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-Hijo...esto debe quedarse entre nosotros dos, ¿de acuerdo?

El de menor edad lloraba en el regazo de su madre de forma descontrolada, tanto que apenas podía respirar sin dificultades. El mismo niño de pelinegro cabello asintió entre sollozos a lo que su madre había dicho segundos antes.

Sí tan sólo su padre fuese como ella.

-Ma.mamá, ¿por qué es malo que ame a Minnie? - el menor levantó su mirada, buscando de forma casi desesperada una repuesta lógica- Si sus padres pueden estar juntos...¿por.por qué nosotros no?

La mujer acogió a su pequeño no tan pequeño entre sus brazos, tratando de darle algo de apoyo en ese difícil momento para él.

-El amor no es lo que está mal, mi niño... - ambos ojos felinos se encontraron, los dos llenos de decepción y dudas.- El problema es que sois dos hombres.

Desperté a eso de las seis de la mañana por el extraño sueño que acababa de tener.

Suspiré pesadamente mientras miraba a mi alrededor, tratando de ubicarme y recordar lo pasado en mi realidad, una en la que - por suerte - me encontré a un dormido rubio a mi lado y dos pequeñas bolas de pelo sobre mi regazo, las cuales no tenían nada que ver con el cliché de "perros y gatos no se llevan bien".

-No os importó antes... ¿Por qué es importante ahora que sea un chico?

Miré los rasgos de Park detalladamente, desde su marcada mandíbula hasta su pequeña nariz, pasando por sus grandes labios y sus pequeñas pestañas. Sin duda era todo un hombre, uno que seguía los esteorotipos al cien por cien, no como cierta persona a su lado.

Quizás eso sería un problema...quizás yo era el problema.

-Porque eso está mal, Yoon, o almenos eso es lo que piensa el mundo en el que vivimos.

Si tan sólo hubiese nacido con otro sexo, entonces, ¿todo habría estado bien? Si no hubiese sido mi género masculino...¿nos dejarían estar juntos?

-Yoonnie...duérmete, es muy temprano. -aquello lo susurro el menor a mi costado mientras apretaba un poco más el agarre que tenía conmigo. - Vamos, ven aquí.

Fue tan vergonzoso ver como el menor apartaba a las bolas de pelo sobre mi regazo y me arrastraba a mi al suyo que, simplemente me quedé en blanco, lo hice más con cada movimiento que hacía. Podría ser mucho, pero no era suficiente para él, tampoco para mí.

A los pocos segundos JiMin se acostó a lo largo del sofá, dejándome a mi sobre él a pesar de tener espacio de sobra para dormir separados.
Mi cabeza se encontraba en su pecho, lo que me permitía escuchar a la perfección cada latido de su corazón.
Por alguna razón, mis párpados volvieron a pesar, por lo que me dejé llevar y los cerré por completo.

Su aroma me tranquiliza y también lo hacen sus suaves caricias en mi espalda, quizás fue por eso que mi mente dejó de pensar desde el primer segundo en el que me dió un poco de atención.

-Oye... - en el momento en el que le llamé era más sueño que persona y quizás fue por eso por lo que simplemente dejé salir lo que llevaba tiempo comiéndose mis neuronas.- ¿Por qué todos piensan que está mal ser homosexual?

Aún debajo de mi cuerpo, soltó un largo suspiro antes de contestar.

-No lo sé. - sus dedos se enredaron en el cabello de mi nuca, dando allí caricias que me hicieron ronronear.-Sinceramente, no lo entiendo, pero... ¿Sabes? Una vez me dijeron que en la sociedad en la que vivimos no importa lo que seamos: homosexuales, transexuales, CIS, heteros, de género no binario, intersexuales... - el menor suspiró, deteniendo sus caricias para poder permitirnos adentrarnos en la mirada del otro- Me dijeron que no importa lo que queramos ser o lo que no podamos ser...me dijeron que lo único importante era sentirse bien con uno mismo y tener la aceptación de nuestra propia mente.

Asentí ante aquellas hermosas palabras, tras lo que volví a dejar caer mi cabeza en su bien formado pecho.

-Sabías palabras...- las caricias fueron retomadas sobre mi cabello, lo que me llevó a cerrar mis ojos de nuevo, ahora con cierta paz en mi pecho.- Jimin-ah... ¿Tú te sientes bien por ser lo que eres?

Un roto suspiro se escucho salir de sus labios al mismo tiempo que su pecho comenzaba a dar leves botes, remarcando cada hipido.

-Gracias a la persona que me dijo eso...sí. - me abracé al cuerpo del menor, esta vez sin tener miedo a lo que pasaría, sin importarme que pensaría de mí.

Yo tan solo quería ser su soporte, como él había sido el mío.

Estuve un tiempo reflexionando mientras su llanto se hizo nulo o al menos demasiado bajo como para ser escuchado.

-Mido...un metro setenta y cuatro.-comencé hablando como si fuese un secreto, supongo que por el gran sueño a mis espaldas- peso cincuenta y siete kilos, tengo muchas, pero que muchas enfermedades a nivel psicológico... Muchos...traumas. - mordí mi labio inferior al pensar en mis siguientes palabras, las que no estaba seguro si debería decir.

Al diablo.

- No recuerdo absolutamente nada desde el veintiuno de marzo del año pasado, es como si...-hice una pausa para tragar duro, tratando de no hundirme en mis propias palabras.-Es como si no hubiese vivido nada antes de ese día. No recuerdo a mi hermano, ni siquiera sé porque mi padre me trata así y... - no lo pude evitar, solté mi primer suspiro tembloroso- mi madre murió hace muchos años y y.yo... - el menor lloró por un rato junto a mí. Ambos desahogándonos de todos nuestros dolores hasta ahora callados, aquellos a los que tememos que enfrentarnos cara a cara, aquellas pequeñas cosas que formaban la realidad.- Además, yo...yo creo que...

-Creo que me he enamorado de un hombre.

-'Capítulo 158. Homofobia.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora