Gabriel le hace un poco de pat pat entrando a la sala de reuniones. Raguel... ha traído a los Arcángeles nada más porque bastante terrible ya le parece todo esto y está agobiado.
Suficiente, gracias Raguel. Ahí va a sentarse como cabeza de la mesa.
Ojos en blanco.
—Os preguntareis porqué os he citado hoy aquí —empieza Gabriel.
Miguel se sienta a su lado, como sieeeeeeeeeeeeempre. Uriel la mira con cierta cara interrogante.
—Pues... un poco, sí. Especialmente pensando en los acontecimientos recientes... —asegura Azrael.
—Justamente de esos acontecimientos quiero hablaros.
—Por Dios... ahora empiezo a temer cuando dices esas cosas.
—No deberías. Pero supongo que todos sabéis a estas alturas que he sido bendecido con el conocimiento y la guía de nuestra señora una vez más.
Ojos en blanco de... Azrael. Y un poco de Raguel pero más discretamente.
Remiel le mira mordiéndose el labio. Sariel le mira con la boca abierta un poco en admiración y Uriel con una ceja levantada un poco escéptica, más preocupada porque Miguel no le ha hecho ni un gesto
Miguel es que... ni mira a Uriel porque sabe que la va a regañar.
—Todos sabéis que el plan del infierno para mermarnos en fe y hacernos pecar pasa por intentar venir a hacernos lo mismo que el demonio Crowley empezó con el principado Aziraphale —sigue Gabriel.
(Aziraphale... dice que no le vuelvas a hablar en la vida)
Raguel se humedece los labios, escuchando.
—No parecía haber esperanza para nosotros, más que una lucha un poco infinita de resistencia imposible ante lo que los demonios están naturalmente preparados para hacer... hasta ahora.
—Hasta ahora... ¿Ajá? ¿Qué vas a decirnos? —insiste Azrael, impaciente.
—Dios ha proveído. Un contraataque. Lo ha puesto en evidencia para mí y es lo mismo para todos nosotros, así que propongo que nos defendamos atacando primero.
Miguel abre la boca para decir algo... y la cierra.
—¿Qué? ¿Pero cómo? —pregunta Uriel.
—Con amor. Y una ceremonia religiosa —se levanta—. Se llevara a cabo en las fiestas de semana santa. Somos siete Arcángeles. Hay siete príncipes en el infierno. Algunos de nosotros ya tenemos uno. Es cuestión que el resto elijáis uno y lo hagáis... amar. Y... nos unamos con ellos antes de que todos caigamos en el pecado uno a uno. Creedme, sé lo duro que es eso.
El parpadeo... generalizado. Gabriel levanta las manos para intentar calmarles antes de que se desencadene un pandemonio.
—Sé que esto os puede parecer una locura ahora mismo, pero es el camino más lógico.
A ver... es que... Sariel se gira a mirar a Uriel boca abierta en plan... ¿¡le escuchas?!
Uriel no está segura de estar entendiendo lo que cree que está entendiendo porque no puede ser que Gabriel esté diciendo eso.
Raguel... es que quiere llorar otra vez.
Llora, si quieres... Pues... Pero es lo que pide
Es que... maldita sea. Esto es JUSTO lo que hubiera querido en otros tiempos. O no justo pero algo así.
—Bien, os recomiendo que, los que quedáis, os pongáis en marcha cuanto antes porque falta bastante poco para semana santa.
—¿¡Q-Que quieres que... qué?! —es Azrael el que... está convencido de que se ha vuelto loco.
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.