Capítulo 08

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— ¿Estás llorando? — pregunta contento —¡Oigan vengan aquí, Ryland está llorando!

Los demás se acercaron a mi alrededor riendo felices.

— Oh, pobre huérfana — dijo Susi.

— Yo moriría si tuviera que vivir como ella — soltó Patricia y me arrojo una bola de lodo.

—¡Arrojen lodo a la basura! — grito Susi tomando una bola y lanzando justo en mi camiseta blanca.

—¡Quiere llorar! ¡Quiere llorar! — gritaron antes de tomarme de la cola de caballo y hundirme en el lodo.

Desperté de golpe empapada en sudor, vaya, hacía tiempo que los recuerdos no jugaban así. La luz de la luna da a todo mi cuarto por la enorme ventana rota como si fuera una lámpara, me senté en la orilla de la cama esperando a que el sueño me llegara de nuevo, pero no llego.

Algo se paseó por mis pies. — ¿Gato? ¿Eres tú?

Gato salió de bajo de la cama y se acostó de nuevo en mis pies.

— Siempre estás ahí ¿verdad? — ladra — de acuerdo, no me grites, ya entendí.

Me recosté de nuevo en mi cama, pero esta vez, Gato se acostó al lado mío jadeando como siempre y con la lengua de fuera. Nunca me gustaron los animales, pero al final del día sin importar nada él se queda conmigo en la porquería de casa.

— Vamos a descansar, amigo necesito tener suficiente descanso para poder evitar matar a Coleman.

***

Siete de la mañana.

Hoy tuve que llegar en autobús a la escuela y para añadir emoción está lloviendo a cantaros, perdí el paraguas así que me cubro con la mochila como puedo hasta correr a la entrada.

Pisando el mármol de la escuela las miradas se posan en mí. Como es costumbre finalmente. Veo como termino mi mochila después de usarla para cubrirme y sigo recibiendo miradas de todos. Doy la vuelta y veo en el estacionamiento a los tortolitos peleando debajo del paraguas que los cubre a los dos. Richard está derecho sin siquiera encorvarse un poco mientras discute de hecho parece muy calmado a diferencia de Diana que está a punto de romper a llorar de lo roja que está.

Decido dejar todo lo que se salvó en mi casillero, pero Brooks está de pie frente a él esperándome con una sonrisa en la cara. Llego hasta ahí con los brazos cruzados esperando a ver qué más puede hacer.

— Buen día, púrpuzorra, ¿no es un lindo día? — dice caminando alrededor de mí.

— ¿Para eso estorba tu presencia en mi casillero? ¿Para darme un saludo ridículo? — sonríe y asiente — hazte a un lado Brooks.

Se aleja bastante rápido cuando camino hacia mi casillero y los demás también lo más probable es que algo explote o hayan dejado sus típicas cartas de odio. Antes de que logre poner mis números en el candado un Coleman molesto y alterado se me acerca muy rápido.

— Ryland, buenos días — saluda molesto — necesito que nos veamos a las dos en punto es importante y no llegues tarde en absoluto.

Asiento sin decir nada y abro el casillero. Pintura púrpura sale disparada hacia nosotros manchando todo desgraciadamente hasta a Coleman que no se fue tan rápido como hubiera querido.

Abre la boca con asombro y se quita los lentes rápidamente, sus ojos fueron sobrevivientes pero lo demás de él no. Mi cabello está empapado de esto al igual que mi cara y ropa. Ni siquiera me molestó en limpiarme porque sé que va a esparcirse más. Brooks aparece atrás de nosotros riendo hasta que ve que también lo afectó a él.

— ¿Coleman? ¿Eres tú? — pregunta y luego se llena de pánico al ver que si lo es - lo lamento no pensé que fueras a estar cerca cuando la bomba de pintura explotará.

— ¿Tú fuiste el creador? Deberías de dedicarte más a la escuela y menos a hacerle bromas de mal gusto a Ryland — dice y Brooks se encoge de hombros y asiente — ahora discúlpenme, pero debo ir a limpiarme esto del uniforme.

Se va dejándome de pie quitándome la chaqueta.

— ¿Qué hacia él cerca tuyo? — preguntó molesto.

— No es de tu incumbencia y para que lo sepas mi cabello es morado, no púrpura. Hay una ligera pero notable diferencia — dije saliendo del pasillo rumbo al baño.

Frente al espejo intento sacarme lo más que puedo de pintura, pero es casi imposible necesito ducharme y cambiarme. Sería muy malo perderme la clase de "Política para las futuras reinas". Mientras planeo mi huida la puerta del baño se abre y el sonido de unos tacones golpeando el piso llena el lugar.

— Vaya, Ryland se nota que te gusta mucho llamar la atención de todos — dice sonriendo con los brazos cruzados en su pecho.

Tiro la toalla de papel con la que me limpiaba al cesto y doy la vuelta para mirarla.

— Vaya, Diana se nota que te gusta mucho seguirme — dije imitando su voz chillona.

Hace una mueca molesta y se acerca hasta mí.

— No lo haría si no me imaginara que buscas obtener algo de mi novio. Ryland entiéndelo bien tú y tu trastorno no me van a quitar a mi novio como a todas las chicas de aquí.

— No te has preguntado nunca, ¿no existe una posibilidad de que todos los de esta escuela se sientan superiores y quieran acostarse con ella como hacen con cualquier otra chica solo para aumentar su estúpido ego? ¿Jamás ha cruzado por tu mente pensar eso Diana? — cuestioné.

— Eso sería una pérdida de tiempo buscando que un culpable cuando en realidad la tengo frente a mis ojos. Si tienes autoestima alta bien por ti, pero deja que nuestros hombres en paz y en especial al mío. No voy a permitir que le envenenes la mente con tus provocaciones baratas para afectarlo a él y su futuro.

Me quito la blusa quedando en sujetador frente a ella mientras que dejo la blusa en el lavamanos para ver si la puedo salvar.

—Claro que tengo la autoestima en las nubes, porque sé que soy hermosa y no he dejado que ningún inepto me diga como debo lucir solo para estar con él, ¿acaso conoces a chicas que se sientan mal por los comentarios de sus hombres, Diana? — contraatacó y parece afectarle pues se queda callada un momento —todos tenemos oídos, Diana solo que muchos escuchan lo que quieren. A diferencia de ti a mi si me da pena como dejas que te maneje Coleman.

Eso la mató 

𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora