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La marcha de la pequeña manada había sucedido tras completar las 48 horas completas en mi hogar, lo cual me extraño, pero, en fin, podría haber sido peor.

Tal y como podría haber sido...lo fue.

-Holly, bola de pelo, ¿donde estás?

Sería irónico si dijese que hacía horas que no me encontraba con el cachorro, ¿cierto? Pues al parecer aquello era una realidad y sinceramente estaba podiendo conmigo.

-Holly, no te escondas...esto no me gusta.

Busqué por horas por todo mi hogar, desde las salas que únicamente se abrían con una clave, hasta las que tenían sus puertas abiertas de par en par todos los días.
Comencé a desesperarme a la tercera ronda de búsqueda, mi pecho subía y bajaba con fuerza, llegando al dolor y los jadeos.

-¡Holly! - tras el desespero y la ansiedad, aquel intenso dolor había vuelto a cruzar mi pecho como una dura lanza. Me costaba respirar y mi vista comenzó a nublarse, quizás por ello perdí el equilibrio y caí al suelo, donde mi cabeza comenzó a dar intensas vueltas.
Nuevamente, aquellas estúpidas pesadillas iban a aparecer en mi mente.

Cerré los ojos esperando a que la oscuridad llegara, como ya era costumbre en mi extraña vida.

-¡Holly! - el chico de cabello pelinegro gritaba con fuerza el nombre del que era su mascota, con los ojos acuosos y las piernas torpes.

La gente que caminaba por la calle le miraba de forma extraña, pero eso no impedía su búsqueda.

Su mundo daba vueltas, tal y como una montaña rusa, por lo que de vez en cuando caía al suelo tras tropezar con sus propios pies.

En una de aquella caídas, el pelinegro de ojos tristes no logró levantarse, por lo que la ansiedad y el desespero comenzaron a crecer de forma más intensa en su pequeño pecho.

-Mierda, no...

Fue entonces cuando sus ojos se inundaron hasta desbordarse.

Las piernas del pelinegro trataban una tras otra vez de levantarse, siendo nulo su éxito, pues enseguida volvía a caer al suelo, donde volvía a intentarlo.
No pararía hasta que supiese que estaba a salvo.

Aquella bola de pelo ocupaba un lugar muy importante en su vida, tanto que, si algo le llegase a pasar, él podría morir de tristeza.

-¿Yoon? - una voz familiar para el de ojos gatunos se hizo presente. Tras ello, el propietario de aquella profunda voz ayudó al otro a ponerse en pie, aunque, para ser sinceros, era él quien soportaba su peso casi por completo. - Hyung, escúchame, ¿que ha pasado? Tienes que responderme. - la mandíbula del nombrado comenzó a temblar a la vez que trataba de acallar los hipidos, ahogándose en un silencioso llanto.

-Ho.holly. - un fuerte sollozo salió desde lo más profundo de la garganta del chico de ojos tristes. - Hobi...mi pa.padre le sacó de casa, y - buscando algo de calma, en pelinegro sorbió su nariz con fuerza- Él le cogió en brazos y sim.simplemnete le tiró al su.suelo...Holly solo tiene unas pocas semanas...él-lo último que salió de los finos labios del pelinegro fue un simple susurro, uno lleno de dolor y preocupación.-Yo...quiero a mi bolita de pelo, Hobi, yo...

-YoonGi Hyung, despierta.

Mis ojos se abrieron como un golpe de luz, todo a mi alrededor parecía estar en mi contra. El fuerte sol, el horrible calor, el chico frente a mi, la ropa que no me protegió de los golpes, Holly en los brazos de aquel hombre, el haberme saltado dos comidas...esperad, ¿Holly?

Por si fuera poco, mis acuosos ojos se abrieron de forma más brusca, llegando al dolor.

-Ho.holly. - el animal, al escuchar mi voz, saltó de los brazos del menor, corriendo directamente a los míos, siendo más fácil para él porque estaba sentado en el suelo.- ¿Sabes el susto que me has dado...? - suspiré hondamente contra el pelaje del pequeño animal, el cual lamia mis húmedas mejillas, apartando todo el rastro de lágrimas para cambiarlas por pequeñas risas.

-YoonGi Hyung. -la persona frente a mi me extendió su mano, supuse que para ayudarme a levantarme.
Lo cierto es que lo dudé, pero finalmente acepté su ayuda y me puse en pie, sin separarme de mi bola de pelo, claro está .

-HoSeok, ¿cómo...? -una sonrisa en forma de corazón iluminó la no tan pequeña sala, sacándome una algo más pequeña a mi.

-Cuando nos íbamos a ir este pequeño decidió salir como un ninja por la puerta. - una pequeña risa salió de los labios del menor - Mickey, mi perrito, estaba en casa de Jiminnie con Yeontan y Suga. Cuando salimos a sacarles de paseo, nos encontramos con ese diablillo, así que aprovechamos para llevarle también y, bueno, ahora estoy aquí.

-Gracias... - mi voz fue casi imperceptible, o al menos eso pensé al ver la mueca de confusión de Jung.

-Como sea...no creo que me quieras aquí, así que...- la mueca en sus labios se hizo más grande, como si aquello le doliese.- Volveré a por Mickey y me iré a casa. - en cuanto dijo aquello comenzó a caminar hacia la puerta principal, con la intención de cumplir sus palabras-Nos vemos, Hyung.

¿Quién eres tú?

-Min YoonGi ha muerto, yo mismo le maté.

-Espera, ¡HoSeok!

Nuestras miradas se conectaron por un segundo, incluso Holly parecía estar serio en ese momento de tensión y pleno silencio.

-¿Sí?

Suspiré profundamente antes de dejar salir mis pensamientos sin más, como un acto reflejo.

-Yo...¿Podría conocer a Mickey?

-'Capítulo 127.Mickey.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora