Igualmente ahora, Belcebú, tiene una hora para averiguar quién coño es el enviado del infierno y qué mierda hace ahí!
Ah, sí.
Ligur solía ser el que tenía ese tipo de información.
Pero alguien lo mató. A lo mejor puedes hacer la ouija.
La ouija...
No creo que funcione.
No, desde luego que no, si nunca funciona para nada útil. Una posesión demoniaca quizás.
¿A quién vas a poseer? ¿Al enviado?
Pues ni sabe quién es. A... ¿un ángel? iugh. No, vale. Ella a quien quiere poseer es a Gabriel y no precisamente así pero es que subir al cielo es como... la cosa más llamativa del mundo, Goddamnit.
Pues posee a Gabriel.
Ehh... No, no así. Y no... En realidad, no está segura de que se pueda. Antes poseería a Miguel, la verdad...
Pero... la intensidad. Tal vez deberías invitarle primero a un café o algo.
Exactamente.
Pues posee a Miguel, pero opino lo mismo.
La verdad es que...
—Dagooooon! —chasquea los dedos para ponerse su traje de Rey de las Tinieblas habitual, al fin.
¡Ve a lavarte! ¡Cochina!
Ehm... lavarse. Vale... ehhh...
Ahí va Dagon con sus papeles que lleva de un lado a otro por todo el infierno como si fuera a algún lado a hacer algo súper importante cuando todos saben que solo da vueltas de un lado a otro fingiéndose súper ocupada.
La burocracia infernal.
Belcebú se echa atrás en su silla, cruzándose de brazos y esperando a que toque la puerta para entrar como le ha instruido a hacer cada vez...
No creo que eso pase.
Eso pensábamos pero siempre les pide que toquen.
Entra como un torbellino, así de estrés, estrés, estrés porque si uno no finge eso cuando va a la oficina del jefe tal vez debería replantearse sus prioridades. Haciendo saltar un poco a Belcebú.
—What the fuck?
—Me habéis llamado, mylord?
—¿¡Por qué no has tocado la puerta!?
Dagon parpadea como si el concepto "tocar la puerta" fuera nuevo para ella, de hecho hasta mira a la puerta como si nunca se le hubiera ocurrido poder tocarla... con estas cosas se entienden el concepto de porque necesitan carteles para recordarles no lamer las paredes.
Belcebú hace los ojos en blanco
—Dagon... ¿Puedes decirme quién está en el cielo y cuál es el asunto oficial que lo llevó ahí?
—¿Quién está... en el cielo, mylord?
—Sí. Me han dicho que hay un enviado del infierno... y dado que yo soy la única persona que hace envíos oficiales al cielo, me pregunto qué es lo que alguien pudo haber enviado al cielo si no lo envié yo.
—Ehm... ¿Condolencias? Por ser todos tan insufribles...
—Ja-Ja.
—Pero usted ha mandado un paquete esta Mañana. Tarde, noche. Whatever, no sé qué bloody hora es... hace un rato.
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.