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Desperté cuando el sol comenzó a salir de su escondite y, para mi sorpresa, me vi a mi mismo en el suelo de la entrada de mi hogar.
Mi mascota se encontraba jugando con un animado gato de blanco pelaje. Los dos parecían estar pasando un buen rato y eso era algo que no pensaba fastidiar.

Que yo lo esté pasando mal no significa que los demás tengan que estar igual.

Me levanté de mi lugar, tan solo para poder llamar a los dos revoltosos animales, los cuales se colaron corriendo en mi hogar, razón por la que sonreí.
Pero esa sonrisa no duró demasiado. Por un momento había olvidado todo lo que estaba sucediendo, por algún motivo todo había dejado de doler.

Pero claro...al final siempre se recuerdan las cosas, ¿no?

Me quedé un tiempo observando el piso frente a mi, entonces comencé a perder las esperanzas.

Su coche no estaba en la entrada, la luz no se veía en el lugar y las persianas seguían bajadas.
Definitivamente, mi rubio no se encontraba en casa.

Por no hablar de que su mascota aún seguía conmigo.

Suspiré pesadamente antes de apartar la vista, tras lo que cerré la puerta.

Realmente le extrañaba.

El día pasó de forma lenta y aburrida. Como no tenía nada mejor que hacer comencé a preparar la comida y más tarde la cena. El único problema es que no preparé solo un plato...no, por fuerza de la costumbre hice dos raciones.

Sinceramente, no pensé que algo tan simple pudiese doler tanto.

Para tratar de desprenderme de ese malestar comencé a componer, pero de mi mente solo salían palabras que me gustaría poder decirle a mi menor. En vez de quitar el peso de mi mente pasó todo lo contrario.
Comencé a extrañarle mucho más de lo que pensé que podría, tanto que no pude evitar sacar mi teléfono - ahora con una gran rotura en la pantalla- y comencé a ver las fotos que algún día le había hecho al estar él dormido junto a mi mascota. También vi sus videos bailando y... puede que ese fuese el detonante de todo.

Llamé nuevamente al que era su teléfono y esperé, esperé hasta que volví a escuchar el contestador automático, tras lo que dejé un mensaje para que en algún momento pudiese escuchar mi voz.

-Ey...JiMinnie, ¿cómo estás? - sonreí débilmente, como si eso pudiese pegar un par de trozos de mi alma para conseguir la fuerza necesaria como para no romperme al instante - Te echo de menos...¿sabes? - suspiré profundamente, como si eso pudiese arrancar todo el dolor de mi pecho- Voy a llamar a JungKook y a Hobi y...si puedo, también llamaré a los demás...otra vez.

Mi nariz comenzó a picar con fuerza, me sentía tan solo que podría salir ahora mismo por la puerta sin importar qué me pudiese pasar al otro lado.

-Me.me preocupais mucho...os echo mucho de menos, a los se.seis, pero - sorbí mi nariz con algo de fuerza, tratando de regular mi respiración- JiMinnie...te necesito aquí, conmigo...

-Él no regresará.

-Vuelve pronto, por favor.

-'Capítulo 177. T(m)e extraño.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora