Capítulo 06

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Camine por el pasillo transitado y trato de llegar hasta el aula del profesor Weyterr, pero mi plan de llegar rápido sin que me miren se destroza cuando me tropiezo con el pie de alguien.

Brooks, me mira con superioridad y una sonrisa burlona.

— Oh, lo lamento, debo aprender a quitar mi pie del camino — responde con falsedad.

Me puse de rodillas y aprovechando su cercanía mi mano formo un puño que choco con su entrepierna. En cuanto eso paso cayó al suelo quejándose delo dolor.

—¡Auch! ¡Maldita puta! ¡Veras lo que te haré después! — amenazó chillando.

Me puse de pie con las miradas de los que estaban sobre mí. - La próxima vez puedes decir con certeza que toque tu pene.

Le sonreí para seguir mi camino hasta el aula, nadie en el resto me molesto, ni insulto después de ver la escena. Llegué al aula y cerré la puerta de un golpe ocasionando que el profesor diera un salto brusco.

—¡Rory! ¡No hagas eso! — me disculpe y llegue hasta el escritorio donde me senté.

— Necesito hablar con alguien para no morir ahogada con mis palabras — dije y soltó el periódico que leía antes de entrar.

— ¿En qué te puedo ayudar, Rory? — hablo con ese tono de voz grave que en cualquier otra situación me habría excitado.

Mire alrededor del salón buscando algún alumno cerca antes de confesar lo siguiente.

— ¿Rory? ¿Estás bien? Te ves pálida — su mano toca mi muslo y me sobresalto.

—¡Me ofrecieron un empleo y empiezo hoy! — grite y una mueca de felicidad llena su cara.

—¡En hora buena! — si tan solo supiera lo que me asusta.

— Supongo...

— ¿Qué pasa? - creo que nota mi decepción.

Tome una bocanada de aire.

— Profesor, alguien me contrato para enseñarle a tener sexo. — confesé y el aire volvió a mis pulmones.

Su boca se cerró de golpe y luego se abrió para sacar las múltiples carcajadas sonoras desde el fondo de su garganta. Maldito sea él y su chaleco beige de ñoño.

Me mira y le causa aún más gracia de lo normal.

— ¿Tú? Que buena broma — dice con la respiración entre cortada.

—¡Es verdad! — me tape la cara con mis manos asqueada pues me sudan —¡Me contrataron ayer y me adelantaron mi sueldo!

Su risa se detiene. Ahora me mira boquiabierto y trata de hablar.

— ¿No es una broma? — negué con la cabeza — ¿Pero por qué has aceptado? ¿Quién te ha contratado?

— Richard Coleman — su boca literalmente estaba en el suelo.

— ¿Bromeas no? — me está desesperando

—¡No! ¡Nada de esto es una puta broma! — se levantó de la silla y camino hacia la ventana con las manos abrochando los botones de su chaleco.

— Rory, dime por favor que no aceptaste tal bajeza, porque eso es lo que es...

— Claro, para usted es fácil decir eso porque tiene trabajo, una casa, esposa y dinero para sus caprichos. Yo en cambio no tengo trabajo, estudio en un estúpido colegio donde me bajan de zorra con gonorrea y, un banco pisando mis talones para pagar una deuda que no me pertenece.

— ¿Dónde está tu madre? — cuestionó.

Mire hacia abajo porque si hay algo que no tolero en absoluto es que me vean preocupada.

— Se fue de nuevo... no me importa de verdad, no es la primera vez ni será la última.

Camina con cuidado, el ruido de sus pasos acercándose a mí. Tome aire y trate de lucir calmada.

— Sabes que puedes quedarte conmigo y Meredith o te puedo ayudar, tengo una amiga que renta una habitación puedo... — lo detengo antes de que siga.

— Tomaré el estúpido empleo hasta que pueda juntar el dinero suficiente para poder pagar un pasaje de avión y un departamento, viviré mi vida sola después de la graduación y podré empezar de nuevo. — explique mi plan.

— ¿Cuánto necesitas? — no respondí — No me dirás nada ¿verdad?

— Exactamente, profesor no diré nada porque es mi vida y voy a salir adelante sin nadie — me baje del escritorio — no necesito la lastima de nadie, pero si un favor suyo, solo uno.

— Dímelo, lo haré sin pensarlo.

— No le diga a nadie, jamás, lo que hablamos hoy.

Me sonríe y levanta la mano — lo prometo, jamás le diría a nadie lo que, mi alumna favorita me diga.

— Claro — le sonrío de vuelta y tomo camino para salir. En cuanto pongo un pie fuera un líquido frío me baña por completo.

Intento quitármelo de encima, pero me entra en los ojos y no puedo abrirlos.

— ¿Ya no te gusta que te echen leche en la cara? — se burla Brooks.

— Imbécil — intento caminar, pero me resbaló y caigo en el suelo. El profesor Weyterr sale del aula y me ayuda a levantarme.

— ¿Quién fue? — grito levantándome, intente abrir los ojos, pero el ardor de la leche no me dejaba, sabía que todo mi cabello, mi ropa absolutamente todo mi cuerpo estaba mojado.

— No sé quién fue, pero ella se lo merece — respondió entre risas.

El profesor puso en mis manos un pañuelo y por fin logré limpiar mi rostro. Mire a todos estos idiotas parados en el pasillo mirándome con gracia por esta estupenda idea que tuvo Brooks. Él sobre todo estaba contento con el resultado.

—¡Brooks! ¡Vamos a la oficina del director! — él lo mira impactado y no habla —¡Ahora mismo!

Asiente y se da la vuelta para ir a la oficina. El profesor me susurra al oído preocupado — ¿Te encuentras bien?

Asiento segura, me sonríe levemente y se va detrás de Brooks. Me quedé recargada en los casilleros mientras todos se dispersan.

— Mierda — dije para mí, al ver mi blusa favorito llena de porquería.

Me dirijo al baño cuando alguien toma mi brazo, de verdad quien sea le quiero soltar una cachetada en el rostro.

— ¿Estás libre después? — pregunto mi nuevo jefecito.

Asentí con mala cara y me tendió un papel.

— A las tres y media de la tarde ve a ese lugar, es mi casa — creo que vio mi cara de confusión porque me explico — ahí nos veremos a diario para las clases.

No pude decir nada más pues este ya no estaba. Eso es lo que me faltaba para tener un fabuloso día. 

𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora