Capítulo 39

946 108 12
                                    

— Eres el amor de mi vida — dice Jimmy acariciando mi piel.

Nuestras manos están entrelazadas, mientras las luces azules llenan la cancha. Stop! In the name of love casi se revientan las bocinas.

Su mirada me volvía loca, y la sonrisa boba de mi cara se notaba.

— ¿Me amas? — pregunto apretándome un poco la cintura, mis brazos rodean su cuello pues estamos en un baile lento.

— Te amo con mi vida — dije din dudarlo.

Sonrió y se acercó para darme un pico rápido pues la maestra podría vernos y hacer un escándalo.

— Esta noche tengo una sorpresa — dice en voz baja con una sonrisa encantadora.

— Dime, por favor

— No, bebé. Si lo hago no será sorpresa, pero sé que te va a gustar — de pronto su sonrisa se vio oscura, sudor le corría por la frente y ya no estábamos en la cancha estamos en su casa más específicamente en su cuarto los cuadros de autos deportivos junto que algunos diplomas en la pared siguen justo como recordaba. Miro hacia abajo y estoy en ropa interior junto a los tacones que me presto la hija de mi vecina.

— ¿Jimmy? ¿Dónde estamos? — dije confundida, no sé cómo llegó aquí.

Se recargo en el escritorio mientras se desataba la corbata mirándome con una sonrisa de superioridad. Se puso de pie para llegar hasta donde estaba y tocar mi piel desnuda

— Estamos a mitad de mi sorpresa, solo quítate la ropa y estaremos juntos para siempre.

— ¿Me amas? — pregunte nerviosa.

— Más que a mi vida, quiero que seas mía en todos los sentidos para poder ser tuyo.

Su mano recorrió mi vientre hasta llegar a mi cuello y la caricia de pronto se convirtió en un agarre con fuerza.

Me desperté con la respiración agitada como si la pesadilla hubiera pasado a la realidad.

— ¿Cariño, estás bien? — Lassie se acerca hasta el sillón y me pone una mano en el pecho para calmarme.

— Si, solo fue un mal sueño ¿qué hora es? — pregunte limpiando mi sudor con la muñeca

— Ya pasó, tranquila — me acaricia el pelo despacio — quítate el suéter, hija, esta sudado y te vas a enfermar.

Me quité el suéter por la cabeza, quedé en mi blusa de tirantes. Una manta cae sobre mis hombros cubriendo mi cuerpo del frío. No sé de dónde salió, pero es calientita.

— Listo, estarás más cómoda ahora mira lo que compré en ese pretencioso festival cuando me abandonaste.

Abre la puerta y sale para volver cargando con ambas manos una cosa de un metro color negro y con una forma muy rara, se apura para ponerlo frente al sillón donde estoy.

— Compre esta pequeña estufa de leña, tiene un compartimiento para meter por aquí la leña y el fuego empieza a salir si lanzas un solo cerillo.

— Wow, estás muy preparada — dije.

— Mujer preparada vale por dos, nena.

En la cosa abre un espacio y acomoda unas ramas pequeñas, para después soltar un cerillo en el agujero de la parte de arriba donde saldrá el fuego.

— Bien, mientras el fuego sale iré a calentar un poco de leche para que te calmes.

— Ya estoy calmada, Lassie.

Niega con la cabeza, y va a la cocina donde enciende la estufa. De pronto una llama naranja casi roja sale empezando a brindarme calor, que buen servicio. Se acerca con vaso humeante y lo deja sobre la mesa.

— ¿Entonces ya estas más tranquila? — pregunta preocupada.

— Si, gracias por esto — dije señalando alrededor.

— No te preocupes, luego me lo pagarás. ¿Quieres hablar de lo que soñabas?

— No, jamás le he contado a alguien lo que sueño y no lo haré ahora — dije quitando su mano de mi hombro.

— Esta bien, yo lo respeto, pero tal vez deberías solo considerar ir a terapia como me dijiste que te comento Erik.

Me paso la mano por la frente — ¿Podemos dejar de hablar de ellos por favor? Ahora no quiero saber nada de ninguna persona

Como arte de magia mi celular comienza a sonar en mi bolsa y me tapo la cara con una almohada ignorando el sonido

— ¿No responderás?

— ¿Ni rispindiris? No ya he dicho que no hablaré con nadie.

Pone los ojos en blanco y regresa la cocina, pero el molesto sonido sigue sin parar una vez.

—¡Chingado! — salto del sillón, tomo mi bolsa y saco mi celular

— ¿Qué? — pregunte.

— ¿Estás bien? — la voz de Erik es como un vaso de agua fría para el fuego que estaba creciendo en mi pecho del enojo.

— Si, solo que no vi quién llamaba ¿por qué tanta insistencia?

— Necesito hablar contigo — si hay algo peor en el mundo que esa frase, díganmelo para que esta sensación de miedo se me vaya.

— ¿Mañana nos vemos si tienes urgencia? — propuse, pero me colgó.

Me quité el celular del oído y de pronto un golpe en la puerta me hizo levantarme, la abrí con la mirada curiosa de Lassie pegada a mi espalda la brisa helada entró en cuanto abrí toda para poder verlo, Erik estaba frente a mí con una expresión triste.

— Debí avisarte que venía para acá, pero me urgía verte de verdad — me hice a un lado para dejarlo entrar, pero negó con la cabeza.

— Preferiría hablar aquí afuera, si no te molesta.

No dije nada, pero salí cerrando la puerta tras de mí, estar frente a él nunca me hizo sentir tan rara como ahora en este momento. Sus ojos se ven rojos y cualquiera puede ver que la estúpida alegría que lo acompaña ya no está.

— ¿Entonces de qué quieres hablar que es tan importante que tuviste que venir? - le pregunté cruzándome de brazos

— ¿Recuerdas que aquella ocasión en la que hablamos, te mencioné que lo único que queda de mi familia es mi abuela y mi hermana?

Asiento — Si, lo recuerdo, ¿estas bien?

Agacha la cabeza, cierra los ojos y respira hondo. Cuando vuelve a mirarme siento un escalofrió por todo el cuerpo.

— Cuando mi hermana me llevo con ella hace un rato, le avisaron que estaba en el hospital — literalmente sus ojos se ven rojos al mencionar eso.

— ¿Pero que le pasó? ¿Está bien? — le puse una mano en el hombro, pero negó con la cabeza.

— Tiene cáncer de huesos — dice en voz baja mirándome a los ojos. Está irreconocible, no lleva el cabello peinado hacia arriba como siempre. Lleva una sudadera gris con capucha y unos pantalones negros.

𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora