Entonces, en unas... sesenta y tres horas, Crowley se levanta, se estira, se ducha, se viste y se va al coche silbando Mr. Crowley hasta que el Bentley decide que hoy suena como Good Old‐Fashioned Lover Boy. Así que se sonroja un poco pero no la quita mientras aparca en el Soho.
La librería tiene el letrero de cerrado, las persianas abajo y la puerta trancada. Abre la librería a chasquido de dedo a pesar del cartel de cerrado.
—¿Holaaa?
Todo... está más desordenado que de costumbre, hay un par de botellas en el suelo. No crean que él no sabe hacer drama decadente.
Les da un golpecito con el pie haciéndolas rodar al andar, sin haberse dado cuenta que están ahí.
—¿En serio? ¿Tantos pecados más que el resto tienes tú como para emborracharte así? —las hace desaparecer de un chasquido.
De hecho... hay un libro de Oscar Wilde tirado en el suelo con una hoja arrancada porque ha intentado olvidarte con él y no lo ha conseguido. Y sí, es una primera edición, de las firmadas.
Eso sí que no lo nota porque... verás. Si fuera el único libro de la habitación a lo mejor pero...
—Aaaaangeeeeel... ¿En serio aun no lo has leído entero? Han pasado como doce años.
Nada de respuesta.
—Ugh, en serio... —sigue andando por la librería, buscándole en las butacas que le gustan y en la cocina y el baño—. Al menos dime cuanto rato más necesitas y me largo...
Está en la cama, hasta ha vomitado en las escaleras, está abrazando la almohada de Crowley y trae su pijama puesta.
Igualmente va a subir al cuarto lo siguiente, así que...
Ahí está, en las escaleras la vomitada vieja de alcohol.
Arruga la nariz al verlo y también lo desvanece porque huele raro, subiendo los escalones de dos en dos después de eso.
—Angel? —pregunta un poco más alarmado después de ver eso, porque no es normal que acabe vomitando, más bien suele ponerse sobrio antes de ello.
Hecho bolita, de tu lado de la cama. Con unos lentes de sol medio puestos, tú pijama puesta, otras cuatro o cinco botellas de alcohol.
Crowley parpadea un poco al notarle ahí, relajándose y se le acerca a ver si... respira o algo.
—Aziraphale?
Respira. Es lo único que hace, apretando casi con fuerza a la almohada, pero esta KO.
—¿Qué ha pasado? —se sienta en la cama y le acaricia un poco el pelo.
Susurra "Crowley" con suavidad y solloza.
—Estoy aquí, venga, no lloriquees.
No, es que... demasiado alcohol. DEMASIADO alcohol.
—¿Voy a tener que ponerte sobrio para que me cuentes qué ha pasado? —suspira y chasquea los dedos, haciéndolo. Le mira, sin levantarse, esperando que se llenen de nuevo las botellas.
Se llenan, todas y cada una de ellas. Solo queda entonces Aziraphale dormido. Gracias al cielo.
Crowley planea meterse en sus sueños..., se tumba a su lado en la cama y ahí va.
Apareces en la casita de campo. Aziraphale llora, DESCONSOLADO y tú que estás en escena le gritas que no le quieres y que es horrible y ridículo y solo le has hecho creer en su amor por conveniencia.
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.