163

41 9 2
                                    

-'Eres el más hermoso y joven de los ángeles,
eres ese bichito con alas que se calló del cielo por mi culpa.

Ojalá no fueses mi ángel de la guarda.'

Ronquidos, eso fue lo que escuché por parte del rubio. Aunque era bastante obvio que no se despertaría cuando se encontraba en su séptimo sueño a casi la hora de la comida.

En el día anterior no hizo otra cosa que practicar una nueva coreografía, tanto en su pequeña sala de espejos como en aquella academia que nos distancia a veces, y era por eso por lo que comprendía que estuviese derrotado y sumamente cansado, sobre todo después de permanecer hasta cerca de las cinco de la mañana junto a los cinco chicos que decidieron sorprenderle en su casa.

Su aliento olía a alcohol a horrores y, a decir verdad, eso tampoco me sorprendió demasiado ya que cuando llamó a mi hogar lo hizo tropezándose con sus propios pies.

El caso es que ahora se veía demasiado cansado y sinceramente no era agradable verlo de esa forma.

Fue por eso por lo que le preparé una comida liviana y un buen remedio para la resaca que estaba seguro que tendría.

Lo difícil sería despertarle.

-Jimin-ah... - toqué uno de sus hombros, moviéndolo levemente, tratando de despertarle sin alterarle. Pero nada, no parecía querer despertar. - Jiminnie. - por alguna razón mi voz se volvió algo más aguda y pegajosa cuando comencé a acariciar su mejilla con cuidado, pero fue entonces cuando reaccionó. - Minnie, despierta.

Por sorpresa, sus grandes ojos se abrieron de golpe, lo que casi me dio un infarto por el horrible susto. Llevé mi mano derecha al corazón, fingiendo dolor en el mismo por el repentino susto.

-¿Cómo me has llamado...? - el menor me miró con los ojos aún muy abiertos, casi tanto como su boca y grandes labios.

Confundido, bajé la mirada, tratando de no empezar a avergonzarme a estas alturas de nuestra extraña relación.

-¿Jimin-ah?-pregunté muy confuso, comenzando a no entender nada de lo que estás sucediendo. El menor negó muy rápidamente, como si tuviese un bicho en su mejilla- ¿Ji.jiminie? - pregunté, esta vez levantando la mirada hacia él, quien me miraba de forma demasiado directa.

-No, lo último, ¿cómo me has llamado?

Quedé un rato mirado mis manos, pero no titubeé al decir su nombre con ese tierno apelativo que no recordaba haber usado nunca.

-Minnie.

Los ojos del menor se cristalizaron, lo que obviamente me preocupó al instante.

-Hy.hyung.- un sollozo salió de sus labios, por lo que  ya no pude controlarme, simplemente le abracé un como si fuese un acto reflejo.

-Ey...¿Estás bien? - su espiración comenzó a relajarse, así que esperé hasta que pudiera responder o, bueno, al menos esa era mi escusa para el tiempo en el que me vi totalmente sumergido en mis pensamientos. - Lo siento...me salió solo, no debería decirte así. Lo lamento.

Esta vez su respuesta fue casi inmediata, tanto que no supe en que momento habíamos quedado frente a frente, él con sus manitas en mis mejillas y nuestras miradas fijas.

-Llámame como te dé la puta gana. - al ver su pequeña sonrisa no  dude en devolvérsela, así como no dude en apartar sus pequeñas lágrimas con mi pulgares, quedando por alguna razón tan cerca como nuestras narices nos lo permitieron.

-Yo...te hice el desa...yuno... - no puedo decir que no, me quedé tan perdido en sus ojos que no podía siquiera pensar claridad, ya solo me quedaba acercarme hasta su rostro todo lo posible.

Sí eso no fue un momento íntimo, no sé lo que fue.

Pero, claro, a mi las cosas no me salen nunca bien... ¿Por qué iba a hacerlo ahora?

-Ya hiciste muchas cosas por mi, Yoonnie. - negué levemente sin apartar la vista de los hipnotiizantes labios del otro - Aún me sorprende que ayer no tuvieses un ataque de pánico.

Lo dicho, el momento a la puta basura.

-¿Qué? - el menor dejó un beso en nariz, lo que me dejó medio confundido, más bien algo perdido.- ¿Por qué me iba a dar un ataque de pánico?

El rubio se levantó de la cama y tronó sus huesos, todo para luego comenzar a caminar escaleras abajo, cosa que me dediqué a imitar, llegando a parecer un pato siguiendo a su madre pata.

-Responde, ¿por qué me iba a dar a mi un ataque de pánico?

En un principio no hubo reacción por mi parte, pero JiMin tenía una pequeña sonrisa en su rostro por el hecho de recordarlo.

-Yoonnie Hyung, tú saliste cuando traté de llegar hasta aquí. - mis ojos se abrieron levemente junto a mi boca, no había más reacción por mi parte.

Simplemente no podía reaccionar.

-Yo.... ¿Salí? - pregunté aquello mientras el menor mordía una manzana que no tardo en tragar.

-Shep, saliste como a mitad de la carretera para poder ayudarme a volver.

Cuando finalmente pude reaccionar solté un inevitable gritito de felicidad, tras lo que sonreí como no había hecho antes.

Estaba completamente feliz.

- ¡Lo hice! ¿Enserio salí, a la calle? ¿Por voluntad propia? - mi voz salió tan emocionada como lo estaba yo. Obviamente algo así era una gran noticia, o al menos para mí lo era.

Llegué a emocionarme tanto que, tras dar un pequeño salto de felicidad en mi sitio, me lancé sobre los labios del menor. No creo necesario decir que tan solo fue un segundo, suficiente como para avergonzarme, hacerme tapar mi boca y pedir perdón un millón de veces, insuficientes para él, quien ha acogió mis mejillas y comenzó una sumamente suave danza.

En un inicio dejé mis ojos abiertos por la impresión; sin embargo, pasados los segundos decidí dejarme llevar y cerrar los ojos, tal y como Park lo había hecho tiempo antes.

No fue demasiado...pero ahora tengo algo claro.

Sea lo que sea que siento, no es algo pasajero, no es algo común...se había vuelto en mi adicción sin nicotina.

-'Capítulo 163. Mi puta utopía².'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora