92

48 8 5
                                    

Lamidas llegaban una tras otra a mi mejilla, cosa que, en la mañana del veinte de junio, me hizo sacar una mueca molesta, una que después fue cubierta por otra sorprendida.

-¿Holly...? - mis ojos se abrieron de golpe cuando una de las lamidas calló en mis labios, cosa que me hizo reaccionar.

Aunque mis ojos fueron dañados por la luz...mereció la pena.

-Holly, Dios, te he extrañado tanto. - apreté al animal contra mi pecho, sin ser demasiado fuerte el agarre, solo lo suficiente como para sentirme lleno- No me dejes volver a hacer eso, bola de pelo.

El animal me miró confuso, volviendo a dar sus "besos caninos" por toda mi cara, cosa que me sacó una risa - bastante contagiosa al parecer.-

Cuando quise darme cuenta, Jimin se encontraba frente a mi, sentado bajo la ventana donde solía colocarme para escribir o simplemente verle balancear sus pies en el columpio.

-Park... - mi voz fue apenas un susurro, pero fue suficiente para hacer detener la risa del menor, aunque la sonrisa en sus labios seguía presente.

-Buenos días, YoonGi Hyung.

El arrepentimiento llegó de golpe nuevamente a mi, la consciencia me pesaba demasiado en ese momento.
Así que simplemente me dejé llevar cuando, con el animal aún en mis brazos, me levanté del lugar para avanzar hasta él, quien tenía sus brazos abiertos levemente, dándome a entender que podía acercarme.

Sus brazos rodearon mi cintura mientras yo trataba de esconder mi rostro en su cuello sin aplastar al animal entre nosotros. Y en ese momento me sentí tan cálido y reconfortado que...por el demonio, es como si él fuese la morfina de mis sentimientos.

-Lo siento... - decidí romper el silencio tras un tiempo estando abrazados, tiempo en el cual Holly había pedido bajar de mis brazos para - seguramente- alimentarse y hacerse cada vez una bola más grande de grasa que de pelo.

-No tienes nada por lo que pedir perdón, Hyung.

-¡Claro que lo tengo! Yo...fui un idiota. - el rubio borró su sonrisa, esta fue sustituida por una mueca.

-¿Estás...? - no le deje seguir, simplemente asentí.

-Me las estoy tomando...lo...lo estoy intentando, lo juro. - por alguna razón mis ojos comenzaron a sentirse débiles y yo demasiado pequeño- Yo...no me encontraba bien, y te fuiste, no sabia que hacer, y.y se me olvidó, tuve un sueño extraño y traté de olvidarlo con algo de alcohol, pe.pero se me fue de las manos y... -no pude terminar cuando mi voz terminó por quebrarse, no quedándome otra que soltar lágrimas silenciosas sobre su pecho, mientras agarraba su camisa con fuerza. Me sentía realmente inútil -Lo si.siento muchísimo...

Sus brazos me acercaron lo más que pudieron a su pecho, siendo suave el contacto de su piel con la mía, incluso a través de la ropa, incluso de esa manera podía sentir su calor y, bueno, se podía decir que, de cierto modo, extrañaba todo eso.

-Lamento decepcionarte...

Una leve risa se escuchó en el lugar, sonando bastante cortante para el ambiente que todo esto había tomado.

¿De qué se reía?

-No seas idiota, la culpa es mía, no debí dejarte solo, ni siquiera me despedí como debía.

-No...

Lentamente, sin ser brusco, alejé mi cuerpo del suyo, soltando un suspiro molesto por la falta de calor.

-Debería poder cuidarme bien solo...por dios, tengo veintisiete años, debería...agh- refregué con las manos mi cara, tratando de quitar toda la frustración, sin embargo, mis dedos temblaban, por lo que se me hacia difícil relajarme.

Traté de respirar profundamente para calmar mis pensamientos, era como si pinchazos llegaran a mi cabeza cada vez que recordaba el tema...
Lo único que pude hacer fue sentarme en el borde la amplia cama y seguir sobando mi rostro, cada vez con un mayor peso sobre mis hombros.

-Hyung...no cualquier persona con veintisiete tiene las mismas...-la voz del menor se hizo menor a cada palabra, cortando todo aquello como si un de un cuchillo cortando el aire se tratase.

Entonces no pude soltar una risa irónica, mirando directamente al menor, sinceramente, estaba algo frustrado.

-Enfermedades, Park...son enfermedades-mi mirada bajó nuevamente hasta mis manos cuando me encogí de hombros, su mirada estaba siendo demasiado penetrante como para poder soportarlo- No tengas miedo de decir las cosas por su nombre...

-YoonGi Hyung...déjame ayudarte...no solo yo, deja que te ayudemos, los seis.

El menor levantó mi mentón, obligándome a verle directamente a los ojos.

-¿Aceptas? - preguntó aquello sin dejar de mirar cada uno de mis movimientos.

Estaba realmente nervioso, quería salir de ahí, pero cada vez que apartaba la mirada, sus pequeñas manos se aferraban a mi mentón para obligarme a verle directamente de nuevo.

Cerrando mis ojos por unos segundos, asentí levemente, viendo al abrirlos una gran sonrisa por parte del rubio.

-¡No te arrepentirás!

Pero yo ya lo hacía...

-'Capítulo  92. Resaca.'

Memorias de un idiota «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora