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Podría ser un día maravilloso...podría serlo, si las nubes no tapasen el cielo en su totalidad.

A pesar de ser ser primavera, las lluvias están poco presentes, más aún siendo Seúl el lugar del que hablamos.

Por alguna razón hoy no apareciste, Park.
Te vi salir de tu hogar con alguien que no alcancé a ver. Nos miramos por unos segundos fijamente.

Sonreiste.

Por alguna razón tu sonrisa me hizo daño, se clavó en mi pecho como una aguja, profundamente, tanto que me llegó hasta el corazón.

Pasaron las horas, y hasta Holly te comenzó a echarle de menos, la lluvia había comenzado y ambos estamos aterrados.

A decir verdad a los dos nos dan miedo las tormentas, a cada rayo que caía el canino y yo temblabamos, abrazados en el otro. Ni siquiera comimos hasta que calló el poco sol que se dejaban ver las nubes, aquel entonces la tormenta pareció amainar.

Estaba preocupado, no por mi rugiente estómago, sino por tu desaparición.

-Aquí tienes, Holly-susurré aquello, dando leves caricias al animal mientras comía gustoso. - Hoy no podrás salir, bola de pelo. - volví a susurrar, observando la puerta con tristeza.-Oye...sé que no te gustan las tormentas. - el animal ladró en forma de afirmación, o eso quiero creer.-Y a mi tampoco-el pequeño me miró con sus grandes ojos, dejando de mover su cola de forma feliz. - ¿Te apetece que te toque algo y...lo olvidamos?

Un silencio incómodo se formó.
Aparentemente a ambos nos faltaba algo...quizás era alguien.

-Tu también lo extrañas... ¿Cierto? - entonces un fuerte trueno cayó, haciendo que él corriese a mis brazos, está vez temblando. - P.pequeño, ya está...no pasa... -no pude terminar la frase cuando otro trueno sonó de la nada, obligándome a cerrar los ojos, nervioso.

Realmente estaba asustado.

-Ho.holly, n.no llores, alimaña. - el nombrado no pareció hacerme caso, por lo que - aún temblando- me obligué a subir las escaleras con el pequeño en mis brazos, el que también temblaba y soltaba ladridos lastimeros.

Lo único que hacía era partirme el corazón.

-Ya...ya está, ey, escucha... - con su mirada fija en mis manos y recostado en mi estómago, comencé a tocar una suave melodía para tratar de calmarlo, como se me había hecho costumbre.

Lo cierto es que no sabia de su nombre, mis dedos funcionaban solos cada vez que se avecinaba una tormenta, como si recordasen algo que yo no puedo.

Y recitando aquel verso acabé mi día abrazado a un animal, ahora más calmado, al igual que su dueño.

-'A veces los sueños...
son sólo palabras
que utilizamos para olvidar
que son cosas que nunca podremos tener,
que nunca podremos sentir.

A quién no podremos querer...

No quiero seguir soñando,
prefiero estar despierto.'

-'Capítulo 60. Rayos.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora