Capítulo 69

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Querido diario:
Viejo amigo sé que te he dejado de lado desde hace un rato y por eso te ofrezco una sincera disculpa, te diré que oficialmente tengo diecinueve y solo faltan cinco meses para la graduación había estado dudando de mis planes, pero en este momento lo único que tengo seguro es que quiero irme lo más pronto posible... fue un día bastante agitado y con eso debo decir que después de discutir con Coleman no hemos hablado en una semana, me ha buscado, pero lo he ignorado, estar con él es difícil y en este momento necesito concentrarme en mis asuntos y uno de ellos es muy importante. Buscar trabajo.

Estoy bebiendo jugo de naranja en la cocina junto a mi pobre sándwich de tomate, no esta tan mal la verdad, solo me gusta exagerar un poco.

Un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos Lassie abre la puerta con cuidado y entra — Lamento la intrusión, pero ayer me quedé con tus llaves. así que te las vine a devolver.

— ¿No era más fácil que yo fuera por ellas? — dije.

— Cállate a nadie le gusta una sabelotodo — me río y se sienta frente a mí — ¿Qué tal la pierna?

— Bien al menos ya puedo caminar sin las muletas — asiente y saca un periódico de su bolsa.

Lo abre tapando su cara de mi vista y decido darle un sorbo a mi jugo, ¿Dónde estará Gato?

— ¿No veras al principito hoy? — pregunta.

— No lo creo, anoche bloquee su número para que no me llame más, día y noche llamando — dije tomando un sorbo del jugo.

— Eso explica porque me llamo desesperado para que lo veas cerca del parque en unas horas — dice tranquila.

— ¿¡Qué!? — grite sorprendida

— Así es, — se quita el periódico de la cara me llamo en la madrugada disculpándose pero que no podía dormir enojado y que necesitaba arreglar las cosas.

— ¿Te dijo eso exactamente?

— Si, dijo que le avisara si podía verte y a qué hora porque pues no quería venir para que lo golpearas con algo.

— Cobarde — paso la mano por mi cabello y veo en las puntas que el color casi se ha ido por completo.

— ¿Iras a verlo? — pregunta mientras sigue con la vista fija en el papel.

— Si, iré a verlo para gritarle que es un idiota. Será mucho más satisfactorio en persona.

Me levanté despacio para darme un baño antes de salir. En cuanto llegue al pasillo Gato salió del baño con el pelo húmedo, ay no.

— Hasta el perro se baña más que tú — dice Lassie.

— ¡Cállate!

Lassie me dijo que él le aviso que me esperaría en un restaurante bastante atestado por la calle de los negocios más transitados del estúpido pueblo. Mi pantalón negro está rasgado en la parte de enfrente pues es el estilo, pero la última vez que me los puse él me pregunto si había tenido algún accidente, sorprendentemente decide ponerme una blusa azul marino que solo me hace lucir más blanca el pelo lacio me cae en la espalda.

Estoy muy cerca de llegar, he venido a pie desde mi casa para no tener que usar el auto. Aún hay feos recuerdos ahí ahora que viene a mi mente hace tiempo que no me llega ningún recibo del banco ni nada en referencia al adeudo ¿qué carajo? Bien lo pensaré después ahora solo solucionare lo de este primero. Llego al restaurante que se ve mucho más lujoso de lo que pensé, tal vez no traigo mi ropa más buena para esto.

— Buenos días, bienvenida a Bonbons, ¿tiene reservación? — me pregunta una mujer algo mayor justo cuando piso el elegante tapete de la entrada.

— No en realidad, alguien me ha invitado — dije y asintió mientras está hojeando una libreta que tiene enfrente.

— Me da el nombre, por favor.

— Richard Coleman - lentamente subió la mirada hasta mi boquiabierta como si fuera una celebridad.

— ¿El ...?

— Si, si, ¿ya me deja entrar, por favor? — tose ligeramente y me pide que la siga al interior del lugar, en cuanto abre la puerta veo que todo el lugar está cubierto de terciopelo rojo con pequeños candelabros y luces tenues que dan el aspecto de ser mucho más elegante que cualquier otro, al fondo se encuentra una barra que supongo es el bar y alrededor del lugar varias mesas de manteles blancos.

— Dígame, ¿usted es la persona que me dijo que estaría esperando?

— ¿No le parece que debería de preguntar eso antes de dejarme entrar a este lugar sin saber nada? Podría sacar un arma y matar a todos en una especie de asalto frustrado.

— Por ese comentario estoy segura de que es la chica que él me informo que lo acompañaría — caminamos entre algunas mesas y muchas miradas se posaron en mi como de costumbre.

— ¿Adónde me lleva? ¿A la cocina? — pregunte y negó con la cabeza.

Llegamos a un fondo que es una especie de sala de negocios donde hay varios hombres de traje que sueltan tanto humo como chimenea mientras se ríen al lado de estos se encuentra una mesa privada donde solo puedo ver a Coleman sentado impaciente moviendo la mano de un lado a otro.

— Alteza, aquí le traigo personalmente a su acompañante — dice cuando me pongo frente a él.

— Muchas gracias, ya puede retirarse — esta asiente para desaparecer en segundo de aquí — Buenos días.

— No son tan buenos — dije sentándome frente a él y dejando mi bolsa en el suelo.

— ¿Por qué no son buenos?

— Porque si fueran buenos no tendría que verte la cara — solté y frunció el ceño.

— Estoy aquí para disculparme personalmente por lo ocurrido hace tiempo, por favor, mantén la mente abierta antes de empezar con tu terquedad.

— ¿Ves? Ni un segundo aquí y ya me has llamado terca, no sabes disculparte con las personas, y en todo caso no soy terca por defender a mi amigo solo porque a ti te molesta. Y claro, tan bien defenderme ya que has decidido decir que no valgo la pena.

Me cruce de brazos y lo veo poner los ojos en blanco— No volvamos a ese tema, te lo suplico.

— Y si no hablamos del tema, ¿cómo supones disculparte? — intenta tomar mi mano por encima de la mesa, pero la aparto — Richard escucha, yo no seré como Diana jamás, no voy a permitir que manejes mis asuntos como si fueran tuyos y que luego te disculpes dándome una pieza de joyería cara que compraste solo porque sí. Tengo dignidad y sé cuándo alguien no vale la pena.

— Nadie está hablando de que eso pase aquí, ni te estoy manejando solo creo que, si estamos, ambos teniendo tiempo a solas él no debe meterse.

— Richard, no volveré a decirte que eso no fue lo que pasó.

𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora