Untitled Part 151

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Miguel se acerca un poco a Uriel que sigue con una ceja levantada.

—No funcionó.

—No me digas...

Ojos en blanco.

—Me refiero a que ella ya había hablado con el antes de que yo llegara ¿No habías dicho que si se lo había creído?

—No solo no funcionó, si no que te arrastró a ti también. ¿A qué círculo del infierno dices que tendremos que ir a verte ahora en que te mudas para tu nueva vida de casada?

Miguel se sonroja un montón.

—No seas tonta, ¡eso no va a pasar!

—Él parece muy convencido que ya estás manos a la obra.

—Me ha pedido que le apoyara, ¡no pensé que fuera con eso!

—Y obviamente a ti te ha faltado tiempo, señora de...

—Uriel, ¡no digas tonterías!

Se ríe un poco.

—Él está... él... ¡esto solo es una táctica! ¡Ya lo oíste!

—Una... táctica.

—Para atacar al infierno de alguna manera. Quizás yo lo que pueda hacer es engañarle y... matarle. Necesito yo hacer un plan. Podrías ayudarme y hacerlo tú también en vez de nada más quejarte.

—Pareces muy predispuesta a... engañarle así.

—Si es la voluntad de Dios que estemos juntos, yo voy a estar "juntos" en mis términos. Quizás solo haya que reinterpretar lo que piensa Gabriel que ella dijo.

—Yo aún creo que está malinterpretando las señales y no pienso acercarme a ningún demonio. Azrael tiene razón.

—¿Y si tiene razón y nos vienen detrás?

—¿Eso querrías? ¿Que viniera él y se te arrodillara?

—¡Lo MATO como haga eso! —se sonroja.

—Pues vas a tener que darle amor, según Gabriel.

—Por Dios, seguro se conforma con... nada

—¿Nada? Por necesitado o...

—Porque es... el más despreciable de todos.

—¿Y eso qué?

—Quizás con solo un poco de... menos asco que de costumbre sienta que ya tiene suficiente.

—Así que eres capaz de ir y tenerle menos asco.

—Ugh... no, pero podría intentar eso a lo mucho, si es designio divino. No sé. Es que además el es tan idiota y cada vez que le veo e tan... repugnante todo —se cruza de brazos —. Pero Gabriel está muy convencido.

—No puedo creer que no le hayas convencido

—Uriel, ¡él ya lo sabía cuando llegué! La que no convenció a Belcebú fue otra.

—¡Claro que la convencí! Si la dejé llorando.

—Y luego él fue y habló con ella y ¡ella le dijo! Porque cuando yo fui él ya sabía que habías ido.

—Ugh.

—¡No sé cómo es qué pasó eso! ¿Te dio alguna pista que indicara que... sabía?

—¡Claro que no! Pero si él fue y habló con ella después que yo fuera y antes de que tú, ya sabes cómo se enteró.

Miguel hace los ojos en blanco.

—Tenían incluso una palabra secreta.

—¿Qué? ¡Ella no dijo nada!

Sin CityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora