Respira, completamente sudado y adolorido. Parando un instante. Mueve los hombros estirando los músculos y se siente las heridas abiertas.
—¿Sí?
—Disculpe, señor... —es su secretaria o secretario. El angelito de poca pinta que le organiza las sillas y le limpia el escritorio en el despacho.
—¿Qué? —pregunta, sin abrir la puerta ni quitar el glaseado.
—Está aquí el Arcángel Azrael para verle...
—Ugh... —protesta demasiado en alto.
—Me está costando hacer que espere afuera... está muy insistente.
—Sí, sí... un minuto —suspira profundamente
—Gracias.
Odia a Azrael, se protesta a si mismo mientras se pone de nuevo la camisa y la chaqueta, sin curarse. ¿A qué tiene que venir aqui justo ahora el muy imbécil? Esto tiene que ser un castigo divino... oh. Claro. Vale. Muy aguda.
Y ahí viene Azrael, tan sonriente y presumido. Levantando la nariz.
Gabriel vuelve los cristales transparentes y abre el despacho, después de asegurarse haber guardado el látigo, preparando su mejor sonrisa falsa, desde luego.
—Oh, ¡Gabrielito! ¿Cómo estás? —le saluda abriendo la puerta, Azrael, acercándose para abrazarle.
—Azrael... que gusto verte —le sonríe abriendo los brazos para recibirle
Hasta un par de besos le va a dar y, lo siento, un par de palmadas en la espalda bastante energéticas.
Ya, ya, nos lo imaginábamos. Aprieta los ojos aguantándoselas sin dejar de sonreír. Tómalo como un par de flagelaciones más...
—¿Cómo estás?
—Bien... Bien. Siéntate, por favor, hace un montón que no vienes por aquí. —sonríe con cara de "me pregunto por qué has decidido cortar la racha, con lo bien que íbamos."
—Oh, yo lo sé. Hace un montón que no tenía ningún motivo para venir —sonríe, sentándose y cruzando la pierna—. ¿Cómo va el negocio de paquetería?
—Ja, ja, ja. Bien, bien... gracias. ¿Motivo para venir?
—Un par, un par... por ahora, te traigo una cosa —le muestran un paquete negro que trae en la mano. Sonríe.
—Mira por donde, se cambian las tornas, tendré que ir yo a matar a alguien.
—¿Tú? No me hagas reír, office boy.
—Sí, sí... ¿quién lo manda? —tiende la mano para que se lo dé.
—Realmente no lo sé... Tiene una tarjeta con un mensaje críptico —se lo tiende
—La has leído, entonces... por eso es que esto no es lo tuyo —Lo toma yendo a sacar la tarjeta.
—Claro que no es lo mío... ni quisiera, Gracias. Me parece peculiar que estés recibiendo regalitos.
—Es lo que pasa cuando haces cosas bien —lee la tarjeta
"Siempre serás un perfecto Arcángel. B"
WTF?
Es una tarjeta de consuelo...
Gabriel se sonroja un poco, carraspea y lo guarda, junto con la tarjeta en el cajón de su escritorio volviéndose a Azrael, que levanta las cejas y sonríe de lado.
—¿Quién la manda?
—Eso iba a preguntarte, si sabías quién te la dio.
—Me lo dio tu secretaria, me han dicho que lo ha subido un... mensajero. ¿Qué es el paquete?
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.