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Desperté por tercera vez a la hora de la comida y lo hice simplemente por ello...porque el aroma de un apetitoso plato había llegado a mis fosas nasales.

Lo cierto es que hacía dos días que no metía nada en mi cuerpo, y estaba hambriento.

Traté de levantarme de mi lugar, pero acabé soltando un quejido por las recientes heridas en mi cuerpo.

-Mierda. - susurré aquello entre dientes, pero para mí desgracia fui escuchado por mi vecino, el que - al parecer - había estado cuidando de mi.

-Buenos días, grandullón. - él entró en la habitación con una pequeña bandeja en sus manos, donde supuse que estaría la comida del día de hoy. - ¿Te encuentras mejor?

No fui capaz de levantar la mirada.

No quería que me viese así, tan débil y frágil... Tan roto.

-Ey, mírame. -las rechonchas manos de Park se apoyaron en mi mentón, levatandolo levemente para juntar nuestras miradas- No has dicho nada desde que despertaste...y tampoco has dejado que nadie te ayude a limpiarte.

Mi labio inferior comenzó a temblar ante los recuerdos del día anterior, aquel que por mucho que lo intente, nunca podré olvidar.

-Para...por.por favor, basta.

-Será mejor que te calles, pequeña mierda.

-Basta...

-Hyung, ¿Pasó...pasó algo mientras no estabamos...?

No lo negué, pero tampoco lo acepté. Tan solo volví a bajar la mirada, alejándome levemente para volver a acostarme, esta vez en posición fetal, dándole la espalda mientras miraba el paisaje cubierto de lluvia tras la ventana.

Escuché un largo suspiro por parte del pelirubio, quien peinó su cabello hacia atrás.

-YoonGi, no puedes quedarte así toda la vida...-silencio- ¿No piensas decir nada?

Estaba comenzando a hartarse...le entiendo, quizás debería decírselo, hablar con alguien sobre lo que pasó, sin embargo...no pude evitar desechar ese pensamientos al escucharle gritar y no a cualquiera.

Gritó en mi nombre, y por alguna razón eso me dolió como el infierno mismo.

Ni siquiera lo que mi padre me había hecho me dolió tanto.

-¡Joder, YoonGi! ¡Me tienes hasta los cojones!

Cerré con fuerza mis ojos al tiempo que abrazaba mis piernas, tratando de ocultar los sollozos que escapaban desde lo más profundo de mi garganta.

Por suerte o desgracia el menor pareció oírme, por lo que se acercó a mi, disculpándose varias veces, pareciendo realmente arrepentido.

No es de más decir que el daño ya estaba hecho.

-YoonGi...no, por favor no, no llores, lo siento muchisimo...

Fue entonces, justo cuando tapé mi rostro tratando de ocultarme, cuando mi pequeño "secreto" salió a la luz.

Las manos de Park pasaron a acariciar mi espalda y cabello, lugares donde resaltaba mi agitada respiración, causa del llanto que aún no paraba.
Más tarde se acostó a mi lado, dejando leves e inocentes besos en mi nuca y espalda, logrando que mi respiración se regulase.

Y aunque las lágrimas no dejaran de caer, comencé a sentirme bien de nuevo.

Bueno, no del todo.

-Ji.JiMin...-él no detuvo sus pequeños toques con sus labios, pero hizo un pequeño sonido con ellos, aclarando que me escuchaba -yo...te.tengo hambre.

Una pequeña risa se escuchó entre las cuatro paredes, algo que de alguna forma me reconfortó

Se podría decir que había conseguido pegar uno de mis pedazos rotos.

-Hoy hay gyōzas para comer, Hyung. - me senté recargando la espalda en las almohadas mientras limpiaba los últimos rastros de agua salada en mis mejillas. - Espero que te gusten, las he hecho yo.

Bueno, no es como si hubiese sido la mejor comida del mundo, pero comida es comida. Y yo me moría de hambre...
Aunque, claro, siempre estará el hecho de que, al haberlo hecho él, todo sabía diferente.

Bostecé enormemente antes de meter la última gyōza en mi boca, lo que le pareció gracioso al pelirubio.

-¿Estás cansado, Gatito?

Aquel apodo...

-Ahá... - cerré mis ojos y, para ser sincero, no fue a voluntad propia...fue por las suaves caricias que repartió por lo largo de mi cabeza, bajando después a mi mandíbula

-Si te parece bien podemos dormir un rato y después te ayudo a darte un baño.

Volví a bajar la mirada, pensando en lo que en algún momento fue mi idea inicial de contarle todo lo sucedido, pero claro, luego recordé como me había gritado y...no mentiré, tenía miedo de que lo volviese a hacer.

Puede que sea algo que mucha gente nisiquiera comprende, pero mi mente es algo que no soporta tantas cosas seguidas, no soporta tanto dolor y tristeza, y es por eso que cuando sufro más de lo que puedo, mi mente se desconecta para no poder seguir sufriendo. Simplemente me reinicio para poder procesar todo lo que me ha pasado.

Tengo memoria eidética.

Y es por eso que no puedo olvidar los pequeños detalles.

Puede parecer siniestro, lo sé, pero...lo que no sabéis es que todo esto me duele mucho más a mí que a cualquiera que esté leyendo esta mierda.

-'Capítulo 141. Eidética.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora