Capítulo 10

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El camino a mi casa no fue tan largo como antes me lo parecía, tal vez se lo pueda atribuir a que estoy algo contenta. Al llegar a casa de Coleman he recibido mi segundo pago y he ido al super sin tener que contar las monedas. Me estacione frente a la casa como todos los días, aunque hoy algo en mi puerta que no espere.

En cuanto bajé del auto y cerré la puerta se puso de pie con una sonrisa, además de maleta en mano.

— ¿Mamá? ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas con una amiga — di de nuevo su ingeniosa excusa para desaparecer.

— He vuelto, no he podido dormir pensado en lo sola que te deje — dijo en cuanto pase a su lado con las bolsas en mano.

— Ya, ¿pretendes que te crea esos cuentos? Nunca te preocupaste cuando era pequeña.

Abrí la puerta sin invitarla a pasar, pero de igual manera entró. Se mantuvo quieta recargada en el borde el viejo sillón.

— ¿Cómo conseguiste todo eso? — cuestionó

— Tengo un nuevo trabajo donde me pagan muy bien — respondí.

Puse todo el contenido de las bolsas en la mesa para acomodarlo en las alacenas.

— Iba a entrar, pero cambiaste la cerradura — comentó

La miro fijamente observo que tiene pequeños hematomas morados repartidos en el cuerpo.

— Lo hice, voy a ir reparando la casa poco a poco y no me ayuda que alguno de tus exnovios drogadictos vaya a abrir para llevarse mis cosas.

Asiente apenada.

— Iré a dejar mis cosas a la habitación — anunció tomando su maleta.

Quiero hablar, quiero gritarle que no la quiero aquí porque ella trae problemas, pero no puedo hacerlo. Desgraciadamente es mi madre y no podré cambiarlo nunca.

—¡Gato! — él nunca me abandona —¡te traje comida de verdad!

Gato salió por el estrecho pasillo beige con algo de entusiasmo además de su plato en el hocico. Es un perro muy listo.

— Aquí está lo prometido, Gato — en cuclillas acomodé el plato para dejar caer la comida que le compré.

La miro con atención para luego olerlo durante unos segundos, me miró se dio la vuelta y desapareció por el mismo pasillo. Ja, Gato es mucho más exigente que muchos.

—¡Ven aquí, Gato! ¡No compre comida de perro solo para que me mandes a la mierda, malagradecido! — grite, pero nunca volvió a salir.

— ¿Por qué le gritas al perro? — cuestionó mi madre — ¿y por qué le llamas "Gato" es un perro?

Puse los ojos en blanco, nadie jamás podrá entender la simple satisfacción que me da el poder llamar a alguien como su contrario.

— No es nada, ¿dónde estabas? — pregunte metiendo las demás cosas al refrigerador.

Un momento desde cuando compro leche de soya, el cajero debió equivocarse.

— Con unos amigos, sabes ellos iban conmigo a la preparatoria cuando conocí a tu papá

Está de pie en la sala con una bata ligera con muchísimos colores apagados. Parece que el arcoíris malvado le vomito encima.

— Mamá, deja de mencionar a ese hombre, ni siquiera lo conozco como para hacer algún comentario de él.

Terminó de acomodar todo justo a tiempo para poder darme un baño tranquila con agua no congelada.

Querido Diario:

Hoy no fue mi mejor día, pero tampoco fue el peor, alguna vez leí en algún lado que siempre debes esperar lo peor de algo así no te vas a decepcionar cuando ocurra. Y déjame decirte que es cierto, no espere hoy encontrar a mi madre alcohólica sentada en el porche de mi casa. Da igual siempre estaré en este círculo vicioso en el que vivimos los hijos de nadie, descansa viejo amigo.

Puse mi diario en la tapa del inodoro para entrar a la regadera y hundirme en el chorro de agua que por primera vez aquí era abundante y perfecto para un baño.

—¡Rory! ¡Alguien te busca afuera! — grita y salí del agua rápidamente

Nadie sabe dónde vivo, ¿quién me busca?

— ¿Quién es? — pregunte cerrando la llave.

— No lo es, no abrí la puerta solo vi por el picaporte cuando tocaba. Es un chico viste elegante, tanto que trae corbata

Coleman, ¿Qué está haciendo aquí? ¿Y cómo sabe dónde vivo?

— De acuerdo, mamá, gracias iré ahora pero no vayas a salir ve a tu cuarto.

— Bien.

Dejé de oír su voz y salí con cuidado de la regadera pisando la blusa que me acabo de quitar. Me enrolle en la toalla. Llegué a la puerta y la abrí sin pena.

— ¿Qué? — solté.

Richard se quedó asombrado y me miró de arriba a abajo. Lleva un pantalón de vestir gris y una camisa azul rey junto a una corbata en combinación con su pantalón.

— ¿Por qué estás en toalla en público? — cuestionó.

— Así me gusta andar en mi casa para más placer — levanto una ceja — Me estaba duchado, idiota. ¿Qué haces aquí y cómo sabes dónde vivo?

— Perdón no sabía que estabas bueno no importa, le pedí a Jeffrey que investigara dónde vivías porque necesitaba hablar contigo y no me respondiste mis llamadas.

— Se le termino la batería a mi celular, pero no has respondido mi pregunta, ¿qué haces aquí?

— Necesito verte mañana — declaró.

— No, mañana yo no trabajo así que... buenas noches, cuídate en la calle. Aquí roban

Intente cerrar la puerta, pero su zapato estaba estorbando.

— No te lo pregunte, te lo avise. Mañana ve a mi casa tengo cosas que hacer contigo y antes de que me mandes a cualquier lado ten claro que lo que te pago es muchísimo dinero.

— Si no te gusta pagarme entonces no me busques más y listo.

— Ryland, necesito en serio resolver ciertos asuntos y para eso debo contar con tu presencia.

— Bien, lo haré pero que sea la última vez que me fuerzas a ir a tu casa, ¿trato?

— De acuerdo, ahora debo irme, buenas noches — dice dando la vuelta y bajando los escalones con cuidado.

No tendrá otra ropa o algo así. ¿Quién con dieciocho años se viste así? Cierro la puerta y le coloco llave para evitarnos algún tipo de asalto como los que acostumbran en este lugar. Me doy la vuelta y mi madre está de pie esperándome con una sonrisa en su cara.

— ¿Ese chico es tu novio? — pregunta pícara.

Pongo los ojos en blanco y suspiró.

— No es nadie, así que no sigas insistiendo con lo de un novio.

— Nunca he conocido a ninguno y, no me sorprendería que él fuera tu novio. Es idéntico a tu papá bueno en la forma de hablar y vestir. Yo siempre me preguntaba por qué tu papá siempre vestía de traje aún en fin de semana — se muerde la uña pensando felizmente en sus memorias que lastimosamente no me incluyen.

— Iré a terminar de bañarme, en el refrigerador hay comida si tienes hambre.

— ¿Rory? - su voz era casi inaudible la miré y se sonroja — nunca te lo dije, pero me fascina tu cabello, es como yo siempre soñé tener

Se va hacia la cocina dejándome de pie a la mitad de la sala pensando en lo que dijo.

𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora