Capítulo 18

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— ¿Sabía que su mamá consumía esto? — negué con la cabeza avergonzada

— Desde que era niña sabía que era adicta al alcohol y tal vez a la marihuana, pero no tenía idea de la heroína.

Revisa la tabla que lleva en la mano y solo quisiera ser invisible una mujer a lo lejos me mira, no me siento en condiciones de gritarle que me deje de mirar y se vaya al carajo.

— Tuvo mucha suerte, las sobredosis como supongo ya sabe en muchos casos pueden ser mortales si no se tratan a tiempo. Su madre llegó justo para salvarla, no creo que tenga ninguna secuela, pero la mantendremos aquí por lo menos unas cuarenta y ocho horas a partir de su ingreso.

— ¿Está muy seguro de que no habrá ninguna secuela? — pregunte

— No lo creo, pero lo sabremos pronto mientras se lleve a cabo la observación. Debe de estar al pendiente por si alguna cosa cambia — asiento — bien debo ir a ver a otro paciente, pero la mantendremos informada

Se va dejándome de pie a la mitad de la entrada donde todo tipo de gente me mira juzgando, me siento como una mamá que acaba de traer a su hijo porque le paso algo mientras lo cuidaba. Siento frío por todo el cuerpo porque ni siquiera alcancé a tomar mi chaqueta con la prisa que traía.

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— Tendremos los resultados de los análisis en unas horas, no se preocupe — dice la enfermera amablemente

Le agradezco, han pasado dos días desde que llegue aquí, he faltado a la escuela por estar esperando a que reaccione mi madre pues esa misma noche me dijeron que no despertaba sin embargo respira por ella misma. Una cosa buena al menos, Lassie fue a la única que llamé vino a verme en cuanto le avisé, pasó por mi casa y me trajo ropa pues negué a irme. Hasta le llamo al director para decirle que me dio gripe, cosa que no creo que creyera, pero ella lo mando muy bien.

Hablando del rey de Roma — ¿Qué te dijeron, forastera? — pregunta preocupada

Me pasé la mano por el cabello enredado y traté de pensar con atención que decir para no preocuparla

— Todo bien, mañana tal vez nos podamos ir — ojalá sea así — vuelve al café o tus empleados seguirán echando todo el dinero en el frasco de propinas

— No me interesa — dice necia, pero creo que vio mi expresión cansada porque suspiro — ¿estarás bien mientras no esté?

— Claro, he sobrevivido estos dieciocho años sola, puedo hacerlo — me sonríe y toma sus cosas de la silla donde estaba sentada pues a ninguna nos permiten entrar — ya vete.

— Bien, ya voy — camina y me mira de reojo — llámame cualquier cosa que necesites.

— Lo haré, ya vete de aquí — dije juguetona, pero se nota en mi voz que no tengo nada de ánimos de nada. Me senté en esas sillas incómodas abrazándome para tratar de tener calor

Tengo un mal aspecto. Lo sé sin siquiera mirarme. Llevo unos pantalones negros de licra y un top a juego que me llega al ombligo, sé que no es la mejor opción por el invierno, pero el no tener tiempo para lavar la ropa es algo pésimo. No traigo maquillaje y tengo el pelo más que enredado. Miro a un chico que está de pie frente al mostrador. Una niña con el pelo castaño se le abraza a la pierna y no puedo evitar pensar cómo hubiera sido mi vida si hubiera tenido unos padres presentes.

— Buenas tardes, ¿me podría decir dónde se encuentra la señora Ryland? — esa voz es imposible de no reconocer.

No levante la mirada, intente con todas mis fuerzas creer que si no lo veía él tampoco a mí. Pero es más fácil de creer

— ¿Ryland? — pregunta y veo unos tenis caros frente a mí lo cual me hace quedar en shock, levanté la mirada poco a poco y vi que traía ropa deportiva. Eso si me sorprende jamás lo vi vestido con otra cosa que no fueran trajes

— ¿Qué haces aquí? — pregunte. Intente hacer una cola de caballo, pero la verdad no me siento bien.

— No respondiste mis llamadas, ni mis mensajes y cuando no apareciste en la escuela pensé que te había pasado algo malo. Así que le pedí a Jeffrey que me ayudara a buscarte y aquí estoy — explica nervioso

La verdad tengo ganas de decirle que es un puto acosador, pero ni siquiera me sale la voz para eso. Acerca un ramo de flores de colores pastel a mi cara y me hago un poco hacía atrás, ni siquiera me di cuenta de que las traía consigo

— ¿Son para...? — pregunté

— Para mi tía que está aquí internada — asiento y me sumo de nuevo en mis brazos — Ryland es sarcasmo, no tengo familiares aquí. No sabía cómo estaba la situación así que te las traje, pero no sabía cuáles te gustaban o si tan siquiera te gustaban

Me salió una ligera y casi apagada risita que noto al instante

— ¿Cómo está tu madre? — preguntó y quise hacerme bolita para morir en este pasillo.

No le respondí, ni siquiera recuerdo moverme

— ¿Por qué no traes un abrigo, no tienes frío? — pregunta y asiento — toma

Se quita la chamarra y me la tiende, pero no me muevo. Siento como la calidad tela cae en mis hombros y es que me la está poniendo sin decir nada

— Mi mamá tuvo una sobredosis — dije en un susurro

Me mira perplejo, pero no dice nada, solo se sienta a mi lado y pone su brazo al costado de mi cuerpo para moverlo de arriba a abajo haciendo que me dé más calor

— No sabía que tu mamá era u... — se calla e intenta buscar la palabra correcta pero no hay solo existe una.

— Es una adicta, tanto al alcohol como a las drogas, la mantengo desde que cumplí catorce y empecé a trabajar de empacadora en un supermercado. Desde entonces he querido irme de este estúpido pueblo para rehacer mi vida, pero sin ella — me siento igual que cuando estás enferma y te duele el cuerpo junto a la cabeza, pero todo es el estrés de esto

— ¿Por eso aceptaste trabajar conmigo? ¿Necesitabas el dinero para mantenerla? — asiento

— Tengo dignidad a diferencia de lo que todos piensan y para mí era perderla si aceptaba ese trabajo, pero necesitaba el dinero para que no nos embargaran. No te cuento esto para darte lástima o porque te deba explicaciones, solo no puedo dejar de hablar — me duele el pecho y el nudo en mi garganta se hace presente, pero es imposible tragármelo

— Ryland, no necesito explicaciones te ves cansada, ¿has dormido algo? — negué y él asintió — ven, recarga tu cabeza en mi hombro

— No tienes que ayudarme solo por...

— Solo hazlo, necesitas energías, aunque sean pocas — dice y se sienta derecho con la vista al frente.

En un día normal me hubiera burlado o ni siquiera le hablaría, pero mi cuerpo se siente pesado y creo que no será tan malo. Dejo mi cabeza caer en su hombro y suspiró pesadamente, huele a menta con colonia además de que su piel desnuda que no alcanza a cubrir la camiseta se siente cálida.

— Deja de pensar, Ryland, solo cierra los ojos — y eso hago. 

𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora