Untitled Part 134

14 6 11
                                    

Gabriel sale de la conversación con los otros músicos y dinero. Se acerca a la barra a pagar su copa y la de su amiga. Prometida. Vale, whatever y luego se va volver al convento donde estaba.

¡A PAGAR! Vale, que mono es él...

Está seguro que ella no lo ha hecho.

Desde luego que no lo ha hecho pero sí ha hecho que vendan el triple de lo que vendrían habitualmente su bebida es... ¡la propina por hacer eso!

Ya pero no ha pagado.

Deberían pagarle a ella para que fuera ahí cada noche, no al revés. Ay, vale Gabrielito, lo que quieras. Paga, tu paga...

No es así como funcionaaaa.

Ojos en blancoooo.

Es a primera hora de la mañana del día siguiente, después de la misa de gallo... tradición que seguro Gabriel les ha obligado a volver a tomar, que con un rayo, Azrael aparece en la puerta de la iglesia.

Pues ¿cómo no van a rezar la sagrada misa del gallo?

¿Rezándola un poco más tarde?

¡No!

Ya, ya... eso pensaban sus compañeros. Ahora ya les ha dejado súper claro que no, definitivamente no puede funcionar así. Así que mientras todos salen medio dormidos y bostezando, Azrael les saluda más o menos sonriente, buscando a Gabriel entre ellos y mirando su reloj porque aún tiene seis conventos más que visitar antes de empezar su día laboral normal.

Gabriel es de los últimos en salir porque siempre hay gente hablando con él.

Azrael parpadea cuando le ve... y levanta las cejas y parpadea otra vez. Va hasta el a abrazarle, sonriendo.

—Gabrieeeeeeeeeeeeeeeeel! Gracias a Dios!

Gabriel se congela con eso.

—¡Eres tú! ¿¡Cómo estás?! —le aprieta contra sí

—Ah... Azrael.

—Es que no me puedo creer que... ¡con lo que dije yo que esto no iba a funcionar! ¿¡Cómo estás?! ¿¡Qué haces aquí?! Venga... —tira un poco de él para irse a sentar a una de las bancas.

Gabriel le sigue, rechinando un poco los dientes porque de todos... Azrael.

—Llevamos varios días preocupados, buscándote por todos lados... ¡tienes que volver!

—No... Eso no creo que... No creo que vaya a hacer eso.

—¿Qué? ¿Cómo qué no? ¿Por qué? —Azrael parpadea.

—¿A caso no viste lo que pasó en Navidad?

—Ya, bueno... sí —Azrael sonríe un poco de lado y Gabriel se sonroja—. Todo el mundo vió como Belcebú te... hacía esas cosas. Y Remiel habló con ella y todo ese asunto, pero... ¡Hace días de Navidad! Y has estado haciendo penitencia, ¿no?

—¿Remiel habló con ella?

—Sí, casi la atrapa con una cadena de hierro... le dijo varias cosas, y... no sé si accedió a dejarte en paz. ¿Te ha buscado?

—Sí. Me ha buscado —aparta la cara.

—Oh, ¿y qué ha pasado? ¿Te ha... tentado a algo peor? Has estado haciendo penitencia, ¿no?

—Azrael... no voy a volver al cielo. No voy a ser un Arcángel en adelante.

—Cómo no vas a... ¡no digas tonterías! Claro que vas a ser un Arcángel, ¡si siempre has sido un Arcángel! —Le mira casi con la misma cara con la que le miraría si le dijera que ha caído del cielo.

Sin CityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora