Capitulo 52

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La mañana que siguió fue más que fría, un imbécil le lanzó una piedra a mi ventana y la quebró por completo. Tuve que dormir en la sala; específicamente en el suelo porque Gato se durmió en el sillón y no me dejo dormir con él me tiraba mordidas. Perro ingrato, pero cuando te vuelvan a seguir las perras en brama dejaré que te hagan lo que quieran

Bebí mi café sentada en la cocina en plena tranquilidad, había olvidado que se sentía no tener nada que hacer, claro en realidad tengo cosas importantes que hacer como por ejemplo empezar a contar mis ahorros para poder buscar un departamento. Además, comprar una cámara para poder practicar, vaya desastre quiero estudiar fotografía sin una puta cámara.

—¡Gato, vamos a desayunar! — grite poniéndome de pie.

En el refrigerador tenemos algo de pan, mantequilla y unas rebanadas de jamón que no parecen ser mortales. Saqué todo, los puse en la mesa para empezar a hacer unos sándwiches, en cuanto me senté tocaron la puerta

—¡Voy! — grite acercándome.

—¡Abre la maldita puerta me congelo aquí afuera! — la ronca voz de Lassie llena la casa

Me recargo en la puerta — Contraseña — pedí.

— ¿Contraseña? ¿De qué mierda hablas? — pregunta molesta y me reí al imaginar su cara fruncida

— Lo lamento, no puedes entrar sin decir la contraseña — dije, pero comenzó a golpear la puerta de nuevo.

—¡Abrirme, mocosa te traje un café que no sabe a trasero y una dona! — inmediatamente quité el seguro y me hice a un lado.

— Pase usted — dije abriendo la puerta por completo

— Tonta — dice entrando con unas bolsas en las manos

Se metió en la cocina y dejó las bolsas sobre la mesa tambaleándose.

— ¿Para qué es todo eso?

Empezó a sacar cebollas, papas y en la bolsa más grande sacó una enorme ave cruda.

— ¿Qué mierda? ¿por qué traes eso? — pregunte asustada

— Es un pavo, listilla, si ubicas que mañana es navidad y tenemos que hacer una cena navideña — explica sacando las demás cosas — ahora ponte ese mandil viejo, lávate las manos y agárrate esas greñas me ayudarás a preparar todo

— Pero Lassie son las ocho de la mañana y esto es para mañana en la noche — se pone un delantal que dice tía favorita en letras cursivas sobre el pecho mientras me mira

— Ay niña, niña, — exclama dramáticamente mirando al techo — ¿no sabes nada de esto? el pavo se tiene que dejar marinar horas en vino blanco para que tenga un sabor jugoso. — Me explica

Asentí — ¿Y si mejor nos bebemos el vino? — propuse, pero me arrojó el delantal en la cara — bien, me arreglare.

Me recogí el pelo en una cola en la coronilla. Pongo el radio para no quedar en un silencio, el locutor habla un par de minutos mientras Lassie me enseña todos los ingredientes necesarios para hacer el pavo. Todos los vegetales los echo en el agua y los dejo remojar al mínimo.

— Ya me siento como una profesional — murmure pelando las papas. Es divertido.

Me pasa la mano por la mejilla — tenías una mancha de tierra — sonrió apenada y sigue en lo suyo.

Empiezo a verter el vino en los moldes. Cuando termino, lo metemos en el horno para evitar que le pase algo aquí afuera, hablamos de un par de cosas.

— ¿Qué es lo que planeas hacer con tu vida?

Me bebo de un golpe el vino de mi vaso y me limpio con la manga de mi blusa— ¿No deberías de invitarme a cenar?

Me suelta un golpe en el brazo — No seas payasa, te pregunte por tu futuro no por otra cosa.

— Pues todo es igual de incierto, lo que más me gusta es la fotografía, pero hoy en día siendo honesta no recuerdo como encender una cámara.

Se ríe. Empiezo a recordar la cámara que vi en la tienda aquella vez que fui con Coleman estaba siendo un buen día, pero todo tiene que salir mal cuando estamos juntos. Siempre en peleas o discusiones tontas

— Hey! — grita dándole un golpe a la mesa que me saca de mi mente — ¿acaso estás pensando en él?

Su tono suena a reclamo, pero lo ignoro.

— Solo pensaba eso es todo — dije mordiendo una manzana que me dejo en la mesa.

— ¿Pensando eh? ¿En unos ojos azules y una cabellera rubia? — dice burlona

— No — solté veloz.

— Claro, voy a fingir que te creo — me guiña un ojo

Me pongo de pie y camina hasta el grifo para beber agua. No estoy tan loca como para pasar todo el día pensando en un idiota con el ego enorme, aunque sigo teniendo la imagen en mi cabeza de cuando sonríe deja sus dientes blancos al descubierto además de que dos líneas se marcaron alrededor de su boca

— Niña — su voz me saca de mi mente — ya se llenó ese vaso, estás tirando el agua.

Cierro el grifo, me sacudo la cabeza, bien, Ryland deja de ser tan idiota un momento y concéntrate. Deje el vaso en la mesa para sentarme de nuevo.

— Necesito salir un momento afuera — dije harta mi casa empieza a sentirse más pequeña aún.

— No te irás sin la lista — saca de su bolsa una hoja — que sirva de algo que huyas por ahí.

Ruedo los ojos y tomo la lista junto con mi suéter. En cuanto cruzo la puerta recuerdo que no llevo dinero, ¿dónde tienes la cabeza mujer?

— Pásame la cartera — dije y me dio la suya — mi cartera, no la tuya.

Negó con su cabeza — No dejaré que gastes dinero de la escuela en cosas sin importancia — repone y la miro sorprendida.

— ¿Quién te dijo que mi dinero es para la escuela? — pregunte a la defensiva.

— ¿Cómo que quién? Tú me dijiste que trabajabas para pagar la escuela además el principito el otro día intento interrogarme sobre qué es lo que te gustaría tener, pero no puedes comprarte.

Ahora sí quedé en shock — ¿Para qué?

Se encoge de hombros y ríe nerviosa

— Supongo que te dará un regalo de navidad o algo así. Tal vez es uno de esos metiches que les gusta saber todo de todos — insinúa.

— Lassie, no creo que a él le interesa algo que no sea para sí mismo — dije al mismo tiempo que una figura se paró frente a mi casa, me giro y es un hombre robusto con una sudadera amarilla arruina vista con un ramo en las manos — ¿le ayudo?

Me mira sorprendido por unos instantes, pero asiente — ¿Rory Ryland? — levanto la mano — le enviaron esto.

Me pone en las manos un ramo de rosas blancas con un sobre negro entre ellas. Le agradezco y desaparece de mi puerta, Lassie corre hasta mi para verlas

— Que lindas, a ver la tarjeta — dice tomando el sobre.

— Sostén esto — le doy las rosas y abro el pequeño sobre que trae una nota adentro. 

 

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𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora