Untitled Part 53

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Crowley toma aire y lo sueeeeeelta otra vez con los ojos cerrados, intentando calmarse. Se quita las gafas y se limpia la cara en el lavamanos lo primero, porque lo quiere es que no la vea llorar.

Luego hace un milagrito invocando un recipiente en el que va a mear como un litro de meados porque no sabe cuánto es que tiene que mear, sentada en cuclillas.

Aziraphale debe estar llorando a moco tendido al otro lado de la puerta así de BUAH! Es más, hasta puede que lo oigas. El ángel solloza y todo, sacando un pañuelo del bolsillo

Le oye y pone un poco los ojos en blanco. En serio, angel, no quieres ver esto. Cuando cree que hay suficiente, deja el recipiente en el mármol y abre la puerta.

Se le echa encima, abrazándole

An... what?

—¡No te enfaaaaaaades!

Menos mal que lo ha dejado en el mármol o lo ibas a volcar.

—No me enfado...

—Sí te enfadas, me has echadoooo.

—Solo quería... no querías ver esto.

—No me odieeeeees.

—No te... —ojos en blanco—. Sí te odio porque mira que cosas me haces hacer —pat pat en la espalda igual.

Va a buscar darle un beso el muy dramas, mira que suerte tienes que hasta un beso te llevas.

Vaaaale, pues beeeeeso.

Ojos en blanco. Igual se separa bastante pronto.

¡No le está pasando nada!

—¿Qué ha... qué ha pasado con el palo? ¿Has meado?

—No, solo tengo meado aquí en el bote, ni sé dónde están los palos.

—Oh... están en el coche.

—Pues ve por ellos.

Aprieta los ojos y es que... ir al coche y traerlos con un milagro es prácticamente lo mismo... cuando el señor no tiene llaves del coche.

—Voy por ellos si me abres el coche.

Ojos en blanco y con un chasqueo de dedos tiene la bolsa en sus manos.

—Than... Ehm... bueno. Bien.

—¿Qué hay que hacer? ¿Los metemos todos ahí dentro como si esto fuera una... fondue? —hace gesto con las manos. Aziraphale arruga la nariz.

—Pensé que tenías que hacer pis EN el palo.

—Bueno, pues he hecho un coctel. A ver, trae uno.

Aziraphale abre la caja y se lo pasa.

—Quizás solo necesites remojar l punta en pipí —explica sacando la hoja de instrucciones

Crowley rompe el paquete y el prospecto porque no cree en el packaging, por lo visto.

Aziraphale parpadea. Vale. No leemos la instrucciones. Le mira sin haber esperado eso aún con las manos en posición de sostener el prospecto, pero sin nada en ellas.

Y luego mete lo que hay dentro, que no sabemos ni si tiene tapa, dentro de los meados como si fuera una patata dipeada en salsa barbacoa. Si suelen tener tapa.

—Oh... parece un bolígrafo blanco.

—¿Y ahora qué? —lo saca como bien bien untadito.

—Si hay dos rayas... creo.

Sin CityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora