Untitled Part 139

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No lo vas a encontrar y van a aparecer unas cuantas putas muertas después de esto. No la correcta, pero sí unas cuantas otras.

Ugh. Raguel lo pasa mal los días subsecuentes... en todos los aspectos. Aislado, aterrorizado, sin tener a quien recurrir ni con quien hablar y teniendo que poner buena cara.

Mientras siguen apareciendo putas muertas en casa del profeta.

Lo que termina por obligarle a bajar de nuevo al infierno esta vez, a buscarle si acaso no lo encuentra en la tierra y es que hacer enfurecer al demonio de la ira no es cualquier cosa.

No, no le va a encontrar en la tierra.

Pues ahí está... bajando las escaleras del infierno.

Como si alguien fuera a hacerle algún caso.

Como si no fuera esto lo que querías, matando a todas esas mujeres inocentes. Se ha vestido de oscuro y además mira a su alrededor pensando que... este es su futuro. Estar aquí. Tiembla como una hoja porque además no le ha dicho a nadie esta vez que viene... de hecho ha hablado bastante poco con el cielo en general, solo lo mínimo indispensable, encerrado por horas solo mirando el libro y pensando en lo que tiene que escribir en él. LO QUE TIENE QUE ESCRIBIR EN ÉL. Y aun así, el corazón le duele cada vez que piensa en Aamón...

De todos modos, como es habitual, nadie le recibe ni nada ahí abajo. Así que ahí está, con el pretexto de salvarle la vida a las mujeres inocentes... tratando de encontrarle algún sentido al infierno y tardándose un rato excesivamente largo en llegar a la sala del trono o como le llamen en estos tiempos.

Aamón está GRITANDOLE A TODOS.

De algún lugar aprendió Belcebú por lo visto. Pues en general Aamón grita a todo el mundo pero ahora está siendo bastante peor de lo habitual.

Raguel se abre paso entre los demonios y debe ser el único que está yendo HACIA Aamón y no al revés, que está sacudiendo a alguien tomándole del pecho.

Raguel intenta acercarse lo bastante para tocarle.

—¿¡QUÉ?! —le ladra sin ni mirar quien es.

Amor. Todo el que puede, por la mano. Deseando que no le mate en cuanto lo sienta.

Se mete un susto porque no esperaba eso

—Soy yo... —traga saliva, mirándole a los ojos.

Es que... el señor de la ira balbucea, ni siquiera sabe cómo reaccionar

—Necesitamos hablar.

—No tengo nada que hablar contigo —aun frunce más el ceño.

—Tienes todo que hablar conmigo, Aamón. Please.

Mira alrededor porque además no es este el lugar. Raguel se humedece los labios.

—En una hora —susurra.

—No.

—Entonces aquí y ahora. Esto es un malentendido.

—¡ARRESTADLE!

Raguel levanta las cejas sin esperar eso.

—¡Al calabozo! ¡AHORA!

Raguel da dos pasos atrás, mirándole a los ojos aún y lo atrapan por supuesto.

No opone la más mínima resistencia y se lo llevan a una celda ¿Va a ir a visitarle?

Sí, como... HORAS luego. Raguel va a estar rezando.

No ayudas.

¿Pues qué va a estar haciendo mientras si no? ¿Masturbándose?

Quién sabe.

Sin CityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora