Capítulo 12

1.4K 147 38
                                    

Abrí las puertas de su habitación haciendo que diera un brinco del susto.

— Ya estoy aquí, Coleman — anuncie entrando y arrojando mi bolsa al suelo.

Me invitó a sentarme y deje caer mi trasero en el sillón mientras esté daba vueltas como un perro nervioso.

— Ayer tuve que asistir a una reunión con mi padre y al salir me dispuse a ir al baño, al llegar hice mis necesidades, pero en cuanto quise salir dos jovencitas se pararon frente a la puerta. Estaba a punto de pedirles que se retirarán, pero comenzaron a charlar sobre una situación... — me mira como esperando a que yo termine la historia

Muevo la cabeza hacia adelante y hago un movimiento, pero no parpadea — ¿Qué quieres que haga? ¿Se supone que debo decir algo?

Se gira molesto pellizcando el puente de su nariz —¡Debes de saber de qué hablo, Ryland!

— Ah pues perdón, pero necesito pistas, detalles, ¿de qué tema hablaban?

Se puso rojo y se encogió de hombros. Gruñe

— Hablaban de tocarse entre ellas y eso me hizo pensar en el onanismo. ¿Podemos hacer eso? — pregunta casi como tomate.

Me quedé helada un momento, tuve que morderme la lengua para no reír

— ¿Estás diciendo que me trajiste hasta aquí porque estás cachondo desde ayer?

Hace una mueca al escucharme decir "cachondo" pero asiente despacio. Se acerca a mí y pone sus manos en mis rodillas tratando de separarlas, pero nunca las había tenido así de juntas.

— ¿Ahora si quieres tener las piernas cerradas? — cuestiona burlón.

— ¿Ahora quieres que te deje un ojo morado, cretino?

Levanto las manos en son de paz y se puso de pie.

— Pensé que cuando pensaste en lo de mastur... — me mira molesto — perdón, onanismo era hacerlo tú, no yo

— A ti te pago para que me muestres lo que necesito y ahora quiero que tú me toques a mi — confiesa

— Bien, pero si me sigues molestando voy a morderte — bromeó y me mira confundido — es un chiste, es cultura básica, cretino es obvio que si te muerdo el pene te va a doler

— Entonces no lo hagas — ordenó — y de paso quítate la ropa — me sorprende bastante escuchar eso de él, pero al maldito y malnacido cliente lo que pida.

Asiento y me pongo de pie para quitarme la falda, pero no alcanzo en el cierre. Al parecer reflejo mi lucha con la cosa porque Coleman se acerca para ayudarme.

— Eres muy orgullosa, ¿cierto? — su mano baja el cierre y le da un jalón a mi falda haciéndome quedar en mallas. Las deje ahí tiradas junto a la falda y le tome la mano para sentarlo en el sillón.

¿Si me acerco y discretamente lo asfixió sería tan terrible? Siendo honesta pienso en que le hago un favor al mundo. Bueno al menos al pueblo si

— ¿Estás listo para que te la chupe? — le pregunté y su mueca de asco hace que me ría

— ¿Siempre has sido tan vulgar? — pregunta y bajo el cierre de su pantalón

— La mayor parte del tiempo, pero guardo lo mejor para usted, jefe.

Gruñe molesto, por un momento capta mi atención su rostro. Nariz pequeña pero no demasiado, labios delgados. Como lo dije hace ya un rato no está tan mal sin embargo no es mi tipo

— Bien, acabemos con esto de una vez — Me llevo su pene a la boca y le lamo la punta.

— Vaya...

Inspira hondo y le doy varios lametones. Acomodo los brazos al lado de sus piernas y me lo meto hasta la garganta. Coleman hunde los dedos en mi pelo y me sostiene quieta mientras menea las caderas y me penetra la boca.

— Al menos en algo eres buena.

Mis movimientos se aceleran un poco. Sus patéticas palabras hacen que
mis labios lo succionen con más fuerza, lo que lo obliga a gemir de nuevo.
Este modo en el que me tiene, me hace sentir como si él mandara aquí. Diré que esa sensación no me agrada, pero no tengo ánimos de mostrar que mando yo.

— Ryland...yo...

Tira de mi pelo un poco más, y siento cómo los músculos de sus piernas se
y gime mi nombre varias veces mientras se vacía en mi garganta.
Después de unos cuantos jadeos, me ayuda a levantarme. Me dirijo al baño a lavarme la boca, en cuanto salgo después de lavarme lo veo recostado en el sillón con la cara de satisfacción

— Creo que... — empieza, pero me mira — qué te pasa, por qué tienes esa mueca?

— No tengo una mueca, esta es mi cara, imbécil — contesto.

Se ríe acomodándose el pantalón de nuevo. No sé cuántos días faltan para la graduación, pero me urge salir de este lugar

— Mil disculpas por insultar tu cara, pero deberías de sonreír más. Las mujeres se ven más lindas cuando sonríen

— No busco sentirme linda, ya lo soy. Creo que ya no tengo nada que hacer aquí así que será mejor irme.

Se pone de pie y camina hasta su mesa de noche, toma algo que no alcanzo a ver, pero lo arranca para dirigirse hasta a mí. Estira la mano con un cheque

— Ya me pagaste, no necesito que me adelantes el pago.

Niega con la cabeza — es por lo de hoy, tú no trabajas los fines de semana. Aunque en si en realidad deberías de agradecerme — responde con una sonrisa

Me crucé de brazos — ¿Por qué?

— Lo que me hiciste se lo haces a todo el mundo, pero al menos yo te pago — dice divertido

Ojalá te mueras, imbécil

— ¿Te crees muy gracioso no? Espera a que el mundo se dé cuenta del desastre que eres

— Al menos eso se arregla, pero una cualquiera como tú jamás lo entendería -ataca satisfecho

Le sonrió — Puedes decir lo que quieras, pero nadie te quita lo precoz — solté y su cara fue un poema

Camine hasta la puerta de su habitación y salí antes de que se le ocurra otro brillante ataque. Baje las escaleras deprisa y escuche sus pasos detrás de mí así que acelere

— Amo Richard — llamó Jeffrey.

Por fin baje el último escalón, pero tomo mi antebrazo con fuerza

— Ahora no — me miro furioso — discúlpate por decirme eso

Le saqué la lengua como una niña e intenté caminar hasta la puerta, pero me tomó con más fuerza

—¡Hazlo!

—¡Jamás, precoz! — grité y de un jalón pude recuperar mi brazo

Corrí hasta la puerta, pero venía detrás de mí para tomarme de nuevo. Mi mano giró el pomo de la puerta justo al mismo tiempo que su mano me agarró de nuevo

—¡Déjame! — grité y abrí la puerta.

Grave error de mi parte

— ¿Qué haces con ella, Richard? — diablos, Diana estaba de pie frente a la puerta y es más que obvio que nos está viendo — Te ordenó que me respondas, ¿qué hace esta cosa en tu casa y por qué la estás tocando?

Inmediatamente suelta mi brazo e intenta tocarla a ella, por milagro pude pasar rápidamente por el lado de ella para salir finalmente de la casa. Buena suerte Coleman, la necesitarás. 

𝐸𝑙 𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐷𝑒 𝑈𝑛𝑎 𝑍𝑜𝑟𝑟𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora