Entro al aula y me dejo caer en el banco, la cabeza me va a estallar.
— ¿Eres la perdedora de toda la escuela, no es así? — Richard Coleman ¿no te cansas de ser tan metiche?
— ¿No te cansas de meterte en los asuntos de los demás? — solté y levanté la cabeza en alto.
Se sentó en el banco a mi lado y acomodo sus lentes para verme.
— Supongo que si no fueras tan vulgar... te arreglaras menos llamativa y no tuvieras el pelo morado. Serias casi un buen partido — señala.
Me lamí el labio en busca de la energía suficiente para responderle.
— Si a eso vamos... supongo que si no fueras tan aburrido, arrogante y poco amable... te cambiaras con ropa de esta época y, no de los veinte, además de no usar esos lentes de Harry Potter. Llegarías a ser algo que casi consideraría ver.
— ¿Te crees superior a los demás solo por tener la peor reputación que alguien que haya pisado este colegio tuvo? — pregunta algo serio.
Sus ojos azules tan típicos en una familia como la suya me miran y se notan molestos.
— Si, algo, porque soy la única aquí que sabe que podemos hacer lo que queramos y una de esas cosas no es obedecer a un imbécil con sangre azul.
Mi ego se elevó por los altos al pensar que este sujeto me encuentra una causa perdida y no lo entenderías pues no estas en mi lugar. Esta escuela no es más que un lugar machista donde las primeras clases son ¿Cómo ser una buena esposa?
— ¿De verdad te gusta tanto, fingir libertad cuando solo lo dices para tapar lo zorra que eres?
— Mejor zorra a falsa puritana como tu novia, rarito — admití.
Antes de algo más la princesa Diana entró al aula, le sonríe a su novio, pero eso termina al notar que está a mi lado.
Llega hasta el asiento al lado de él y le susurra — ¿Por qué estás con ella?
— Oh, Diana sé que te incomoda estar cerca de ella así que he cambiado el lugar.
La puritana le sonríe y le besa la mejilla. Asco total, saco mi diario y mi pluma porque esto se pondrá peor lo puedo jurar
***
Abrí la puerta con cuidado porque no se si mamá estará despierta o en una de sus eternas siestas. Deje mi mochila y mi chaqueta en la entrada. Las bolsas del super en la vieja mesa de madera que se tambalea más que mamá.
—¡Mamá! — grite, no sé porque entro en silencio si grito al estar adentro.
Aparece muy jodida y con el pijama de hace tres días por el pasillo, se recarga en la pared sosteniéndose la cabeza.
— Ni tú, ni ese hombre dejan dormir en paz — dice caminando a tientas hasta llegar al viejo sillón del cual salió polvo cuando se dejó caer
— ¿De qué hombre hablas? — pregunté sacando las pocas cosas que logré comprar.
— En la mañana vino un tipo bien vestido, me recordó a tu papá — recargo su cabeza en la palma de su mano recordando con ilusión.
— Mamá, por un minuto puedes concentrarte sin entrar a un colapso.
— Si, vino a dejar un par de papeles, los deje en el refrigerador porque no traigo mis lentes.
—¡Mamá! ¿Por qué en el refrigerador? — corrí y abrí la puerta y efectivamente estaban sobre la carne que cenamos anoche.
Leo el sobre y es del banco donde perteneció mi mamá. ¡Mierda! ¡Esto no puede estar pasando, dime que no es cierto!
—¡Mierda! — solté una patada y creo que golpee demasiado fuerte el refrigerador porque algo se cae.
— ¿Qué pasa? — preguntó mi mamá preocupada desde el sillón.
Me recargue en la pared y me deslice al suelo. Es lo único que me faltaba para poder decir que mi vida se iría a la mierda.
— ¿Cariño, que pasa? ¿Es una carta de papá? — suspire y trate de ser lo más calmada posible.
— No es nada, mamá, el banco dice que si no pagamos una mensualidad nos embargaran — me levante de prisa y tome la silla para alcanzar arriba de la alacena — pero estuve desde hace un tiempo ahorrando para emergencias, creo que tengo una parte suficiente para poder hacer un pago. Mañana saliendo de la escuela iré al banco para hablar con ellos de nuestra situación.
Todo saldrá bien, estaremos bien por ahora. Aunque bye bye a mis ahorros para Nueva York
Mi mamá me sonrió y levanto el pulgar.
— ¿Ya me darás de cenar? — pregunto y asentí.
Había escuchado que en la vida todo es un ciclo, tus padres te mantienen, cuidan y protegen para que crezcas y algún día hagas lo mismo por ellos. Pero en mi caso mi madre no es una anciana que no se pueda levantar, solo es... No tengo ánimos ni de explicar todo esto.
— ¿Prefieres algo de sopa de tomate o elote? — saque ambas latas por si acaso.
Gruñe molesta — ¿No podemos cenar otra cosa que no sean estúpidas sopas? — intente respirar para no perder el control en esto.
— No mamá, no hay otra cosa, soy la única que trabaja aquí y es para lo que me alcanza. Además, por si se te olvida me despidieron hace unos días, hago lo que puedo.
—¡No es cierto, si hicieras todo a tu alcance! ¡No pasaría hambre a diario! — grita molesta levantándose del sillón
— ¿Qué más se supone que haga? Necesito estudiar para no perder la beca y no hay un trabajo de medio tiempo que gane lo suficiente para mantenerte.
—¡Trabaja en una esquina o no sé, pero consigue dinero, o me harás recaer! — dice antes de cruzar el pasillo para irse a la habitación.
¡Carajo! Ahora si me siento más que cansada y ni siquiera he hecho la tarea.
— Agh — solté y me dejé caer en el suelo de nuevo.
***
Ocho pm:
— Si, señor entiendo que ya debemos varios meses — me interrumpe — muchos meses, pero en este punto solo yo, manejo la cuestión económica aquí.
El ruido de mi celular sonando en la mesa me distrae.
— Si, aquí sigo — lo tomo con una mano y un mensaje en la pantalla me llama la atención — sí, yo lo espero.
+45 896 006 243
Vuelves a acercarte a mi novio, perra y no te reconocerán en la morgue.Sorpresa, sorpresa algo tuve que hacer mal en mi otra vida para pagar con estas idioteces.
Él hombre vuelve a la llamada — ¿Sí? Aquí estoy ¿pudo conseguir algo? — mi alivio por fin aparece — gracias, de verdad me ha salvado, yo mañana en la tarde paso a pagar.
Problema número mil, resultó exitosamente.
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𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎
Teen Fiction𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨: 𝐓𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚𝐫𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐚𝐬, ¿𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐚 𝐭𝐚𝐥 𝐠𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐫...