Uf... Media hora más tarde suena el teléfono de Aamón.
No, suena el de Aziraphale.
Que a saber Dios dónde está.
Ahí... va a estar ahí, punto. El de la librería
Ala... Vale, haciéndole pegar un salto.
Y Crowley le suelta un poco, culpablemente. Aziraphale se sonroja, contestando el teléfono.
—¿Hola? —pregunta Aamón.
—¿Q-Quién habla?
—Es esta la librería de Azira... A. Z... ¿Cómo se dice?
—Aziraphale, yes.
—¡Ah! Soy Aamón. Oye... sé que estáis enfadados conmigo, pero esto es urgente.
—Eres... ¿Eres Aamón? ¿De verdad? ¡Justo estaba intentando llamarles!
—Ah... Ah, ¿Sí?
—Sí... sí. Tengo... ¿Está Raguel contigo?
—Sí, está aquí.
—¿Le puedes... decir que... tengo algo importante?
—¿El qué?
—Un objeto valioso para él.
—¡El libro! ¡Lo tienes tú!
Se escucha a Raguel histérico al otro lado del teléfono dando un montón de explicaciones.
—Tenemos que ir para allá, calma, calma... ahora vamos.
—Han venido a vendérmelo... —explica Aziraphale—. Está a mi resguardo.
Le cuelga, porque Raguel esta histérico. Aziraphale suspira, levantando una ceja.
—Asumo que vienen... pronto. Raguel estaba un poco... fuera de sí.
Crowley le mira.
—¿Podrías... guardar la copia en tu casa?
—Sí.
Aziraphale le sonríe y se le acerca, abrazándole del cuello. Crowley sonríe de vuelta abrazándole un poco también.
—A mí me han prometido una copa.
—Estás ridículas casualidades en la vida...
—¿Que me prometan una copa?
—Que nos llamen a la vez que les intentamos llamar... —sonríe—. Vamos a por esa copa. ¿Y no podrías vestirte decentemente? Veo que no.
—Naaah.
Parecen los dos hippies de principios de los 60s. Todo despeinados, con cara de "acabo de tener sexo ardiente", en batas abiertas, bebiendo alcohol, a saber Dios qué hora es...
Crowley debe tener marcas en muñecas y pies de... que le ha atado o sea... un desastre.
Raguel está histérico, es que va a personarse ahí en...cuanto Aamón se lo permita pero a menos que Aamón diga lo contrario, Raguel está ahí tocando la puerta como histérico.
A nadie le importa qué hora es, Angel, la botella no tiene reloj.
Aziraphale sirve una copa para cada quien, sonriendo, porque está... la verdad, está de un extraordinario buen humor después de todo esto y aun no se entera de la bata abierta.
Y Crowley le mete mano cada vez que le da la espalda. El ángel supone que está subiendo manualmente la bata.
—Crowley... —jijijiji
ESTÁS LEYENDO
Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.