Untitled Part 42

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En fin... entretanto, Sandalphon mira su plato de sushi como si fueran un montón de arañas muertas sazonadas con bilis de gato y luego mira a Aziraphale.

—Pruébalo.

—Es que no me gusta su aspecto.

—No lo mires, come.

Aprieta los ojos.

—Métetelo a la boca. Mira, ponle de esta salsa... es un poco salada. Y luego te lo metes a la boca.

Sandalphon arruga la nariz y decide tapársela con dos dedos como si fuera a meterse al agua mientras intenta pescar la estúpida bolita de arroz con dos palillos. Se le cae diecisiete veces.

—Quizás pudieras pedir un tenedor —declara Aziraphale sonriendo de lado.

—Quizás podrías comértelo tú.

—Si que puedo comérmelo yo. Me encanta. El problema es que debes aprender a comer tu... venga hasta a Cr... Ehm... a todos les gusta.

—Entonces solo cámbiame el plato y ya está. A ti te encanta y yo no tengo que...

—Tienes que intentarlo. Un bocado, ¿vale?

Ojos en blanco.

—Un bocado y me lo acabo yo.

—No soy un niño pequeño. ¿Qué tal si te lo comes y yo te ayudo con el teléfono?

Aziraphale le mira... y se humedece los labios. Parece ser un gana-gana, sinceramente. El doble de sushi y ayuda con el teléfono. Sonríe un poco.

—Vale.

Sandalphon le pasa el plato y él le pasa el suyo junto con el teléfono.

—Vamos a ver... —lo toma—. ¿Va con tu huella? ¿O reconocimiento facial?

—Ehh... no... sé. Lo he podido usar.

—A ver —le enfoca la cara con la cámara y desde luego no se abre—. Ehm... prueba con el dedo.

—No, ¿sabes? Se abre con un milagro —lo acerca...

—Que desperdicio, solo haría falta registrar tu huella.

—No sé hacer eso.

—A ver... —lo busca—. Hay una registrada...

—No, no... creo que... no. Es la del vendedor. Registra la mía. ¿Es difícil?

—Vale... —toca unos cuantos botones y luego se lo tiende—. Pon el dedo en el centro.

—¿De la pantalla?

—No, en el botón... y límpiatelo primero.

—Está buenísimo —se lame el dedo, se le lo limpia un poco y lo pone ahí.

—Bien... ya está. Ya no necesitas un milagro para abrirlo. ¿Qué quieres hacer con él?

—Ver los mensajes. Y mandar mensajes. Y hablar con video. Y guardar un teléfono. Y que me dejen de llegar todas esas notificaciones tontas raras.

—Vamos a ver... tienes un montón de notificaciones de muchísimas cosas.

—Ya, ya lo sé –se relame los labios porque Sandalphon es tan tonto al no querer esto—. ¿Qué dicen? ¿Algo interesante?

—Vamos a ver... tienes dos me gusta nuevos en tu ultima foto de Instagram...

—¿Y qué foto es? —estira el cuello hacia él.

—Pues la última que pusiste... no sabía que tenías un Instagram. ¿Sigues a Miguel? Ella siempre está colgando cosas interesantes... espera voy a buscarla para que la sigas.

Sin CityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora