Madamme Tracy está a media sesión de espiritismo porque hoy es jueves (¿No se había retirado Madamme Tracy de esas cosas?) Igualmente no es que Aziraphale no conozca de esas cosas. Toca la puerta.
No, querido. De estas no, de las otras.
Pues Aziraphale toca la puerta y está hermosa su sesión de espiritismo pero... no le van a abrir por lo visto.
Madamme Tracy deja las tazas de té para sus clientes justo antes de empezar y les pide un segundo yendo a la puerta a abrir. Ahí está Aziraphale sonriendo un poquito, nervioso, mirando hacia la calle de reojo.
—Sí, querida será solo un momento —habla con alguien de dentro de la casa y liego se gira a la puerta—. Oh... Mr... Aziraphale —parpadea ella sorprendida
—Madamme Tracy. ¡Buenas tardes! ¿Está ocupada?
—Iba a empezar la... sesión —mira hacia adentro—. ¿Ha sucedido algo?
—Well... sí.
—Oh. Ehm... qué tal si se nos une, querido, y luego hablamos de ello
—Crowley no está por aquí... ehm... ¿verdad? Obvio —suspira.
—¿Eh? —creo que nunca les presentaron—. Ah, su... —no tiene claro cuál es que sea su relación pero sabe que tienen una—. ¿Marido? El de las gafas de sol, ¿no? No. ¿Tiene que venir?
—¡No es mi marido! —se sonroja infamemente y, en serio, el ANILLO DE BODAS que traes aún en el dedo no te ayuda.
—Bueno... novio, disculpe.
—No es mí... e-es mí...
—Hijo, de verdad... —niega con la cabeza porque le da igual con qué término complicado, incomprensible y moderno vas a definir tu relación—. Pase. Le traeré un té.
Pantoprazol... digo Pantosexual.
Cuando ella era joven o erais novios o estabas casados o no te comías un colín. Nada de todas estas complicaciones raras de ser demisexual bisexual aromático (¿Por cierto, desde cuando lo de los aromas tenía que ver con esto?) no binario transgénico ecologista. Y la verdad, ella era muy moderna y podía aceptar todas esas cosas, pero sinceramente prefería no hacer preguntas.
Aziraphale asiente, porque vale, venga, y toma la bolsa que ha traído como de Mary Poppins y que ha puesto en el suelo, entrando.
Madame Tracy le acompaña la espalda con una mano para que pase y luego cierra la puerta.
—Entre al fondo, estamos en la salita.
—No quisiera interrumpirla...
—No se preocupe, querido, al contrario. Creo que puede ser usted de mucha ayuda.
—¿Yo? Sinceramente no estoy seguro... ¿dónde puedo dejar esto? —pregunta sobre su bolsa.
—Dónde usted quiera —entra tras él—. Démela junto con su abrigo, la pondremos aquí con las demás —señala el sofá donde efectivamente están las chaquetas de los invitados.
—Ehh... no quiero que nadie se la lleve, traigo cosas delicadas aquí dentro. ¿Es muy larga la sesión de hoy?
—Pues eso depende enteramente de usted —oh sí, yo tendría miedo.
—¿D-De mí? Pero yo soy un... no. No voy a ser el médium de la sesión.
—No tiene por qué ser exactamente el médium... —le toma de la mano y tira de él a la salita con olor a coles de Bruselas al fuego—. Quiero presentarles un colega de profesión, un renombrado médium... —le anuncia
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.