—Nos... vimos un par de veces más —sigue Aamón, un par de pares... o de decenas, más bien—. Y... Un día, hablando de los poderes demoníacos distintos a los angelicales...
(Fundido en negro, cortinita de estrellas)
—Poseer... ya, ya. Hay cientos de historias —asiente Raguel un poco incómodo en su asiento.
—¿Y? ¿No te las crees? —Aamón le mira.
—No del todo... Es decir, sí, sí que creo que puedas poseer.
—¿Te crees que lo del diluvio fue completamente adrede y no crees que yo pueda poseer un humano?
—Sí que creo que puedes poseer un humano, no creo que puedas hacer que el humano tenga poderes sobrenaturales mientras lo posees.
—No es el humano, soy yo, actuando a través de su cuerpo.
—¿Como si fuera tuyo?
—Exacto.
—¿Puedes hacer milagros ahí dentro?
—Sí, solo es como si me viera con otro aspecto.
—Qué peligro —Raguel frunce el ceño.
—No tiene nada de peligroso...
—¿Qué puedas poseer a cualquiera y verte como él? Hombre...
—Lo peligroso es lo que a mí se me ocurra, no la posesión en sí. Es indolora de per sé... a no ser que quiera hacer yo que lo sea.
—¿Y qué pasa con el alma del pobre humano mientras le posees?
—Puede quedar inconsciente o puede... no quedarlo —se echa para atrás en la butaca en la que está sentado, haciéndole lo que haya que hacerle a una cachimba para que funcione.
No... estoy segura de que sea una cachimba. El antepasado del antepasado del antepasado. Nos hacemos a la idea.
—Maravilloso... ¿hay alguna desventaja para ti al poseer gente?
—¿Para mi? Pues claro. Mientras estoy en el cuerpo de otro, mi propio cuerpo queda vacío y vulnerable. Como si estuviera muerto. Si alguien lo toma o lo destruye mientras yo no estoy ahí, no existe luego ningún lugar al que volver, es como descorporizarse.
—Hmmm, ¿esto te ha pasado alguna vez?
—A mí no, soy cuidadoso con ello. E igual no poseo a mucha gente.
—Y qué hay de... —Raguel se humedece los labios.
—¿Mjm?
—¿Puedes poseer seres celestiales? —se mira las manos.
—Pues... No... No lo sé. No he tenido el placer.
—¿Crees que podrías?
—Tendría que intentarlo.
—Podrías probarlo conmigo.
Aamón le mira intensamente.
—Dices que no es peligroso —insiste Raguel.
—Bueno... es... No lo es, pero tendríamos que... confiar.
—Un salto de fe —susurra Raguel con el corazón acelerándose le un poco. Ehm... "un poco". Levantando la cara y mirándole.
Aamón le mira, humedeciéndose los labios.
—Ehm... bueno, si no... no... —Raguel levanta las manos en señal de rendición.
Bueno, entonces lo siguiente que ves es... los brazos y la cabeza de Aamón cayendo como plomo.
Raguel levanta las cejas, tensándose inmediatamente y si te resistes es peor, querido.
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Sin City
Humor-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco nos extralimitemos -responde Crowley levantando las manos hacia él-. No estamos como para exigirnos más de lo que somos capaces.