Capítulo 42

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Me niego por completo a dejarme caer, pero al final lo logra sin dejar de besarme. Pasa su mano por mi mejilla mientras yo sigo sujetando su corbata y una pierna mía se acomoda en su espalda baja.

Se separa y notó como sus labios están algo hinchados, pero baja la cabeza para besar mi cuello que inmediatamente me hace echar la cabeza hacia atrás.

— Coleman ... la película está puesta... — murmuró como pude intenta que se apartara de mí.

— Al carajo con la película — no puedo evitar reírme al oírlo hablar como yo.

De pronto sus besos se posan en el inicio de mi pecho y una mano escurridiza levanta la orilla de mi blusa gruesa. Mi mano intenta hacer que la baje, pero deja mi blusa y me toma la mano.

— No la muevas — ordena mientras continúa repartiéndome besos.

— No te corras — dije y me miró divertido.

Se levantó de encima mío y se quitó el saco. Yo me acomode sobre mis codos para mirarlo. De pronto parece que estoy viendo a otra persona se pone de rodillas frente a mí en el sillón y sus manos me toman de la orilla del pantalón para pegarme a él, sus dedos empiezan a desabrochar los botones de él y cuando se dispone a bajarlo, pero lo pateo.

— ¿Qué haces? — pregunta con el ceño fruncido.

— Te podría preguntar lo mismo a ti, ¿qué estás haciendo?

— Te voy a quitar el pantalón — dice sin más

— ¿Por qué? Hace mucho frío para andar desnuda.

Me mira incrédulo y se sienta con mala cara. Ahora yo me siento en donde estaba, de acuerdo no sé qué estábamos pensando o al menos yo no lo sé, pero ya empecé y en cierta forma es una enseñanza. Me puse de pie y bajé mi pantalón, lo dejé en el suelo levanté los brazos para quitarme la blusa por la cabeza.

— Mierda hace frío — me queje al quedar en ropa interior.

— Espera un poco y vas a sudar — me río al verle la cara.

Se puso de pie y comenzó a quitarse la ropa, de pronto quedó solo con su pantalón puesto, no deje que se lo quitara lo empuje de nuevo al sillón y me acomode en sus piernas. Le rodeó el cuello con los brazos mientras que los suyos me atrapan la cintura manteniéndome quieta.

— ¿Qué vamos a hacer? — pregunta y le sonrió.

— Espera y verás — mis dedos le rozan el pecho y si no me equivoco está temblando

— Ryland — suspira cuando mi centro se frota contra él.

— Cállate de una vez — dije en voz baja cerca de sus labios.

Cierra sus ojos y echa la cabeza hacia atrás cuando le beso el cuello. Todo el frío que sentía se convierte como si fuera una sola brisa que no me afecta en nada. Un ruido se escucha, pero ninguno de nosotros le presta atención.

— Espera — dice y se incorpora un poco.

Me quedo quieta cuando siento sus manos en mi espalda que buscan algo. De pronto se encuentra con el encaje y busca el broche que no puede abrir.

— Ya — dije levantándome un poco me llevé las manos a la espalda y los desabrocho en un segundo

Él no me dice nada cuando sus manos me bajan los tirantes. Quedo desnuda de arriba frente a él, pero solo me mira a los ojos con atención.

— Amo Richard — dijo Jeffrey entrando a la habitación

— Ahh — grite y me empuja al suelo.

Coleman gira el cabeza asustado atrás suyo y lo mira. —¡Jeffrey! ¿por qué entras sin tocar? — dice alterado

— Mil disculpas, amo Richard, toque varias veces, pero no obtuve respuesta hasta le llame, pero de igual forma nada. Me preocupé y al ver la puerta sin llave. — Se explica.

—¡Jamás lo vuelvas a hacer! — le ruge y voltea a verme en el piso — ¿Estás bien? — pregunta y me tiende una mano

Al empujar mi cuerpo caí en algo puntiagudo que casi me hace gritar — No, no lo estoy — dije y me puse los brazos cruzados sobre mis senos para tratar de cubrirlos — saca tu mano de mi vista, idiota.

— Perdóname — dice y me pasa la manta para que me cubra.

Se la quitó de la mano y me cubro para ir por mi ropa. Jeffrey me mira sorprendido y más cuando jadeo por el dolor de mi espalda.

— Jeffrey, consigue una pastilla para el dolor — dice y Largo asiente

— Idiota — murmuró mientras camino buscando mis cosas.

Se puso de pie y con la camisa en la mano me sigue. Cada que me doblo me duele y un quejido sale de mi sin poder evitarlo.

— Perdóname, pero podemos seguir con la película — propone, pero me niego

— No veré nada contigo. — Gemí adolorida

— No te quise lastimar solo iba a evitar que Jeffrey te viera casi desnuda. No te molestes — dice y al ver que me duele moverme me pasa mi blusa del suelo.

— No hubiera sido tan dramático si solo me hubieras echado al sillón o prestado la manta — asiente y se mueve cerca de nuevo.

— ¿Puedo ayudarte? — pregunta de pie a la mitad de la habitación.

— No — le digo.

— Bien — tocan la puerta y se apresura a abrir antes de vivir lo de antes, regresa con un vaso de agua y una pastilla en la mano — al menos por favor toma esto para el dolor.

— Ni una mierda — dije, pero se acercó mientras me agache por mi pantalón y me toco donde me duele con el dedo — ay, estúpido me duele.

— Bebe esto — se lo quitó de mala gana y arrojó la pastilla a mi boca y después bebo del agua fría.

— ¿Feliz?

— Si — dice y va a dejar el vaso.

Me siento en la cama con mi ropa en mano, esa pastilla me mareo un poco.

— ¿Te sientes bien?

-Algo mareada, pero todo bien — de verdad muy mareada podría jurar que la habitación da vueltas

— No te ves bien — se sienta a mi lado y me rodea los hombros con el brazo, mi cabeza está en su hombro recargada.

— Suéltame — no lo hace.

— Calla, siento que si lo hago te podrías desmayar

— Al menos no vomitaría en tus zapatos — exclame recordando mi pobre auto y como este vomito ahí.

— ¿Por qué cuando estamos a punto de tener algún contacto físico nos interrumpen? — pregunta

— Porque nunca cierras la puerta, además si estamos en una situación así tu lenguaje de abuelo baja la calentura como un vaso de agua fría.

𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora