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Desperté por los rayos de sol en la habitación, hoy se notaban mucho más cálidos que nunca.

Froté mi rostro en el intento de apartar el sueño.
Me encontraba en pijama, eso lo que me hizo pensar que lo "ocurrido" ayer fue un sueño. Aunque fuese solo una auto-mentira.

Algo mareado me levanté de mi lugar, yendo a pasos lentos hasta el pasillo, lugar en el que logré escuchar dos voces distorsionadas. Una de ellas la reconocí al instante, sin embargo, la otra voz...no creí haberla escuchado antes.

Traté de no darle demasiada importancia y comencé a bajar las escaleras.
Claro que...no esperaba que aquel hombre se encontrase en mi salón.

-¡YoonGi, hijo!-aquel hombre de finos rasgos y arrugas poco marcadas se acercó hasta el final de las escaleras donde yo me encontraba, extendiendo sus brazos, esperando a que me acercase a él.

Quedé estático.

No supe que hacer. Lo correcto sería responderle al gesto y darle un abrazo, pero no me veía preparado para ello.
Solo pensé que se quedaría a comer durante un par de horas y...que luego simplemente se marcharía.

-¿Te vas a quedar ahí?- al no moverme de mi sitio el hombre de aroma a cereza tomó la iniciativa, acogiéndome entre sus blandos pero cálidos brazos.

Me sorprendí a mi mismo al corresponder aquel abrazo casi al instante.

-Papá, deja a YoonGi Hyung en paz.- salvado por el rubio.

Mal momento para bromear...¿no?

-Oh, venga, JiMin-ah, después de lo que pasó ayer se merece algo de cariño.

Ahí fue cuando confirmé - tristemente- que lo que recordaba del día anterior no había sido un simple sueño, sino una cruel realidad.

El de mayor edad se separó de mi únicamente para entablar una conversación con su hijo, el cuál tenía una pequeña sonrisa en su rostro. 

Caí también en cual debía ser mi aspecto, en las circunstancias en las que el padre de mi vecino y yo nos habíamos encontrado, pero simplemente no tuve tiempo de hacer nada, en el momento en el que intenté subir las escaleras fui atrapado por JiMin, quien me miró divertido.

- ¿A dónde crees que vas?- su mano acogió la mía en un intento de no dejarme marchar, claro que él no entendería la vergüenza que me suponía ir con aquellas pintas ante su padre. Creí que eso lo dejaba claro mi gran sonrojo.

Dí un vistazo a mi propio cuerpo, dando una indirecta al menor, quien me miró con una mueca.

-¿Ahora te avergüenza despertarte?- sus ojos se volvieron blancos por un segundo, lo que me sacó una confusión más, si era posible.- No digas tonterías, vamos a comer y tú no te vas a mover más de lo necesario.

No me dio tiempo a hablar o siquiera a moverme cuando me vi arrastrado por el rubio frente a mi hasta la mesa en mi salón, sentandome por obligaciôn entre aquellas dos personas de la misma familia.

Tras unos minutos en los que ambos hablaban entre bocados y yo removía mi plato de comida en silencio, pensé en alguna forma de poder parecer ser como cualquier persona sería, reaccionar como cualquier otra persona lo haría en una situación así.

-¿Qué...qué tal le fue el viaje, señor Park?

Ambos, padre e hijo sonrieron al escucharme hacer esa pregunta, aunque se veían más nostálgicos que otra cosa a decir verdad.

-El viaje fue bien, aunque, claro, Jiminnie me llamó cuando tuvisteis aquel incidente y me tocó coger un taxi.

No me di cuenta, pero por alguna razón no podía dejar de mirar a aquella persona, prestando toda la atención que nunca había tenido.

-Perdóneme, pero su acento...yo pensé que era coreano.

El hombre de mayor edad negó junto a una sonrisa divertida.

-Mis abuelos son coreanos, pero como no podían tener hijos le adoptaron, además, ellos y papá fueron a vivir a Italia cuando papá era pequeño. -sonreí tímidamente al escuchar aquella información salir de los labios de Park- Allí fue donde conoció a mi padre.

El hombre a uno de mis lados suspiró de forma pesada al ser mencionado el otro, lo que me hizo recordar su muerte, aquella que algún día JiMin me había contado.

-Lamento...su pérdida - el no tan anciano apoyó su mano sobre mi hombro, moviéndolo levemente en forma cariñosa.

-No te preocupes, hijo, eso pasó hace ya casi seis años. - mi boca formó una pequeña "o" en forma de respuesta, lo cierto es que me sorprendió- De todas formas, si no fuese gracias a mi marido, nuestro Mochi no estaría con nosotros.

No evité soltar una gran carcajada, una que fue contagiada al mayor a mi lado.

-¿Mochi? - repetí entre risas, y aunque no pareció divertirle a JiMin, yo podría morir de risa en ese mismo momento.

-¿Tenías que decir eso...? - preguntó un supuestamente enfadado Park, aunque en realidad una medio sonrisa se le escapaba por escuchar mi risa.

-Eres un quejica, Jimin-ah. - bufó el padre, quien rodó los ojos igual divertido.- Además, no fui yo quien te puso ese mote, lo sabes.

La sonrisa del rubio no tardó en aparecer, pero era demasiado nostálgica. Tanto que llegó a darme curiosidad.

-¿Quién fue el genio al que se le ocurrió eso? - los Park se miraron entre sí, como si se comunicasen tan sólo con la mirada.

-Hace años mi Jiminnie conoció a un chico...este idiota se había perdido y... -el menor no lo dejó seguir, su puchero era demasiado grande para ser cierto.

-Yo no me perdí. - reclamó el rubio, quien no apartaba su labio levemente inchado.

-Bueno, como tú digas. El caso es que este granuja se nos escapó y conoció a un chico sumamente adorable que nos lo devolvió vivo.

-Cierto, aunque...

Ambos hicieron una mueca de disgusto al recordar aquello.

-Le dieron un buen golpe. - ambos asintieron, de acuerdo con lo que dijo el más mayor- Casi denunciamos a esa estúpida señora. - el hombre bufó, pero al ver mi confusión simplemente siguió hablando. - De alguna forma, se hicieron muy amigos y un día, ese pequeño genio dijo que JiMin tenía las mejillas tan rellenas que podría comérselas como si fuera un mochi.

-¿Usted no lo ve? Tiene las mejillas tan grandes y blanditas que estoy seguro de que si las muerdo serán como si estuviese mordiendo un mochi.

-Como...un mochi.- asentí, mirando al menor a mi lado, el cual reía a coro con su padre.

Quizás solo una casualidad...

-'Capítulo 152. Mochi.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora