Capítulo 59

750 94 45
                                    

Me besa con desesperación y le acarició la espalda desnuda, se siente frío a pesar de que hace segundos estaba vestido. Creo que tendré que se yo la que avance con esto, tome el elástico decidida a dejarlo en su traje de Adán, pero me detuvo las manos.

— Acuéstate — murmura mirándome a los ojos — ahora.

Me deje caer hacia atrás cayendo en las sábanas, se pone de rodillas, sus manos me tomaron los tobillos para acercarme más a él. Veo como una sonrisa le adorna la mirada.

¿Esto está pasando realmente? Unos golpes en la puerta le borraron la sonrisa y a mi igual.

— ¿Qué? — grita molesto

— Amo Richard, lo necesito — dice Largo.

— Jeffrey, vete al diablo — grite levantándome sobre mis codos y Coleman al oírme se ríe.

— Es urgente — dice desesperado.

— ¿Qué pasa? — dice más relajado y acariciando mis piernas mientras mira a la puerta, la caricia me agrada y me distrae de Largo.

— La señorita Diana está abajo esperando y creo que si no baja ella vendrá a buscarlo, se nota abatida — dice.

Mierda, si estaba pasando algo aquí, quedó atrás. Ambos salimos de la burbuja para comenzar a vestirnos lo más rápido posible.

—¡Rápido vístete y sal! — dice poniéndose los pantalones deprisa.

Mire alrededor — ¿Por dónde carajos se supone que debo salir? — pregunte histérica.

— No sé, por la ventana — exclama desesperado.

— Son seis metros, idiota, ¿por qué no saltas tú y yo le digo que te suicidaste?

Negó, empecé a ponerme mi ropa, pero no encuentra mis zapatos —¡Richard!

La voz chillona de Diana llenó el pasillo, está cerca, en cualquier momento entrara y me encontrara sin blusa además de descalza.

— Mierda, ¿dónde están mis zapatos? — pregunte desesperada

— No sé, pero debes irte — exclama en pánico y la manija de la puerta se escucha retorcer — vete al baño.

—¡Richard sé que estás ahí! ¡abre de inmediato necesito saber quién está ahí! — grita mientras gira con más fuerza la perilla.

— Me iré al baño — dije en susurro.

Corro hasta el baño y cierro la puerta con mucho cuidado para no hacer ruido, le pongo seguro a la puerta e inmediatamente el sonido de la principal se escucha acompañado de un golpeteo de tacones en el suelo

— Cariño, debes avisarme que vienes a verme estoy a punto de salir a resolver unos asuntos — dice él tranquilo.

— ¿Asuntos? — pregunta la chillona — ¿Por qué me quieres engañar de esa forma?

Mierda, ¿cuándo terminé en esto yo?

— No tengo la menor idea de que hablas, bajemos para que tomes aire — dice y se escuchan unos pasos.

— Te lo pido con todas las fuerzas que tengo — suspira — ¿quién está aquí y por qué me engañas?

Mal empiezo amiga, nunca quieres saber realmente con quien te engaña.

— Diana, yo soy tu novio desde hace unos años sería incapaz de mentirte, ni lastimarte de esa manera tan denigrante. Espero que esta desconfianza empiece a terminar porque has empezado esto desde...

— Desde que no me llamas, no me buscas, ni me respondes cuando hablamos. Eso es un indicio perfecto para que yo crea que algo está pasándote — su voz se escucha gutural — Richard te voy a dar la última oportunidad.

— Diana con todo respeto no necesito tus oportunidades, ya he dicho la verdad no hay nadie aquí, te has vuelto desconfiada hasta los huesos. Me está matando esta actitud tuya de señalarme con el dedo — está bien se está alterando — no me quedaré aquí de pie mientras me lanzas sucias palabras a la cara.

—¡No, ni se te ocurra decirme que no! — grita furiosa, puedo imaginar su rostro de porcelana cubierto de rojo por la ira —¡no quieras ponerme a mí en el lugar de la loca!

— Diana no hay nada, te soy transparente en todos los aspectos, te lo juro no pasa nada, pero tú de dónde sacas eso. Estas paranoica, cariño.

—¡No lo estoy! ¡no te atrevas a decirme así! — sus gritos empiezan a hacerse entrecortados como si fuera perdiendo el aire —¡el problema eres tú!

— Cálmate, respira, te dará un ataque si te sigues alterando

—¡No estoy alterada! ¡estoy asustada!

— ¿De qué? Sabes que yo solo quiero que seas feliz solamente

—¡Me mientes! — grita y suena al borde del llanto — ya me cansé.

— ¿Qué te sucede? Nunca te pones así, parece como si fueras a desmayarte estás muy pálida

¿No es así normalmente?

— Siento un nudo en el pecho — dice ella

— ¿Hay algo que quieras decirme? — dice él y escucho como camina por el crujir de la madera.

— No — dice de nuevo en voz alta — tengo miedo de perderte.

— Cariño, no lo harás

— Lo haré porque habrá alguien más, hay alguien más aquí — dice ya rompiendo en llanto.

Gruñe —¡No hay nadie aquí Diana entiende! — grita desesperado

—¡Si lo hay es...! — grita, pero Richard la interrumpe.

Estoy preparada para escuchar mi nombre, claro siento un escalofrío horrendo por el cuerpo, como cuando Steve se enteró de que yo rompí la cafetera.

—¡Que no hay nadie, estás loca en esta relación solo somos tú y yo! — grita

—¡Me acosté con Brooks! — confiesa Diana y mierda me quedé tan helada como si hubiera soltado mi nombre

Hay un silencio y escucho como Diana está sollozando con frecuencia, diablos, en verdad soy fan de pensar quién engaña quién en una relación, pero nunca me imaginé que ella lo hiciera. Joder. Me siento estúpida por no haberlo notado, pero cómo lo haría si ni siquiera los miro en silencio como antes.

— ¿Richard? — dice entre sollozos — yo te necesitaba y no estabas para mí...

— No te atrevas a decir nada, ni culparme a mí esto lo hiciste porque quisiste — dice en un tono grave.

— Cariño pensé que tú podrías...

— ¿Pensaste que te era infiel? Por eso te sentías algo mejor con lo tuyo, pero supongo que la actitud de estar sobre mi todo el tiempo era porque temías que lo descubriera — escucho como se truena los dedos y un escalofrío me da de nuevo — terminamos con esto.

— ¡No! — dice alterada — ¡no lo vamos a hacer esto se puede arreglar, jamás volverá a pasar!

— Yo no puedo confiar en ti — dice.

No quiero estar en los zapatos de Diana ahora, aunque tampoco quiero estar en mis zapatos. En parte es algo irónico que él no le perdone si hace lo mismo

— Nosotros tenemos que estar juntos, no conseguirás a alguien mejor que yo para estar a tu lado cuando te coronen rey — dice.

— ¿Sigues hablando? — pregunta y me parece que esta más tranquilo.

— Nunca me habías hablado así — suelta indignada.

— Lo lamento, ¿qué debo decir? Nunca me había confesado en la cara que se metieron con otro.

Joder, me paso la mano por el bolsillo y no encuentro mi celular, no puede ser. Lo dejé en las sábanas cuando estábamos juntos




𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora