Miguel está tumbada, ojos cerrados, donde la han dejado.
—Ehm... ¿Miguel? —Aziraphale se le acerca un poco y le toca el brazo.
Ella se levanta, dejando su cuerpo tumbado en la camilla. Aziraphale da un pasito atrás.
—Oh... pensé que ya estarías.
—No, aun no... Pero empiezo a sentirme mejor.
—Me alegra —le sonríe medió forzada.
—¿Tú cómo estás?
—Ehm... bien. Atareado. Le ayudo a Gabriel con lo de navidad y... lo del infierno. Justo me ha mandado a pedirte...
—Ah, lo de Navidad... Ugh.
—Sí, eso un poco... esta pesado. He adelantado algunas cosas... pero estamos más enfocados en lo del infierno, de hecho me ha pedido tus contactos. No nos podemos comunicar.
—¿Por qué no?
—No contestan.
—Pues eso es... cosa de ellos, ¿con quién has intentado hablar?
—Con... Ehm... Asmodeo. Hastur... Dagon. Y... Belcebú.
Arruga la nariz.
—¿Con quién debimos hablar?
—Tengo el número de Belcebú también, era el antiguo de Gabriel, ella suele responder... pero Hastur y Dagon... Ligur era el que respondía.
—¿El número de Belcebú era el antiguo de Gabriel...?
—Sí, probablemente tú lo tengas también.
—¿Por qué Belcebú tendría un número que antes era de Gabriel?
—Él le dio su teléfono, hace mucho. Por lo visto estaba harto de el de ella que funcionaba mal y no había forma de contactarla cuando la necesitábamos.
Aziraphale parpadea porque esto no podría ser más... de pareja ¡como ella y Crowley! Eran todos tan CÍNICOS.
—Oh... Ligur. Sí. ¿Alguien más?
—Asmodeo no creo ni que esté ahí abajo, por lo que sé. Tampoco hace mucho caso al teléfono, la mayoría de ellos son un desastre. O no se puede hablar con ellos porque no responden o solo responden groserías.
Aziraphale suspira, la verdad, esperaba un poco más de la persona que dice "nada pasa en el infierno sin que yo me entere".
—Gabriel cree que se ha caído la luz o algo así...
—Eso no tiene nada que ver. ¿Has probado con Crowley? Él suele escribir groserías.
—Ah... buena idea. Crowley. Aunque creo que el no le ha contestado a Gabriel...
—¿A Gabriel?
—Era un poco sarcástico... No, no me ha contestado.
—Mmm... Prueba con... ¿tienes mi teléfono?
—Ehh... creo que... Gabriel me lo dejo en tu escritorio.
—Tráelo.
—Vale, voy por él.
Asiente y ahí se vaaaa por él.
—No le escribas a... ehm... da igual —le detiene antes de que salga y luego niega.
—¿A quién? —se gira a mirarla.
—A nadie, da igual, ahora te diré cuando lo traigas.
—A Lucifer, claro... son todos tan cínicos! Pero yo... el único humillado por todo mundo, ahora también enfermo...—Aziraphale refunfuña mientras va por el teléfono.
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.