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El dolor de mi cuerpo había desaparecido gracias a los magníficos masajes de Park, pero el dolor de mi cabeza seguía presente, dolor que aumentó al marcharse mi vecino a sus clases de baile.

Suspiré hondamente, dejando de lado las teclas del pequeño gran piano de mi habitación.

-Debería relajarme... - susurré aquello para mí mismo mirando hacia el baño.

No pude evitar pensar en aquel jacuzzi.

Tentador.

Bajé la tapa del piano que protegía las teclas, para después comenzar a caminar hasta el baño, lugar donde me desprendí de toda mi ropa y me metí en aquella hoya gigante.

Sin embargo, nada. Ni siquiera pude quedarme en remojo por más de cinco minutos.

Entonces comencé a frustrarme.

Corté las puntas de mi algo largo flequillo, me vestí, sequé mi pelo, tomé algo de comer, tras lo que me arrepentí enseguida, obligándome a devolverlo en el mismo baño donde todo había comenzado...

Pequeñas lágrimas de frustración y angustia quedaron en mis ojos tras lo último.

Sin duda estar solo me mataría.

Lavé mis dientes, limpie mi cara, volví a cambiar mi ropa, puse una lavadora de color negro y otra con grises, pedí comida para llenar la nevera al ver que apenas habían cosas en ella. Estaba completamente frustrado, tanto que llamé a JiMin, quien no contestó a ninguna de las tres llamadas hechas.

Pensé como nunca lo había hecho, pensé en absolutamente todo lo que podía pensar.
En los extraños sueños acabados en pesadillas, los mismos que aparecían en algunas ocasiones en mi vida, cuando todo parecía ir bien y cuando no.

Pensé en las voces que a veces aparecen en mi cabeza...

-¿Y si soy esquizofrenico?

-No eres esa basura, Min.

-Tienes razón.

También se me pasó por la cabeza mi ya casi inexistente depresión, mi problema con el peso y...aquella voz.

-Espera... - susurré al percatarme de la voz que había contestado mi pregunta aleatoria- ¿hay alguien ahí?

Silencio.

Aquel silencio comenzó a ponerme de los nervios, me autoconvencí de que tan solo lo había imaginado, lo que me llevó hasta otros tantos preblemas de mi vida.

El padre de JiMin vendría en unos días y yo no podría salir porque...sinceramente no sé porqué.

A veces la simple idea de recibir directamente la luz solar me aterra, es como si no la hubiese visto por años, como si le temiese sin razones aparentes.

Traté de alejarme de mi mente y volví a llamar a Park.

"¡Hola! Ahora mismo debo estar haciendo algo...eso o mi teléfono se ha ido a tomar viento. Por favor, deja un mensaje si es importante después del ¡piiiiitidito!"

Sonreí levemente al escuchar su voz grabada que, aunque no fuese mucho al menos era algo...

No tenía a mucha más gente a la que llamar a parte de él para que me pudiese dar algo de compañía, o eso pensaba.

Entre mis contactos encontré los teléfonos de las cinco personas que alguna vez se habían colado en mi hogar, siendo SeokJin al que más confianza le había cogido de todos... bueno, sin contar el posible cariño que le tenía a JungKook.

Él realmente parecía un hermano pequeño.

Para cuando quise darme cuenta ya me encontraba llamando a mi Hyung, quien cogió la llamada de forma casi inmediata.

-¿YoonGi? - preguntó alterado, lo que me sorprendió- ¿Por qué me has llamado? ¿Pasó algo? Oh, Dios mío, dime que estás bien.

Reí levemente al escuchar su tono preocupado, protector... Rozando lo fraternal.

-Estoy bien, SeokJin Hyung. - suspiré al escuchar un bendición en la otra línea.

-¿Entonces a qué se debe este milagro de que me llames?

Bajé la mirada hasta mis dedos, lugar que mordí demasiado fuerte, o almenos lo suficiente como para hacer que un pequeño hilo de sangre saliese de un lateral de una de mis uñas.

-Tan solo quería saber si... - cogí un papel y puse en teléfono en mi hombro, haciendo algo de presión para no dejarlo caer al tiempo que lo hacía en mi pequeña herida- si puedes venir... Ya sabes, para hablar un rato.

-¿Es enserio? - su voz sonó tan ilusiónda que no pude evitar sonreír al imaginarle con una gran sonrisa.- ¡Estaré allí en cinco minutos, ábreme la puerta que voy con toda mi artillería!

No entendí aquello último hasta pasados menos de cinco minutos, cuando Kim apareció con una bolsa a su lado y una especie de bola negra bajo su brazo.

-Buenos tardes, Yoon. - una sonrisa salió de los labios más gruesos al verme tras abrir la puerta principal, lugar por el que entró casi de inmediato dejando la bolsa en la cocina y la bola de pelo sobre el gran sofá.- Te traje comida y un regalo que pensaba darte por Navidad. - sonreí levemente al pensar en aquello-Pero es que no puedo tenerlo más en casa, quería dártelo ya.

Holly se subió al sofá y comenzó a olisquear la negra bola, lo que hizo que me acercara para poder saber de una vez de qué se trataba.

Pude ver dos círculos blancos junto a dos pequeñas líneas negras sobre ellos y dos blancas cejas encima, un círculo más grande hacia de hocico que, de igual manera tenía una línea curvada, la que imitaba una sonrisa.

Mis ojos comenzaron a verlo todo con un mayor brillo al descubrir los cuatro pequeños brazos y las dos aún más pequeñas orejas.

-¡Ku...kumamon!

Realmente me sentí como un niño pequeño...uno muy feliz, por cierto.

Abracé al peluche con todas mis fuerzas, dejado a Holly algo enfadado por no haberle dejado estar con el osezno de negro pelaje.

Pude ver la gran sonrisa de SeokJin al bajar el teléfono, lo que me hizo no pensar y simplemente lanzarme a sus brazos.

-Gracias, Hyung ¡Gracias!

-Nunca entenderé porque te gusta ese muñeco, Hyung.

-No tiene una explicación clara...parece estúpido, por eso me gusta.

-Eso dijiste cuando te pregunté porque a veces tú y Jiminnie Hyung se van solos a su habitación en medio de una cena.

Risas, eso era mi único audible.

-Eso...si tiene una explicación, pero eres muy pequeño para entenderlo.

-Gracias... Jin Hyung.

-'Capítulo 149. Hyung.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora