Cuando Belcebú llega al cielo el martes y Daniel la escolta al despacho de Gabriel se cruza con Raguel que va de salida.
Raguel que va... vestido de ropa de calle y un poco perfumado.
Daniel le saluda con una sonrisa habitual.
Raguel se sonroja un poco para Daniel y... saluda a Belcebú, que casi ni le mira, la verdad.
Y pues nada, no hay interacción entonces. Daniel la acompaña hasta la puerta del despacho como siempre.
Raguel la detiene un poco, después de pensárselo.
—Belcebú... hola. Soy Raguel.
Daniel se detiene para que ella salude. No llevas un perro, Daniel. "Mira lo que te dice este señor, di hola, Belcebú, dale la patita como tú sabes."
Belcebú levanta las cejas casi como si acabara de notar qué hay un... mira, alguien ahí. Y ladra.
Ugh. ¡No le ladres!
Pues eso intenta pero...
—Ehm... quería felicitarte —asegura Raguel extendiéndole una mano.
Daniel levanta las cejas y Belcebú parpadea... ¿qué le quiere hacer qué? Mira su mano.
—What?!
—Felicitarte por la inminente boda —Raguel le sonríe y es que está de buenas.
—¿Boda? —pregunta Daniel
—Ugh! —Belcebú se sonroja.
—¿Vas a casarte? —la mira.
—Ehm... sí. Bueno... Ehm... —Belcebú carraspea mirando alrededor claramente incomoda.
—Sí que va a casarse, les deseo lo mejor. ¿Vienes a ver a Miguel o a Gabriel?
—A Gabriel —responde Daniel—. ¿Con quién vas a casarte?
Belcebú traga saliva odiando un poco a Raguel ahora mismo.
—Ehm... B-Bueno...
—Ya vas a enterarte pronto, Daniel... —explica Raguel sonriendo un poco aún.
—Oh... —asiente.
—Pero venga, nada de portarse mal en las salas de junta, eh —advierte Raguel, despidiéndose.
Belcebú... se queda con la boca abierta y las orejitas rojas, la verdad. Daniel levanta las cejas.
—Ugh... claro, claro, si pudiera yo hacer ALGO con esto, pero...
—¿Con qué?
—Ehh... —Belcebú se detiene, mira de reojo a Daniel. Traga saliva—. Ángel. Eres... un ángel normal, verdad, con todos los poderes angelicales
—¿A qué te refieres?
—A que puedes quitar cosas de hierro, ¿correcto?
—Pues... sí.
—Ehm... ¿puedes quitar todo lo que tenga de hierro yo encima?
—Pues... podría, sí pero...
—Hazlo.
—Ehm...
—Te toma solo un chasquido.
—Pero no me fío...
—¿De que no te fías?
—Si lo llevas es por algo. Alguien te lo puso.
—No se necesita, lo tengo por... accidente —Belcebú frunce el ceño.
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.