Mi mirada está fija en el techo mientras él se está bañando. Sigo acostada en su cama, insistió en que le dijera que opinaba, pero después de un rato de ignorarlo se puso de pie y se fue. Gracias a Dios porque todavía no estoy lista para decirle que me gusto.
— Rayos — dije levantándome de la cama. Me pongo la ropa lo más rápido que puedo, lista me fijo en un espejo si el maquillaje sigue en su lugar para salir.
Abro la puerta del cuarto y lentamente bajo las escaleras en busca de Largo. Tengo hambre y no se di debo ir a la cocina o tocar una campana para que llegue un mesero.
— ¿Qué se le ofrece? — dice Largo detrás de mí.
—¡Carajo! — me asusto verlo salir de un rincón oscuro — ¿tu nuevo pasatiempo es asustar a las visitas?
Sonríe ligeramente haciendo que las arrugas de su rostro se hagan presentes.
— Le ofrezco mis disculpas, ¿qué se le ofrece?
— Quiero un sándwich
Me mira con el ceño fruncido, cómo si no me hubiera escuchado, pero sé que lo hizo. Un sándwich junto a un jugo de naranja después estoy sentada en el sillón comiendo cuando sale del baño con una toalla en la cintura.
— ¿Qué haces? — pregunta frente a mí.
— ¿Qué parece que estoy haciendo? ¿Salvando el planeta? — pregunte y puso los ojos en blanco.
— ¿Por qué debes de responder así?
— ¿Por qué siempre debes hacer tantas preguntas?
Se pasa la mano por el cabello mojado y suspira pesadamente.
— ¿Por qué estás molesta? — pregunta irritado.
— No estoy molesta, estaba comiendo un sándwich tranquilamente y vienes a molestar — explique
Hace un gesto de camino al clóset donde saca un saco gris. Parece que no sabe que existe todo tipo ropa cómoda y elegante. Mi celular vibra en la cama, pero la verdad estoy cómoda aquí. Suena de nuevo haciendo que Coleman también lo mire.
— ¿Quién te llama? — pregunta mirando su camisa.
— No lo sé, pero mejor hablemos sobre ¿cómo aprendiste a usar tu lengua de esa manera?
Me miró un segundo y se puso colorado. Bastante raro después de ver lo que me hizo en la cama.
— ¿Es importante?
— Por supuesto que sí, no todos lo hacen bien a la primera, pero tú, no tenías ni idea de nada hace menos del mes y ahora actúas como experto. ¿Otra te está dando clases? ¿Me seguirás pagando? — dije a la defensiva
— No estoy viendo a nadie más, solo lo saque de un libro.
— ¿La revista Playboy?
— ¿La qué? — pregunta confundido con una ceja rubia levantada.
— No hay ningún libro lo suficientemente explícito para que te enseñe a hacer eso. ¿Quién o qué te ayudo?
Me puse de pie y le empuje el brazo haciendo que me mire de frente. Sus ojos se centran en los míos tengo una sensación parecida a la de estar en trance hasta que parpadeo. Él se da la vuelta y se pone el bóxer con la toalla aún puesta.
— Nadie me enseñó, te ves mejor con los ojos cerrados — dice en voz baja.
— Y tú te ves mejor con la boca cerrada. ¿Entonces no me vas a decir que es lo que hiciste?
— No, en realidad no lo haré así que si me disculpas quiero vestirme sin que estés encima mío.
Me aparta un poco y le aparto la mano un golpe. Está bien si no quiere decirme, lo descubriré yo sola. Voy a la cama y tomo mi celular, la pantalla encendida muestra un mensaje de un número no registrado.
033 126 8000
Espero no molestarte, pero le pedí a alguien tu número, suponiendo que estoy hablando con la chica sexy de púrpura y no con un viejo gordo de ochentaMe río al leer el mensaje e inmediatamente tengo a alguien detrás mío echando su aliento en mi nuca.
— No seas chismoso Coleman — dije apartando mi celular de su vistay se separa
— La curiosidad de ver por qué reías.
— Yo no ando por ahí revisando tu celular o tu computad ... ¡eso es! — grite
— ¿Adónde vas? — grita, pero ya estoy corriendo hasta su computadora, se queda de pie hasta que se da cuenta a dónde voy —¡no la toques!
Viene tras de mí y cuando llego al escritorio la estoy encendiendo. Esta detrás de mí con la cara sudada y una expresión de miedo.
— ¿Acaso hiciste lo que creo que es? ¿has estado de pervertido, Coleman? — pregunte divertida.
—¡Jamás! — grita.
— Bueno, entonces no te molesta que revisé tus últimas visitas ¿o sí? — dije dándole clic al mouse. En dos segundos mientras la página cargaba un líquido naranja empapó la pantalla haciendo que sacara chispas —¡Ahh!
Me separé de golpe mientras todo el equipo se apagaba echando chispas. Mierda. Al parecer sí había algo ahí que no quiera que viera.
— ¿Coleman, qué carajos? ¿Le lanzaste jugo de naranja a la computadora?
Mira el vaso en su mano y lo pone detrás de su espalda fingiendo inocencia — Claro que no, ahora quítate de ahí antes de que te electrocutes.
Me levanto de la silla y lo tomo de la muñeca. Me mira confundido, pero de pronto me agacho frente a él que no me deja de mirar con los labios entre abiertos.
— ¿Qué haces? — pregunta.
— Me ató los cordones — pongo mi pie frente a mí y mis dedos hacen un lindo moño en mis tenis negros — si pensaste que te la iba a chupar estás más que equivocado.
Se nota molesto, apretó la mandíbula y se metió al baño azotando la puerta. Que poco sentido del humor, tome mi bolsa del suelo junto a mi celular para salir. Cerra la puerta de su cuarto con la misma fuerza que él para hacerle ver que me he ido. Cuando estoy de pie en el pasillo me detengo al ver en el piso de abajo un hombre cuarentón con el cabello con algunas canas, mierda al verlo de perfil es idéntico a Coleman ¿ahora cómo se supone que me vaya si no puedo salir?
—¡Jeffrey! - grito tiene la voz ronca y un acento que no logró reconocer — recuérdale a mi hijo que tiene una cena conmigo dentro de tres horas. Además de que la invitación es abierta a su prometida.
Veo que se aleja hacia un cuarto que no puedo ver desde mi escondite, una puerta cruje y lo tomo como mi señal de huida. Tan solo bajo el último escalón cuando la puerta de arriba se abre, supongo que será Coleman, pero aun así corro a la salida. Dios nunca me alegre tanto sentir el aire fresco en mi cara.
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𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎
Teen Fiction𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨: 𝐓𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚𝐫𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐚𝐬, ¿𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐚 𝐭𝐚𝐥 𝐠𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐫...