Y ahí se deja llevar Asmodeo, mirándole de reojo sinceramente no sé si haya venido aquí otra vez desde... hace miles de años. Les envidia un poco, mira que limpio está todos, maldita sea.
Gabriel le lleva hasta el despacho de Uriel, golpeando la puerta de cristal. Ella deja de teclear en el ordenador y levanta las cejas al ver que Gabriel trae otro maldito demonio aquí. Y no es Belcebú, ¿qué pasa, que se dedica ahora a los tours turísticos o qué? Igualmente les hace pasar.
Asmodeo se separa un poquito de Gabriel, pasándose una mano por el pelo y estirando la espalda, poniéndose un poco en guardia, porque está chica no parece muy feliz en general.
—Uriel... hola —le sonríe Gabriel, ella frunce un poco el ceño mirando a Asmodeo, que le hace un gesto con la cabeza para saludarla
Ella frunce el ceño y se sonroja un poco volviéndose a Gabriel casi inmediatamente.
—Mira, no sé si conoces a Asmodeo, es un de los príncipes del infierno —explica Gabriel
Asmodeo da un paso a ella y le ofrece la mano. Ella arruga la nariz, pero se la da.
—Me ha pedido asilo, ¿crees que haya algún templo en el que pueda quedarse?
—¿Un... templo, Gabriel? Claro que no, los templos son para cobijar a los humanos. No a... estos.
—¿Templo? Los templos duelen...
—Exacto —Uriel asiente.
—Pero duelen por las bendiciones, se le podrían quitar.
—Si le quitamos las bendiciones cualquier demonio podrá entrar. ¿De quién necesita asilo?
—Del infierno, en general. De cualquier demonio
—Un templo no sirve, tendrás que arreglártelas solo —sentencia Uriel y Gabriel suspira.
—Ha de haber otra manera, tal vez podría quedarse aquí en un cuarto o algo.
—Yo soy adaptable... —asegura Asmodeo sonriendo un poco.
—Una... habitación, Gabriel —repite Uriel en un tono un poco...
—Él es adaptable, Uriel. Serás completamente capaz de tenerlo aquí cómodo y confortable. Estoy seguro —no le da más importancia—. ¿Ha subido ya Miguel?
Asmodeo analiza a Uriel mirándola de arriba a abajo mientras hablan.
—No... Yo no la he visto al menos, ¿tenía que subir?
—Ugh... voy a llamar a Raguel a ver cómo lleva eso —se levanta yendo hacia la puerta, sacando el teléfono—. Te dejo con ella, entonces. Te indicará donde ir —le sonríe a Asmodeo y luego señala a Uriel—. Cuídalo, es mi invitado.
—¡No! ¡Pero, Gabriel! —protesta ella mientras marca.
—Ah, y llévalo a purificación para que le quiten eso del cuello —añade ya con el teléfono en el oído sin prestar atención a sus protestas, saliendo del despacho andando con sus pasos largos.
Asmodeo le mira irse y luego le sonríe a Uriel... acercándose a la mesa
—Ugh —protesta ella apretando los ojos.
—¿Qué?
La ángel le mira y arruga un poco la nariz, girándose a buscar en un cajón sin contestarle.
—Hmm... ¿No te gusta hablar con demonios?
—¡Desde luego que no!
—Hmmm... ¿Alguna razón?
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.