18. Lugar favorito
La noche era clara, tanto como lo podía ser a las nueve en el bonito pueblo costero de Arendelle. A ella le gustaba la sensación de caminar bajo los farolitos que bordeaban con cuidado las calles empedradas que delataban sus zapatos al caminar; mira con nostalgia al bonito mar que le susurra en pocos metros y disfruta un poco de la vista, porque no cree ser capaz de mirarlo con claridad el día de mañana sin llorar mientras se aleja cada vez más de él. Para volver a la fría San Fransokio.
Llega de vuelta a la plaza, donde las marcas que los puestos de los vendedores han dejado con el tiempo, yacen descoloridas bajo la luz amarilla del farol, y justo en frente, cruzando el escenario donde se gestaban los espectáculos cívicos, recortando y dividiendo el mar en dos, hay un muelle; uno pequeño que a penas y supera los diez metros de largo, con madera mohosa y quejumbrosa a cada mínimo peso que se le ponía encima.
Al final del muelle, con los hombros caídos, hay una silueta, oscura y delgada que reconoce de inmediato y la hace sonreír. Con pasos sigilosos se acerca, pero la madera gime bajo sus pies y aunque no se ha inmutado, ya sabe que la persona ya es consciente de su presencia, así que recorre el último tramo hasta la punta sin cuidado y se deja caer con las piernas colgándole cerca del mar, tan cerca, que la punta de sus tenis se humedecen muy flojamente con agua salada. Al contrario de él, que es tan alto y sus piernas tan largas, que sus pies, que sabe que están descalzos porque sus zapatos estaban junto a él, ya desaparecían bajo el agua negra y turbada por la noche.
-Hola-. Su voz suena tan bajito, que casi se la traga el sonido de las olas.
-¿Qué tal todo?- le responden casi de inmediato. La voz de él no está molesta, no es de una persona molesta, de hecho cualquiera pensaría que es normal, pero ella sabe que está triste, nostálgico. -¿Ya terminaron de empacar?
Elsa asiente, aunque él no la está mirando, en ningún momento desde que llegó lo ha hecho en realidad.
-Sí, ¿Y tú? ¿A qué horas sale tu avión mañana?- le pregunta, como si en realidad quisiera saber la respuesta, como si no le quemara escuchar lo que ya sabe que va a oír.
Las desventajas del amor de verano. Se pensó.
Mañana terminaba la primera semana de agosto, y con ello sus vacaciones, y el verano que ambos habían vivido juntos. Ella se iría a San Fransokio y él volvería a Overland, unos doscientos veinte kilómetros en auto mal contados, no era tanto, pero tampoco era a la vuelta de la esquina. Aquella era su última noche juntos por los próximos tres meses al menos, hasta que volvieran a adaptarse lo suficiente a sus ritmos habituales, como para poder comenzar a pensar en visitar al otro.
-A las siete, ya tenemos incluso las maletas en el auto para ahorrar tiempo, sólo dejamos afuera lo necesario para esta noche- se refería a Aster, su hermano que también había venido a visitar a su padre por el verano.
-Ya veo...
-¿A qué hora sales tú?- finalmente gira su cabeza y Elsa lo puede ver con cierta claridad. Puede ver que Jack Frost tiene unos bonitos ojos azules que están tristes.
-A las diez, el vuelo en realidad es a las doce pero ya sabes como es mi abuelo- deja salir una risita, más como un resoplido por la nariz que le causa gracia a Jack.
-Claro,- vuelve su mirada a un punto muerto entre los botes de pesca y las torres del castillo recortadas en el cielo. -ser puntual es la ley principal para un militar.
Ambos dejan la conversación flotar en el silencio, a labios sellados se dicen que se extrañarán, pero los dos son muy orgullosos y no han estado juntos el tiempo suficiente como para decírselo.
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Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]
FanfictionPorque amo las historias de amor, sobretodo si son cortas y porque Jack y Elsa son mi OTP. -Historia totalmente mía. -Para adaptaciones primero contactarse conmigo . -Es inadmisible cualquier copia parcial o total. -Los personajes no me pertenecen. ...