Belcebú se echa en el trono, resoplando y bufando porque DETESTA todo esto burocrático. (Que vas a detestarlo, te encanta). Mientras Dagón le cuenta cosas sobre recuentos de almas que han empezado a aumentar de manera un poco extraña últimamente... creo que hay una epidemia o algo.
Sí, en cuanto a muertos, aunque en las listas de tentaciones se están volviendo raras.
Millones de tentaciones de salir de casa.
Sí, aunque ha bajado el crimen en general. Ha subido el pánico y el egoísmo y la... ehm... ¿gula por papel de váter?
Esa le hace sonreír un poco.
Esto es raro de cojones y súper random.
Gel antibacterial... y pasta, en algunas zonas parece haber tremenda gula por sobres de pasta y granos.
—Ehm... sí. Y levadura. Es como si todos los humanos quisieran hacerse su propio pan ahora.
—Vale... esto... hay que seguirlo
—¿Pongo a alguien a ello, mylord?
—Ehh... sí. Sí, sí... quiero un informe cada tres días. Ah, y voy a hacer una auditoría.
—¿Una auditoría, mylord? —baja el documento donde estaba escribiéndolo.
—Sí, quiero saber que han hecho, especialmente los príncipes del infierno, después de las instrucciones de Halloween.
—Ah... están todos encerrados, mylord.
—¿Encerrados?
—Les encerramos en... hum... las celdas después de la... revuelta, mylord.
—Ohhhh... bueno pero ¡eventualmente había que sacarlos para que siguieran mis órdenes!
—N-Nunca... ordenó sacarlos, mylord.
—Voy a tener que ir a verles, entonces —ojos en blanco.
Dagón se encoge de hombros y Belcebú resopla otra vez.
—Vamos.
Traga saliva, pero ahí va. Belcebú se levanta de un salto, estirándose un poco y humedeciéndose los labios, lista para poner su actitud de más asco y Dagón la sigue, aunque se tardan un raaaaaaaaaaaato en bajar porque las bloody escaleras, maldita sea, pero hala, por fin llegan al piso correcto y Mammón siempre es el de la primera celda.
Hemos de decir que para este punto, Belcebú ya se ha llevado un pequeño séquito de demonios afines a ella que ha visto en el camino y a los que les ha pedido que le acompañen, así que, va en efecto al lado de ella Dagón y detrás un pequeño corrillo de ruidosos demonios. Chasquea los dedos para abrir la celda.
El chico está acostado en piso de nieve sobre una piel de... ah no, que esto no es GOT. El demonio está sentado en un rincón de la celda, mirando al techo y lanzando al aire una moneda, atrapándola a la mitad del vuelo y volviéndola a lanzar.
—Ah... tú—saluda a Belcebú, mirándola con la nariz arrugada—. A qué se debe el... "honor"... mylord.
El tono absolutamente burlón es bastante evidente. Hace que Belcebú haga los ojos en blanco.
Dagón y el resto de demonios les miran.
—Ya, ya, blablablá... vengo darte instrucciones ahora que has concluido tu condena.
—Oh, ¿he concluido mi condena? Vaya...
—A menos que quieras quedarte aquí por otros meses.
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.