Uriel, a quien Gabriel designó niñera número uno de Azrael y está ahí con él mirando alrededor pensando aquí no ha hecho ABSOLUTAMENTE NADA. Le han dado tres días y el idiota no ha hecho una mierda, se mete un susto cuando aparecen.
Azrael pega un salto también sin esperarles así y levanta las cejas al notar que es... Es ese... mira a Uriel.
Uriel carraspea un poco porque Crowley ni se ha enterado que ya no están en casa.
Aziraphale hace mmmmmm y Crowley asegura que solo está, ehm... pintándose los labios con algunos pasos extra. Ya, ya... claro.
—Dios mío... ¡Sí es cierto!
—¡Es asqueroso! —protesta Uriel.
Aziraphale empuja a Crowley al oírles hablar, quien levanta las cejas y cuando nota donde está y quienes hay a su alrededor, carraspea un poco.
—E-Ehm... ehh... hello —Aziraphale saluda, sonrojada.
—Te estabamos esperando —anuncia Uriel arrugando la nariz.
—Uriel... no sabía que tú... que... ehm... hello.
—Hey —saluda Crowley por ahí.
—¿Y tú eres... —pregunta Azrael hacia Crowley.
—Crowley —le tiende la mano.
—Oh... El de la manzana. Yo soy Azrael.
—El mismo —sonríe, aunque bueno, ha hecho un par de cosas más desde entonces, pero bueno.
—Ya me habían hablado de ti últimamente.
—Todo cosas malas, espero —bromea.
—Ehh... Bueno, sí, lo del... Fin del mundo les tenía a todos bastante tensos.
—Ah, sí —sonríe—. Eso fue bastante bueno.
—Hmmm... bueno, no. No todos están de acuerdo en eso —frunce el ceño.
—Nunca se puede contentar a todo el mundo —se encoge de hombros.
—Pues en ese caso ni tú parte ni la mía.
—¿La tuya?
—Los bandos.
Crowley se encoge de hombros porque... los bandos.
—Bueno... y esta el asunto con el ángel.
—Ah, eso —sonríe y mira a Aziraphale de reojito. Ella se sonroja.
—Son famosos por ello.
—Es... normal, ¿no?
—¿Normal? Es todo menos normal —asegura Azrael.
—Que lo seamos, quiero decir, aunque a ella le de asco —señala a Uriel.
—A todos.
—Sí, claro —ojos en blanco.
—Bueno, a él no, por lo visto.
—Eso está claro.
—Y dicen por ahí que Gabriel... Está teniendo intereses... Semejantes.
—Ah, eso. Sí —es que ni vacila. Uriel levanta las cejas sin esperarse una respuesta tan clara y directa.
—¿Sí?
—Desde luego. Con Lord Belcebú.
—Oh... really? —Azrael sonríe.
—Claro que sí, queréis que os lo contemos, lo vimos de primera mano... ¿Puedes preparar un té, angel? De hecho estáis aquí porque hoy va a ir a verla y no os quiere por ahí.
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.