171

43 8 0
                                    

-Yoonnie, despierta...

Suaves roces cayeron sobre mi cansado rostro. Comenzaron siendo las pequeñas manos de Park, y terminaron por ser pequeños besos en mis mejillas, los cuales me hicieron comenzar a despertar de mi profundo sueño.

-YoonGi Hyung... - los roces pasaron de mis mejillas a mis finos labios. Y quizás, solo quizás, puede que me despertara del todo.

A diferencia de otras veces, cuando nos unimos no fue solo eso, una unión, fue más que eso. Por primera vez el menor comenzó una danza con nuestros labios.

No duró demasiado, pero si lo suficiente como para hacerme sonrojar y arrancarme el aire de los pulmones.

De alguna manera mis brazos se habían enrollado en su cuello, así como los suyos estaban a cada lado de mi cabeza.

Me sonrojé sin poder evitarlo y bajé la mirada, totalmente avergonzado.
Tras eso susurré un "lo siento" que solo llevó hasta una sonrisa en aquellos labios en los que tiempo atrás me había perdido por completo.

-No pidas perdón por algo que he empezado yo, Hyung. - sonreí suavemente al escuchar su voz en aquel tono. Estaba tan cerca que podía notar como las palabras salían de su boca, incluso su aliento aterrizaba en mi rostro - Por cierto...no te incómoda, ¿no?

Mis ojos finalmente se abrieron como deberían haberlo hecho hace tiempo, pero tan solo fue para ver con sorpresa a Park.

¿Me importaba?

¿En el sentido que él pensaba?

No...

En realidad no me incomadaba, al contrario, cada vez que estamos tan cerca mi estómago se vuelve un zoo de mariposas, orugas y pequeños huevos de estas a punto de eclosionar. Mi corazón latía a un ritmo inhumano, sin embargo, era cómodo, como si notase que realmente estaba viviendo.

Volví a mi realidad cuando las caricias volvieron a hacerse presentes en mi mejilla.

-Tierra llamando a YoonGi. - una pequeña sonrisa volvió a salir de nuestros labios, esta vez más tímida e introvertida.- Entonces, no te incomoda o te molesta que yo...ya sabes.

No sé de donde saqué aquel ego, esa horrible confianza y...aquella espeluznante adicción, pero ahí estaban, muy dentro mí. En algún lugar muy retorcido que ni yo conocía.

-No, no lo sé. - sonreí al tiempo que él lo hacía, solo que esta vez él lo hacía más por la risa que por otra cosa.- Humn...tendrás que recordármelo.

Mi "juego" - por llamarlo así - salió a la perfección, en cuanto me quise dar cuenta ya se encontraba de nuevo sobre mí, solo que esta vez era algo más lento y pacífico.
Ambos disfrutábamos, o al menos lo hicimos hasta que el aire se nos volvió a acabar.

-Sabes...no me importaría quedarme recordándote cosas, pero me tengo que ir a la academia.

Entonces hice un pequeño puchero mientras le miraba directamente a los ojos, lugar que parecía brillar con luz propia.

-No te vayas, porfavor. - como si fuese un niño de diez años alargué la última palabra, tratando de sonar tierno para convercerle. leave

Mierda, ¿cuándo me había pasado esto? Yo nunca fui tan dependiente y pegajoso.

Nunca.

En vez de un asentimiento o una aceptación por parte del rubio, tan solo me gané un pequeño beso sobre mi puchero, lo que me hizo sonrojar a grandes niveles.

-Ve.vete, mocoso de mierda. -tapé mi rostro con ambas manos,  pero no parecía tapar mi sonrojado rostro lo suficiente.

Las risas de JiMin lo hacían bastante más difícil de lo que ya me era. Lo fue mucho más cuando se volvió a acercar. Solo que, esta vez, no estaba de humor como para recibir algo de cariño.

-Bésame el culo, idiota.

Mala idea.

-¿Que mierda haces? ¡JiMin, sueltame! - grité con todas mis fuerzas para que el menor se detuviera, sin embargo, ahí seguía, tratando de darme media vuelta sobre mi eje. - Tocame y te corto como a un sushi, ¿entiendes? Aparta. - me puse rojo de la rabia y la vergüenza que me estaba dando, en parte por no saber controlar mi vocabulario y, por otra, por lo que el menor hacía conmigo.
A veces podía tratarme como si fuese un muñeco, no en el mal sentido, no. Resulta que soy tan pequeño y delgado que se me puede mover como una Monster High.

Claro que... Eo no quitaba que yo fuese más inteligente que él.

-¿No tenías que ir a baile? Creo que son casi las doce...-no me hizo falta terminar, para la mitad de la frase ya no había nadie más en la habitación.

Sí fuésemos parte de una animación, seguro que Park habría dejado su figura en una nube sobre la cama.

Reí por el pensamiento, tras lo que escuché como Park se tropezaba repetidas veces en las escaleras, entre maldiciones y malas palabras. Entonces reí de forma más fuerte.

Sin duda, él podría hacer del día más aburrido del mundo toda una aventura.

Su simple presencia ya era una aventura en este nuevo mundo para mí.

-'Capítulo 171. Y despertar así todos los días.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora