— ¿Estás llorando? — pregunta contento —¡Oigan vengan aquí, Ryland está llorando!
Los demás se acercaron a mi alrededor riendo felices.
— Oh, pobre huérfana — dijo Susi.
— Yo moriría si tuviera que vivir como ella — soltó Patricia y me arrojo una bola de lodo.
—¡Arrojen lodo a la basura! — grito Susi tomando una bola y lanzando justo en mi camiseta blanca.
—¡Quiere llorar! ¡Quiere llorar! — gritaron antes de tomarme de la cola de caballo y hundirme en el lodo.
Desperté de golpe empapada en sudor, vaya, hacía tiempo que los recuerdos no jugaban así. La luz de la luna da a todo mi cuarto por la enorme ventana rota como si fuera una lámpara, me senté en la orilla de la cama esperando a que el sueño me llegara de nuevo, pero no llego.
Algo se paseó por mis pies. — ¿Gato? ¿Eres tú?
Gato salió de bajo de la cama y se acostó de nuevo en mis pies.
— Siempre estás ahí ¿verdad? — ladra — de acuerdo, no me grites, ya entendí.
Me recosté de nuevo en mi cama, pero esta vez, Gato se acostó al lado mío jadeando como siempre y con la lengua de fuera. Nunca me gustaron los animales, pero al final del día sin importar nada él se queda conmigo en la porquería de casa.
— Vamos a descansar, amigo necesito tener suficiente descanso para poder evitar matar a Coleman.
***
Siete de la mañana.
Hoy tuve que llegar en autobús a la escuela y para añadir emoción está lloviendo a cantaros, perdí el paraguas así que me cubro con la mochila como puedo hasta correr a la entrada.
Pisando el mármol de la escuela las miradas se posan en mí. Como es costumbre finalmente. Veo como termino mi mochila después de usarla para cubrirme y sigo recibiendo miradas de todos. Doy la vuelta y veo en el estacionamiento a los tortolitos peleando debajo del paraguas que los cubre a los dos. Richard está derecho sin siquiera encorvarse un poco mientras discute de hecho parece muy calmado a diferencia de Diana que está a punto de romper a llorar de lo roja que está.
Decido dejar todo lo que se salvó en mi casillero, pero Brooks está de pie frente a él esperándome con una sonrisa en la cara. Llego hasta ahí con los brazos cruzados esperando a ver qué más puede hacer.
— Buen día, púrpuzorra, ¿no es un lindo día? — dice caminando alrededor de mí.
— ¿Para eso estorba tu presencia en mi casillero? ¿Para darme un saludo ridículo? — sonríe y asiente — hazte a un lado Brooks.
Se aleja bastante rápido cuando camino hacia mi casillero y los demás también lo más probable es que algo explote o hayan dejado sus típicas cartas de odio. Antes de que logre poner mis números en el candado un Coleman molesto y alterado se me acerca muy rápido.
— Ryland, buenos días — saluda molesto — necesito que nos veamos a las dos en punto es importante y no llegues tarde en absoluto.
Asiento sin decir nada y abro el casillero. Pintura púrpura sale disparada hacia nosotros manchando todo desgraciadamente hasta a Coleman que no se fue tan rápido como hubiera querido.
Abre la boca con asombro y se quita los lentes rápidamente, sus ojos fueron sobrevivientes pero lo demás de él no. Mi cabello está empapado de esto al igual que mi cara y ropa. Ni siquiera me molestó en limpiarme porque sé que va a esparcirse más. Brooks aparece atrás de nosotros riendo hasta que ve que también lo afectó a él.
— ¿Coleman? ¿Eres tú? — pregunta y luego se llena de pánico al ver que si lo es - lo lamento no pensé que fueras a estar cerca cuando la bomba de pintura explotará.
— ¿Tú fuiste el creador? Deberías de dedicarte más a la escuela y menos a hacerle bromas de mal gusto a Ryland — dice y Brooks se encoge de hombros y asiente — ahora discúlpenme, pero debo ir a limpiarme esto del uniforme.
Se va dejándome de pie quitándome la chaqueta.
— ¿Qué hacia él cerca tuyo? — preguntó molesto.
— No es de tu incumbencia y para que lo sepas mi cabello es morado, no púrpura. Hay una ligera pero notable diferencia — dije saliendo del pasillo rumbo al baño.
Frente al espejo intento sacarme lo más que puedo de pintura, pero es casi imposible necesito ducharme y cambiarme. Sería muy malo perderme la clase de "Política para las futuras reinas". Mientras planeo mi huida la puerta del baño se abre y el sonido de unos tacones golpeando el piso llena el lugar.
— Vaya, Ryland se nota que te gusta mucho llamar la atención de todos — dice sonriendo con los brazos cruzados en su pecho.
Tiro la toalla de papel con la que me limpiaba al cesto y doy la vuelta para mirarla.
— Vaya, Diana se nota que te gusta mucho seguirme — dije imitando su voz chillona.
Hace una mueca molesta y se acerca hasta mí.
— No lo haría si no me imaginara que buscas obtener algo de mi novio. Ryland entiéndelo bien tú y tu trastorno no me van a quitar a mi novio como a todas las chicas de aquí.
— No te has preguntado nunca, ¿no existe una posibilidad de que todos los de esta escuela se sientan superiores y quieran acostarse con ella como hacen con cualquier otra chica solo para aumentar su estúpido ego? ¿Jamás ha cruzado por tu mente pensar eso Diana? — cuestioné.
— Eso sería una pérdida de tiempo buscando que un culpable cuando en realidad la tengo frente a mis ojos. Si tienes autoestima alta bien por ti, pero deja que nuestros hombres en paz y en especial al mío. No voy a permitir que le envenenes la mente con tus provocaciones baratas para afectarlo a él y su futuro.
Me quito la blusa quedando en sujetador frente a ella mientras que dejo la blusa en el lavamanos para ver si la puedo salvar.
—Claro que tengo la autoestima en las nubes, porque sé que soy hermosa y no he dejado que ningún inepto me diga como debo lucir solo para estar con él, ¿acaso conoces a chicas que se sientan mal por los comentarios de sus hombres, Diana? — contraatacó y parece afectarle pues se queda callada un momento —todos tenemos oídos, Diana solo que muchos escuchan lo que quieren. A diferencia de ti a mi si me da pena como dejas que te maneje Coleman.
Eso la mató
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𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎
Novela Juvenil𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨: 𝐓𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚𝐫𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐚𝐬, ¿𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐚 𝐭𝐚𝐥 𝐠𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐫...