30

73 15 2
                                    

Eran las seis de la tarde cuando mis ojos comenzaron a abrirse nuevamente, dañados por el sol y, sí, también por la mala postura, por la que pude soltar un pequeño quejido mientras me estiraba sobre la cama.
Estaba satisfecho con mi trabajo, lo volví a estar al ver las diferentes pistas listas para ser revisadas y aceptadas, o eso espero...

Siendo sorprendido por mi pequeña mascota, me ví siendo arrastrado hasta la entrada, el pequeño había cogido entre sus dientes la parte inferior de mi pantalón, obligándome a dar pasos para no caer en cada tirón.

-¿Qué te pasa, bola de pelo? - mi mascota comenzó a rascar la puerta con ganas, dejando sus pequeñas uñas clavadas en finas líneas. - Ah, no, no hagas eso Holly. - le regañé aún cuando mi voz era demasiado ronca por haberme despertado recientemente, cogiéndole en brazos para acabar con su maltrato a la puerta. Sin embargo, empezó a ladrar cerca de mí oído, lo que terminó de frustrar e aquel día- ¿Quieres salir? - el cachorro contestó con un insoportable ladrido, aunque poco después comenzó a lamer mis mejillas, como ya era costumbre para el animal. - Yah, está bien. - dije ahora dejándole en el suelo.

Entonces caí en cuanta de un pequeño problema siempre presente cuando esto pasa.-Holly, no puedo hacerlo, podría darme un ataque de ansiedad y...estirar la pata, ya sabes. - susurré mirando hacia la alimaña que seguía moviendo su cola feliz, saltándo de un lado a otro. - Creo que no me entiendes...

Con algo de malestar, abrí la puerta lentamente, encontrándome inesperadamente con el cansado rostro del tal Park _que hacia tiempo que no veía - apoyado de él marcó de la puerta.

Juraría que me había dado un infarto en aquel momento, mi pequeño grito pudo demostrarlo.

-¡Joder! - grité sin pensar, mirándole directamente, realmente eso no me lo esperaba, por algo entré en pánico en cuanto una sonrisa apareció en sus labios, haciendo dos líneas sus pequeños ojos, en los cuales se podían ver dos grandes ojeras. - Park, esto... ¿estás bien? - pregunté moviendo mi cabello nervioso, tratando de tapar mis ojos sin ser demasiado obvio para el menor.

El negó levemente y tan sólo me pude preocupar más.

¿Qué se supone que me pasa?

-¿Quieres...entrar? - pregunté sin saber qué decir realmente, creo que no me cuestioné lo que dije hasta que me agradeció y se introdujo en el piso, tirándose al sofá y abrazado a un par de cojines de inmediato.

¿De dónde se saca la confianza?

Tras un silencio algo incómodo se escuchó su respiración pesada, no podía creerlo... ¿se supone que debe ser normal que tu vecino entre a tu piso en plena tarde y se ponga a dormir como si fuese su propia casa?

Suspirando rasqué la parte trasera mi oreja.

Es como un tic al estar nervioso, ya lo sabéis. ¿Cómo no estarlo si ahora tengo un medio cadáver en el salón?
Tras un rato me decidí por tomar una ducha y seguir con mi trabajo, retocando la canción que tiempo antes había compuesto e ignorando a cierto rubio.

Al menos eso haría hasta que volviese a abrir los ojos, no me quedaba más remedio que esperar para ello.

La noche acabó por caer y el chico comenzó a abrir sus ojos al fin, pareciéndo realmente avergonzado cuando calló en cuenta de donde estaba y lo que había hecho horas antes.

Ahora sí, con mi tapabocas en posición baja para no empañar las gafas que necesitaba para poder utilizar el ordenador en la mesa frente a mi, hice lo más parecido una sonrisa burlona al ver su rostro sonrojarse, y él solo pudo sonreír en respuesta.

-¿Descansaste, Park?

-'Capítulo 30. Siestas de un ángel. '

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora