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Hace horas que el Internet no llegaba a casa, al igual que la luz, el agua caliente ni...absolutamente nada que se mantenga conectado a la red.

Suspirando sujeté mi molesto estómago. Parecía ser que lo único que hacía era rugir como loco por hambre, incluso podría decir que se estaba empezando a deborar a si mismo.
Todo esto por ser un despistado y no pedir, como era costumbre, la comida semanal en el día anterior pero...¿Quién sabría que sucedería esto? Absolutamente nadie.

-Holly... ¿Es ilegal mandar a un perro como tú a un mercado a comprar algo de comida? - pregunté aquello empezando a deliderar por la falta de alimento, incluso yo me reí por la estupidez dicha.

No puede pasar un solo día sin que algo de comida se pose en mi estómago, al menos el desayuno para mantenerme lleno de vitaminas durante el día. Este tema era muy sensible, y mi rutina se estaba llendo a la mierda, mi salud calló junto a ella.

No puedo tomar un baño para relajarme.

No puedo preparar nada, ni siquiera un cuenco con cereales, lo único que hay son ingredientes inservibles, ni siquiera hay piezas de fruta en el frigorífico.

Y aún así no pude cocinar nada de lo disponible, ya que ni siquiera la vitrocerámica se enciende.

-Bola de pelo...ven aquí - susurré aquello levantándome del sitio, mientras comenzaba a caminar hacia la puerta trasera de mi hogar.

Este tiempo fui seguido por mi mascota, la cual movía su cola feliz, incluso daba pequeños saltos de felicidad.

Cogí aire hondamente antes de salir por aquella puerta de cristal que daba directamente a un pequeño patio trasero.

El patio está siendo bendecido por las lluvias de las últimas semanas...las flores estaban en su mejor momento, todo tenía un color pastel bastante agradable a la vista, y ¿cómo olvidar el aroma a rosas y fresas que todo el entorno desprendía?

Una sonrisa se escapó de mis labios al ver como todo comenzaba a convertirse en un entorno más personal y familiar.

-Holly. - agachándome, cogí entre mi mano izquierda una pequeña pelota con la que el pequeño solía jugar. - Ey, pequeño, ¿quieres jugar?

La cola de la bola de pelo se movió más rápidamente, más aún cuando el tiempo fue pasando y la pelota fue lanzada tantas veces.

-¡Holly, no hagas eso ahí! - grité aquello al notar cómo la alimaña empezaba a hacer sus necesidades en uno de los hermosos rosales. - No pienses que voy a limpiar eso... - ambos conectamos nuestras miradas profundamente.

El momento se vería impactante para cualquiera, bastante conmovedor o incluso épico.
Sin embargo, una carcajada salió de mis labios al ver su figura completamente quieta.

Los ladridos y risas se hicieron presentes por la ridícula forma en la que nos encontrábamos fijando nuestras miradas, al menos estuvieron presentes hasta que cayó la oscura noche sobre nosotros, dando fin a nuestro agradable día.

Una vez más, como hacía ya tanto tiempo que no me permitía, acaricié la cabeza de mi pequeña alimaña sobre mi pecho, ambos acostados en mi cómoda cama de matrimonio, respirando de forma calmada hasta quedar inconscientes tras un magnífico día.

-Gracias, pequeña Bola de Pelo...

-'Capítulo 44.Bola de pelo.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora