Capítulo 45

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Es un espantoso lugar, está en medio de un terreno abandonado desde aquí puedo escuchar la música y un par de chicos están afuera fumando. Lo bueno es que la escolta me acompaño.

—¡Hey! — les grité en cuanto tuve mis pies fuera del auto.

Ambos quedaron despavoridos al verme. La chica me miró con los ojos entre cerrados intentando algo.

— ¿No eres tú el que va a ser presidente o algo así? — pregunta sonriendo.

— No, pero necesito que me respondas algo — dije, pero el chico que estaba con ella se le puso enfrente como escudo

—¡Ella no hablar de nada contigo, frodo! — suelta molesto.

Pensé que sólo Ryland me veía el parecido. Debo volver a usar mis lentes de contacto.

— Solo quiero preguntar si ha visto a una chica ahí dentro — explique y asiente — se llama Ryland mide al menos uno setenta, complexión delgada y tiene el pelo morado.

El chico lo piensa, pero ella le da un golpe en la cabeza y me mira emocionada.

—¡Si, güerito! ¡haya adentro está bien prendida! — cuenta emocionada.

— ¿Prendida? ¿Qué es eso? — pregunte confundido.

— Carnal, significa que está bien ebria por allá en la pista — dice.

Ni siquiera les agradezco, corro a la entrada que consiste en una cortina de lazos de colores. El ambiente está más que saturado huele a alcohol y mucho incienso o lo que sea, pero el aroma es insoportable, camino abriéndome paso entre todos ellos.

—¡Ryland! — grite, pero la música estaba muy fuerte.

Entre más avanzo más eterno me parece este lugar, las luces verdes no me ayudan a reconocerla. Chocó con una pareja que se estaba besando en un rincón, el sujeto me mira enojado mide casi dos metros y no es que sea miedo, pero prefiero evitar el conflicto.

Me giro antes de tener que toparme de nuevo con otra escena. Tengo enfrente a una chica con el maquillaje corrido y el pelo alborotado, luce como si fuera un fantasma y me preocupa como pueda estar Ryland.

—¡Llegaste, rarito! — gritan a mi lado y de pronto tengo a alguien abrazada a mí.

— ¿Ryland? — se apagan las luces y me preocupa morir aquí. En cuanto encienden unas rosas veo que es ella quien se aferra a mí.

— ¿Por qué tardaste? — pregunta sin soltarme.

La abrazo con fuerza intentando que no se vaya de mi lado, ella también se aferra a mí de una manera más fuerte ya no siento el olor a limón que traía hace un rato.

— ¿Estás bien? — le cuestionó y se separa un poco de mí.

— ¿Y si nos vamos? — me pregunta entonces arrastrando las palabras. Huele a tequila y a marihuana. Una parte de mí quiere llevarla a otro lado para hablar en privado, pero en este lugar puede pasar algo.

Asiento y la llevo hasta la salida casi cargando pues esta tambaleante e intenta sostenerse de todo. La tengo conmigo sana y salva al menos eso me calma.

***

— ¿Te puedes poner de pie? — pregunte cansado.

Hemos llegado hace un rato a mi casa y la he traído a mi habitación. No sé ha quedado quieta en ningún momento decidió poner música con la cual ha estado según ella bailando. Mientras grita la letra que me perfora el tímpano. Jamás creí que vería esta faceta de ella, se comporta como una niña sé que es el efecto del alcohol combinado con las drogas. Pero ya colmo mi paciencia.

𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora