi apellido. - ¿Qué ha pasado con tu rutina? ¿No te duchabas todas las mañanas?

Fui a contestar contra ello, tratando de defenderme, pero una pregunta mejor llegó a mi mente, y no pude evitar que quedase solo en mi mente, mi rostro y labios lo dejaron salir en un susurro.

-Espera... ¿Cómo sabes eso?

El silencio inundó nuevamente la sala, ahora son sus mejillas las que se tiñen de tonos rosados intensos, haciéndole ver indefenso y adorable.

-Yo...bueno, cada vez que venía a verte tenias el pelo como recién lavado y...a veces estaba húmedo, ya sabes. - una leve sonrisa apareció ahora en mis labios,llegando a parecer de burla. ¿Realmente se fijaba en esas cosas? - No me mires así, ¿quieres? Seguro que tu te has fijado en cosas más raras.

-¿Por qué piensas eso? - pregunté ahora yo elevando mi ceja izquierda y ampliando la sonrisa.

-¿Vas...vas a ducharte o no?

Hacía tiempo que no escuchaba mi propia risa, sin embargo, en este momento comencé a aborrecerla, ya que estaba presente en el ambiente.

-¡Yah, Hyung! - sus belfos se volvieron un tierno puchero-¡No se ría!

Traté de hacer caso a su pedido, agarrando mi estómago con fuerza por la falta de aire y dolor abdominal, el cual, pronto empezó a doler con la misma intensidad que mi risa.
Un gemido de dolor salió por mi labios, el agarre ahora era más fuerte, y como no, mis cejas se juntaron en un inevitable intento de represión.

-¿YoonGi...? - no pude contestar, un nudo se encontraba en mi garganta evitando que pueda hacer otro sonido que leves quejas.-¿Cuanto hace que no comes ni bebes nada? - sin poder hacer más, extiendo tres de mis dedos, dando a entender una silenciosa respuesta. - ¡Dios mío, Min! ¿Por qué no me lo dijiste antes?

-L.lo siento...y.yo.

No pude pronunciar ninguna palabra más para cuando el menor había abandonado la sala.
En aquel momento de soledad, solo pude pensar en los días que habían pasado desde su aparición en mi vida, contando obviamente el día anterior, donde pude dormir plácidamente a su lado. Y aunque él lo niegue, sé que estaba cantando una canción en forma de "nana" en un tono bajo para lograr calmar mi acelerado corazón.

Lo cierto es que su voz resulta tan relajante a la hora de cantar como a la de hablar o recitar mis poemas.
No me arrepiento de decir que aquella canción de nana pudo conmigo en cuestión de minutos, y tengo claro que a cualquiera le pasaría aquello si escuchase lo que yo.

Ni siquiera tuve tiempo de alimentarme, pero eso era algo de lo que pronto se encargaría el menor.

Mi mente debe ser privilegiada, antes de llegar el rubio hasta la sala, pude oler el exquisito aroma desde mi lugar, sobre la cama.
Exacto, a pesar de estar a un piso de diferencia mis fosas nasales pudieron captar el agradable olor.

-Hyung, espero que coma mucho ahora.-con cuidado posicionó una gran caja de comida frente a mi, la misma que desprendía aquel agradable aroma.

La boca se me hacía agua, con tan solo la esencia que dejaba en el aire se me llenaba el estómago.

-¿Acaso son...?

-Exacto, brochetas de cordero.

Comencé a dudar de mi nacionalidad cuando sentí mis ojos casi salirse de las cuencas.
Por esa razón mi olfato se agudizó tiempo atrás, ahora todo cobraba más sentido en mi despistadamente.

Mi mirada ahora fue directa hacia el menor, juraría que podía notarlo todo con más brillo. Seguramente mis ojos tendrían estrellas por la sorpresa. Si eso fuese posible, claro.

Una gran sonrisa apareció en los labios de Park justo antes de hablar mirando al manjar frente a nosotros. - ¿No vas a comer?

Si antes tenía la boca hecha agua...no sabía cómo describir ese momento, mis ojos se cerraban con gusto a la vez que mi estómago descansaba en total paz. Miles de sabores llegaban a mi boca, formando una dulce danza que me resulta imposible de explicar.
Todo aquello me sucedió ante la atenta mirada del chico de rubias melenas, quien me observaba comer con una sonrisa, pidiendo permiso de vez en cuando para coger una porción y llevarla a su boca.

Finalmente, mi estómago acabó inchado, como si fuese a estallar, incluso la angustia por meter en mi cuerpo más de lo que debía había comenzado a llegar.
Una sonrisa sin dientes se ha negado a marchar de mi rostro desde que el primer bocado entró en mis boca, más notable al pasar mi mano por el ahora abultado estómago, haciendo caricias complacido.

-Ah...gracias, Park. - Las palabras parecieron salir solas por mi boca. La verdad es que ese tipo de detalles pueden conmigo. - Creo que nunca había comido tanto...

Su linda risa volvió a aparecer, ahora era su mano la que me acariciaba con delicadeza.

-No lo creo, YoonGi Hyung- sus dientes fueron enseñados para mi, sin embargo no pude evitar cerrar los míos por el suave contacto en mi vientre. - No tienes por qué agradecer...ahora. - abrí uno de mis ojos, que pronto, pasaron a ser los dos por el gran susto de ser levantado en peso.

Un grito ahogado salió por mi garganta al notar como era cargado con bastante facilidad por el rubio

- Ahora tienes que quitarte ese olor a muerto, Min YoonGi.

-'Capitulo 47.Brochetas.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora