Querido diario:
Eres el único que me comprende en este mundo lleno de basura materialista así que, te lo pregunto directamente ¿debería irme de esta sala llena de mimados ricos o permanecer aquí para mejorar un poco la calidad de vida que me cargo? Espero que me respondas rápido porque siento la mirada de alguien en mí.− ¡Señorita Ryland! − azotó la regla de madera en una de las paletas de las sillas para hacer un escándalo - ¿podría prestar atención a la clase?
Asiento sin levantar la vista de mi diario, pero cuando lo hago me encuentro con Richard Coleman mirándome fijamente y al darse cuenta que lo vi, se gira rápidamente hacia su novia.
Hice una mueca incómoda y regresé a mi cuaderno, pero esta mujer está dispuesta a seguir − ¡Señorita Ryland! ¿Acaso es más interesante lo que lee que, mi clase? − dice con las manos en la cintura.
La miro, le muestro mi mejor sonrisa y subo los pies a la silla vacía frente a mí.
− Sí, es un enorme placer leer esto mucho más que su clase − respondí y se tiñe de rojo su cara.− ¿Podría contarle a la clase lo interesante que contiene su libro? − cuestiona y se vuelve más enorme mi sonrisa.
− Dice aquí, que es una estupidez de clase y que un mono con sífilis, la daría mejor que una cuarentona llena de soledad y sin apetito sexual.
Todos me miran, consigue automáticamente la placa en la frente que dice "problemática" desde que llegue, pronto la profesora se acerca a mí y me toma del brazo con fuerza para levantarme. Normalmente tengo la fuerza suficiente para evitar que lo haga, pero hoy estoy flexible. La dejo que haga lo que quiere y me lleva al frente justo al lado de la próxima Lady Di de mi generación o mejor conocida como la novia del ricachón que me miraba hace unos instantes. ¿Es tan perturbador que se llame Diana o solo me asusta a mí?
− Te sentarás frente a mí de ahora en adelante, hasta que yo de por terminado el lapso − asentí sin abandonar mi pose serena.
Siguió explicando más y más me parece todo tan lento que deberíamos de hacer algo entretenido. Saqué un cigarro de mi bolsillo, lo puse entre mis dientes mientras que encendía el fuego. Cuando lo hice le di una fuerte calada. Si eso no me hacía relajar no sé qué más deba a hacer.
− ¿Disculpa? − dijo una voz a mi lado y toco mi hombro.
La mismísima Lady Di − ¿Qué se te ofrece? − pregunte y por mi nariz se escapa un círculo de humo.
Me mira aterrada, pero se mantuvo firme − ¿Podrías dejar de fumar? Estas muy cerca de mí y dejaras el olor impregnado en mi uniforme.
Su tono amable debería de convencer, pero nah, olvídalo, princesa hoy no es tu día.
− No, pero gracias por la sugerencia − me levante de un salto de la silla con mi vieja mochila en mano y camine hasta la puerta.
− ¿A dónde cree que va, señorita? − la voz grave de la profesora de verdad me estaba estresando.
− Afuera.
La deje con la palabra en la boca y salí sin rumbo, solo me paseo por toda la escuela hasta que termino en el estacionamiento recargada en mi viejo Galaxie. Solo veo como todos caminan acompañados y en orden, que clase de gente está tan tranquila siempre. En cuanto salí del salón me acabe el cigarrillo, así que tal vez me haga falta otro. El ser parte de una escuela que tiene solo una clase de alumnos no me ayuda a pasar desapercibida, es absurdo el usar ese uniforme de falda hasta la rodilla, camisa blanca acompañada de corbata azul y sobre todo los hombres con ese trajecito de abogados mediocres. No me podría dar más asco pertenecer aquí pero no lo negaré si una universidad ve este nombre en tu solicitud serás la principal candidata.
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𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎
Teen Fiction𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨: 𝐓𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚𝐫𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐚𝐬, ¿𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐚 𝐭𝐚𝐥 𝐠𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐫...