Capítulo 13

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Domingo por la mañana:

Voy de camino a la cafetería donde conocí ayer a Lassie, no sé si todo lo que dijo era verdad, pero lo voy a averiguar en cuanto cruce esta puerta. Entre con dificultad pues la estúpida puerta se atoro.

— Hola, forastera — está sentada al lado de la entrada con los brazos cruzados detrás de la cabeza y sus sucias botas de leñador en la mesa — puedo decir que eres curiosa.

— Puedes decir lo que sea menos que la curiosidad me mató. Además, quería tomar un café sin tener que escuchar a mi madre dar lata.

Frunce el ceño y se baja para acomodarse mejor como una persona normal. Lleva un gorro de lana que dice "BOSS" en letras grandes, casi logra aplacar su esponjoso cabello

— Pensé que vivías sola, forastera — admite.

— ¿Acaso doy la pinta de alguien que no soporta estar con otros? — le pregunte

— Así es, y déjame decirte que no es algo de lo que debas sentirte mal. Nosotras somos personas que no toleramos mucho la estupidez humana, aunque claro también tenemos nuestros momentos

— ¿No deberías estar trabajando?

— ¿No deberías usar ropa de invierno? ¿O acaso las mallas de red te dan calor? — atacó

— Touché.

Se ríe y se agita hasta llegar a una tos algo profunda que casi se convierte en un ataque. Debería de hacer algo, pero nunca me enseñaron a hacer algo por un enfermo, saco mi cigarro y lo coloque en mi boca mientras busco el encendedor.

Por fin se tranquiliza y logra respirar normal — ¿Nunca te enseñaron a ayudar a alguien que está a punto de morir? — pregunta molesta

— La verdad no, mi mamá no fue muy buena criando a alguien decente. Además, si eso estaba escrito no me podía interponer en los planes del destino.

— Estás perdonada, solo por ser demasiado fría. Dios hacía tiempo que no me sentía así — me mira mientras se queja — el cigarro casi me mata.

Por fin encontré el encendedor y me dispuse a encender el cigarro hasta que me miró diciendo; no te miento es cierto. Así que después de buscarlo ni siquiera pude encenderlo.

— ¿Por qué debería creerle a una extraña? — pregunté

— Porque si me haces caso te daré un café gratis y uno de verdad no como el que vende este lugar de mierda.

— Tú eres la dueña — apunté y se encoge de hombros.

— Eso no quiere decir que me guste todo lo que servimos — dice obvia y asiento porque en realidad tiene sentido.

Se pone de pie. Camina hasta una puerta que dice solo personal autorizado. En realidad, pensando en lo que dijo, no siento mucho frío casi siempre uso esta falda de cuero que no llega más que a la mitad de mis muslos, pero este año he comenzado con las medias de red que me fascinan por el contraste que hace con mi piel blanca, miro alrededor y veo que como todo el tiempo me he ganado las miradas de algunos por mi estilo. El cabello morado fue la cereza del pastel para esta gente, el primer día de clases llegue tal y como siempre voy, fue un escándalo enorme, mamás y profesores preocupados porque sería una mancha negra en la historia del colegio, y sinceramente no sé cómo logre escapar de esa ola de odio.

—¡Aquí tienes! — anuncia dejando un vaso frente a mí.

Lo tome con cuidado y siento el ligero aroma de canela con vainilla salir. Le di un sorbo y... por todos los días es el café más bueno que he probado.

𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora